Con cepo y sin stock: Milei quiere estar lejos del carnaval
La Argentina tiene todavía una enorme masa de pesos que, si fueran todos al mismo tiempo a lo seguro, el dólar, provocarían una corrida
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De repente volvieron los defensores del cepo. Analistas y operadores financieros que venían en los últimos meses preguntándose qué sentido tenía seguir con las restricciones si, contra los pronósticos de casi todos, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y las cotizaciones libres había convergido hacia abajo, regresaron al discurso de principios de año: la Argentina tiene todavía una enorme masa de pesos que, si fueran todos al mismo tiempo a lo seguro, el dólar, provocarían una corrida. El punto de inflexión de este recálculo fue la devaluación de Brasil, que acumula 25% este año y asusta a unos cuantos.
El debate viró 180 grados. Ahora son militantes o dirigentes de la oposición los que intentan públicamente meter presión con alguna pregunta: ¿si todo está tan bien, por qué no salen del cepo? Si había alguno que lo estaba proponiendo, en La Libertad Avanza han vuelto a la prudencia. “Lo mejor que le puede pasar a Toto es el cepo”, dijo un asesor del espacio en referencia al ministro de Economía, Luis Caputo. Son, hay que aclarar, conclusiones periféricas al núcleo desde donde salen las decisiones: ni Milei ni Caputo venían pensando en abandonar las restricciones en este momento.
“Libertarados”, suele reaccionar el Presidente. En su entorno celebran el equilibrio fiscal, pero agregan que no hay todavía flujo –ni siquiera los 15.000 millones de dólares de superávit comercial que se esperan para 2025– capaz de cubrir el stock de tantos pesos dando vueltas, un equivalente a 25.000 millones de dólares repartidos así: pagos de dividendos pendientes de las empresas (10.000 millones); depósitos de entes públicos, como la Anses (10.000 millones), y Lecaps y Lefis, letras del Tesoro que tienen bancos privados, compañías de seguros y otros inversores y que el Gobierno emitió para reemplazar a las Leliqs del Banco Central (5000 millones).
Algo de esta discusión insinuaba Milei anteanoche en San Miguel de Tucumán, en la comida de la Fundación Federalismo y Libertad. “Para aquellos que opinan desde el escritorio: cuando uno está sentado en esta silla eléctrica hay muchas más restricciones de lo que parece”, dijo. Una fragilidad estructural que el Gobierno seguramente intentará superar mediante un acuerdo con el FMI, único aportante que podría acercarse a ese stock.
Los movimientos con el real les recordaron a los más envalentonados que la Argentina puede haber ganado estabilidad, pero tiene todavía unos cuantos nudos por desatar. Viene un enero complicado en el que gravitan la demanda de dólares por turismo; lo que vaya pasando con el programa de Lula, poco creíble para el mercado después del carnaval de gasto de los últimos años, y las proyecciones de la Reserva Federal de Estados Unidos, que acaba de bajar la tasa pero que da entender que ésta ha sido su última reducción antes de la llegada de Donald Trump. De lo que se resuelva en la Fed depende, por ejemplo, el precio de las commodities, entre ellas la soja, que cayó esta semana a 350 dólares, un precio muy inferior al que tenía con el gobierno pasado, entre 550 y 600.
La Argentina necesita en primer lugar evitar sobresaltos. En la cabeza de quienes tienen que invertir sobrevuelan todavía varias dudas. Algunas fueron expuestas la semana pasada, durante un almuerzo que congregó a empresarios de múltiples rubros. Jorge Brito (Banco Macro), Eduardo Elzstain (IRSA), Teddy Karagozian (TN Platex), Gabriela Renaudo (Visa) y referentes del sector farmacéutico, entre otros. Es cierto que la reactivación los pone más optimistas que hace unos meses, pero también son conscientes del esfuerzo que supondrá para todos ganar competitividad con una moneda que el Gobierno pretende fuerte, el peso. Los constructores, por ejemplo, vienen golpeados por la paralización de la obra pública y por la presunción de que el costo para edificar tampoco jugará a favor. Karagozian, uno de los más locuaces, planteó una incomodidad de muchos, la medida que les permite a los consumidores comprar a través de plataformas digitales, y retomó un argumento que él repite desde hace tiempo y que últimamente se propagó en la Unión Industrial Argentina: se puede ganar productividad solo en la medida en que se aligere la carga del Estado.
