Comparar a veces es engañoso
Paul Krugman, premio Nobel de Economía, quiso recetar soluciones para la crisis europea. Para fundamentar su medicina usó un cuadro donde compara la evolución del producto bruto de Brasil con el de la Argentina. El gráfico (que va desde 2000 hasta 2012) exhibe un crecimiento argentino superior al brasileño por varios cuerpos (más de 20 puntos porcentuales de diferencia). La presidenta de la Nación se sintió mencionada como cita bibliográfica e inmediatamente mostró el cuadro del Nobel en el acto de promulgación de la ley de YPF. Ni Krugman ni la Presidenta refirieron que la Argentina carece de información estadística desde inicios de 2007 y que, para la gestión y el control de las políticas públicas, se utilizan spots publicitarios.
El señor Krugman y la Presidenta evitaron usar los spots de inflación (9,5% para 2011) y de pobreza (6,5%). Suponemos que la prudencia fue por temor a verse comprometidos por la ley de defensa del consumidor, que penaliza la publicidad engañosa. Por otra parte, los spots de pobreza e inflación son demasiado evidentes, se hubiesen podido ver caras de vergüenza: no todos los presentes en los actos oficiales se deben sentir cómodos con la sustitución de las estadísticas públicas por spots publicitarios.
Para hacer comparables las series estadísticas de Brasil con las argentinas teníamos dos opciones. Solicitar al señor secretario de Comercio que reelabore la información brasileña y la convierta en spot o intentar una aproximación a la evolución del PBI argentino. Reconocemos que la primera opción hubiese sido más ajustada, pero optamos por la segunda, pese a nuestra limitada capacidad para estimar el crecimiento argentino, labor que requiere recursos económicos de los que carecemos. Sin embargo, con las dudas del caso, presentamos a continuación nuestras mejores –aunque precarias– cifras sobre la evolución del PBI argentino y brasileño desde 2000 (limitando nuestro ejercicio hasta 2011, para no abrir juicios prematuros sobre este año). La Argentina, 48,9%; y Brasil, 47.5%.
Los números muestran que, como sería de esperar, el PBI argentino evolucionó en forma parecida al brasileño. La razón es que el principal motor del crecimiento de ambos países es exógeno: resulta del favorable contexto internacional para toda la región. Sumado, para el caso argentino y a partir de 2002, a la enorme capacidad ociosa y a la subvaluación inicial de la moneda tras la crisis de ese año. Obviamente, para nuestro país ambas cosas se agotaron, y el escenario argentino futuro es de sobrevaluación cambiaria, inflación, déficit externo, déficit fiscal, restricciones a la importación, racionamiento energético en las industrias y una virtual imposibilidad de financiamiento de la inversión (con recursos internos, por la inflación, y con recursos externos, por la inseguridad jurídica).
Para no dejar al señor Paul Krugman sin ejemplos en su argumentación "europea" le proponemos el caso de Paraguay, que en 2010 creció un 15%. Es probable que Angela Merkel y el recientemente elegido François Hollande sepan apreciar ese modelo alternativo, y podrán imitarlo.
© La Nacion
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