Será seguramente un contrapunto interesante para el año próximo. El Gobierno prepara un proyecto de reforma tributaria, pero Caputo acaba de admitir públicamente que requerirá de una conformación distinta del Congreso. ¿Los empresarios se sumarán entonces a lo que podría convertirse en eje de campaña? Anteayer, en la comida de la fundación Federalismo y Libertad, Milei pareció proponerlo. Hablaba del Estado de Israel, de las idea de la libertad, de Occidente, y deslizó un reproche sutil. “Los empresarios tampoco pueden ser indiferentes en esta disputa; por mucho que les pese, tienen que tomar partido de forma activa”, empezó leyendo, y levantó la vista, miró por sobre sus anteojos e hizo un gesto de ironía: “...Y la verdad es que, cuando tienen que jugar, jueguen del lado correcto, ¿no? Digo, no del señor déficit fiscal y financiación de 13 puntos del PBI”. Era una alusión a Massa. Milei no olvida tan fácil.
Hace dos años, esa misma fundación había invitado para festejar sus diez años a Horacio Rodríguez Larreta. Hay quienes todavía recuerdan los cuestionamientos de Milei a ese grupo de empresarios liderado por azucareros. Pero el Presidente necesita colaborar con el armado electoral que vienen haciendo en esa provincia su hermana Karina y Lisandro Catalán, vicejefe de Gabinete, que es tucumano. De los resultados que obtenga en distritos como ése dependerá, como dice el ministro de Economía, el futuro del programa.
La gran incógnita son las herramientas con que cuenta una administración que seguirá también adelante con el ajuste. En La Libertad Avanza hay quienes se lamentan de que la Jefatura de Gabinete ya no tenga la atribución de repartir Aportes del Tesoro Nacional, un incentivo clásico. ¿Premiará el electorado la decisión de resguardar esos recursos porque pertenecen a los contribuyentes? ¿O habrá que recurrir a las viejas prácticas, como se hizo en la campaña de 2023 con el apuntalamiento del Frente Renovador? Es el dilema y la duda de varios.
El método y su eficacia será decisivos, principalmente en la provincia de Buenos Aires, donde un error puede costar la elección. Deberán, por lo pronto, ponerse de acuerdo Karina Milei, Sebastián Pareja y Santiago Caputo, que no siempre coinciden. En La Libertad Avanza admiten que el escenario y la conformación de fuerzas son muy distintos de aquellos tiempos en que el partido dependía de la fiscalización y los candidatos aportados por otros. ¿Será necesario sorprender? ¿A eso apuntan los amagues sobre caras nuevas que podrían integrar las listas? Quienes hablan con el triángulo de hierro les dicen “los caputitos”. Por ahora todo parece un ensayo de influencers. ¿Daniel Parisini (Gordo Dan), que es santiagueño, para Santiago del Estero o la provincia de Buenos Aires? ¿Agustín Laje o Eduardo Prestofelippo (El Presto) para Córdoba?
La elección de nombres será sin dudas eje de controversias. Pero también habrá que coordinar algunas cuestiones. Anteayer, durante el acto que encabezó Karina Milei en el Gran Teatro Rivadavia, en Floresta, la secretaria general de la Presidencia le dio la bienvenida a Manuel Adorni y los presentes lo tomaron como la confirmación de una candidatura del vocero. Y a otros les molestó que José Luis Espert, que miraba desde la primera fila, no subiera al escenario. También hay diferencias para la lista de constituyentes para la reforma constitucional que Santa Fe votará en abril y que habilita la reelección de Maximiliano Pullaro. ¿Estará Nicolás Mayoraz, uno de los presentes en la convocatoria de La Fundación Faro, que se hacía en el Yacht de Puerto Madero en simultáneo con el acto de Karina, o Amalia Granata? ¿Karina debe competir en la ciudad de Buenos Aires, donde nació, o en la provincia, donde vive? Vienen discusiones intensas. Que solo tienen sentido en la medida en que la estabilidad cambiaria y la caída en la inflación, los dos activos más importantes del Gobierno, continúen. De eso habla el ministro de Economía cuando señala el stock. Traducido: salvo que aparezca un gran aporte de fondos, la apertura del cepo puede esperar.