"Se ti sabir, ti respondir; se non sabir, tazir, tazir. Mi star Mufti: ti qui star ti? Non intendir: tazir, tazir"
¿Entienden? ¿Un poco? ¿Les suena algo familiar? Se trata de un parlamento del Burgués Gentilhombre, una comedia-ballet estrenada en 1760 en la corte de Luis XIV por la compañía de Molière. Pero lo curioso es que ese pasaje, y otros de la obra, no están escritos en francés, sino en lengua franca. La misma se habló en el Mediterráneo durante siglos.
Y preguntaba si les sonaba familiar porque, de cierta forma, es de la familia. "Si tú sabes, responderás; si no sabes, silencio, silencio. Yo soy el muftí: tú quién eres? Si no entiendes: silencio, silencio".
Hay más versos en lengua franca en esta obra, pero pocos otros vestigios de ella, a pesar de lo importante que llegó a ser. "Los especímenes son especialmente escasos y tentadores, repartidos en siglos desde 1300 a 1850", dice Keith Whinnom, filólogo especialista en las lenguas criollas (1927-1986).
El eminente lingüista alemán Hugo Schuchardt fue uno de los primeros en estudiar la lengua franca cuando estaba ya desapareciendo por completo. Y la comparó con una criatura mítica, nunca vista más que parcial y fugazmente, pero sobre la que muchos opinaban y debatían. "Por años la gente ha hablado de la lengua franca sin pensarlo mucho y en todas las ocasiones concebibles; es como la historia de la gran Seeschlange, que nadie ha visto jamás".
...en lengua que/ se halla entre cautivos y moros, que ni es morisca ni castellana ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos
El problema del sabir era que se trataba de un lenguaje casi exclusivamente oral, que presuntamente nació a finales del Medioevo, como una herramienta de comunicación entre diplomáticos, comerciantes y marineros. Y también entre esclavos, como dejó consignado Miguel de Cervantes Saavedra, quien fue uno de ellos en Argelia durante varios años. "...en lengua que/ se halla entre cautivos y moros, que ni es morisca ni castellana ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos" (Don Quijote de la Mancha, 1605)
Esa mezcla de la que habla Don Quijote era de italiano y sus dialectos: español, provenzal, portugués, árabe, turco y lenguas bereberes. Algunos dicen que también francés. Y griego. Y lo curioso es que es posible que todos tengan un poco de razón.
La expansión geográfica y temporal de la lengua franca fue tal que pudo haber variado según el momento o el lugar en el cual se habló o se documentó. Se habló por el Mediterráneo oriental, alcanzando el Levante y a lo largo de la costa berberisca del norte de África (en los puertos de Trípoli, Tunes y Argelia, así como posiblemente Marruecos). Y, por supuesto, también sobre las aguas.
Navegantes, comerciantes y piratas se comunicaban con la lengua franca que le dio el nombre a las demás. Entre más al occidente, más aumentaba el componente de español. Hacia el oriente dominaba el italiano, que fue el lenguaje principal de la diplomacia, comercio y dominio náutico entre los siglos XVI y XVIII.
Casi todo sobre esta lengua, desde el significado de su nombre hasta su origen, incluso su existencia es objeto de debate. Hay quienes argumentan que sencillamente era un dialecto italiano. A pesar de que su nombre nos parece común hoy en día –al fin y al cabo la lengua franca es una lengua franca– no podemo olvidar que ésta fue la original y epónima.
¿Cuál fue el origen de su nombre, antes de que se convirtiera en el término con el que nos referimos a cualquier lengua mixta, creada sobre la base de una lengua determinada y con el aporte de numerosos elementos de otra u otras, que usan especialmente en enclaves comerciales hablantes de diferentes idiomas para relacionarse entre sí (como la define la Real Academia)? Una hipótesis es que su raíz viene del Oriente y de la tradición bizantina.
La palabra frangika, del griego, era el término con el que se denominaba a Occidente, los occidentales y sus lenguajes en la región bizantina. Además, el primer lenguaje de comunicación entre Roma y el Imperio Bizantino fue el latín, que este último llamaba Latinum o Francum.
Otra alternativa es que viniera del árabe Al-farangi, que era como le decían inicialmente al latín y más tarde al lenguaje que empleaban los judíos para comerciar en todo el Mediterráneo.
La tercera lengua que en Argel se usa es la que los moros y turcos llaman franca, o hablar franco, llamando ansi a la lengua y modo do hablar cristiano...
Sin embargo, históricamente cierta o no, fue otra posibilidad etimológica la que perduró: la que interpreta a "franca" como libre. En ese sentido, era libre porque podía usarse en cualquier lugar y no estaba amarrado a regulaciones lingüísticas como otros.
Hay, sin embargo, otro nombre para esta lengua que no es tan controvertido: sabir. Pero, ¿por qué ese nombre? "Sencillamente, porque seguro era la palabra con la cual se abrían muchas conversaciones", le explica a BBC Mundo Alan D. Corré, profesor emérito de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, Estados Unidos. "Servía para establecer si podía haber una conversación, si tenían una lengua con la cual comunicarse".
Retomemos por un momento "El Burgués Gentilhombre" de Molière. Como nos enseñó Molière al principio, sabir es saber o, más precisamente, en el caso de su verso, sabes. Porque sabir es saber, sabes, saben o cualquiera de sus conjugaciones. Y una de las características de la lengua franca es que "tenía sólo una forma verbal, que correspondía al infinitivo de las lenguas romances", explica Corré, cuya investigación sobre la lengua franca forma parte de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
"No es difícil suponer que los que hablaban lenguas romances le hablaban así a los que hablaban otras lenguas, para ahorrarles el trabajo de interpretar y facilitarles su uso", agrega Corré, quien entiende que, eventualmente, el sabir desarrolló tiempos verbales. Lo que indica que estaba en el proceso de pasar de ser pidgin, una mezcla de lenguajes con una estructura gramatical simplificada, como el criollo o creole.
La desaparición del sabir
Si iba por buen camino, ¿por qué es una lengua muerta? ¿De qué murió? "El terminus ad quem (la última fecha posible de un evento no puntual) de la lengua franca es claro", sentencia Corré, y apunta el dedo acusador en dirección a Francia.
"Empezó poco después de la llegada de los franceses a Argelia en 1830", le dijo a BBC Mundo. "El Bey Hussein, exigiendo una cantidad demasiado crecida por el importe del trigo que los argelinos le habían suministrado al ejército francés, e irritado por la demora en su pago, maltrató de obra al cónsul francés Deval, golpeándole con un abanico", cuentan los franceses. El bey (gobernador otomano) había estado tratando de cobrar una deuda de hacía más de 30 años y el diplomático francés al parecer no fue muy diplomático. Y el abanico tal vez fue un matamoscas. En cualquier caso, sirvió de excusa para lanzar una acción cuya razón efectivamente era económica, pero no tenía mucho que ver con la deuda o con el insulto.
Como el rey Carlos X no había logrado que el bey argelino aceptara condiciones comerciales más favorables para Francia, envió miles de hombres armados –más de lo imaginable– con un diccionario básico de sabir a francés. Pero, a pesar de ello, Corré está convencido de que fueron los colonizadores –que se quedaron en Argelia de 1830 a 1962– los que terminaron con la lengua franca. "Querían que el francés fuera el idioma de la diplomacia, del comercio... el dominante. Y lo fue, hasta que el inglés lo desplazó".
Sobre esto, como de todo lo que tiene que ver con la lengua franca original, hay varias versiones. Pero al final hay algo que queda deliciosamente claro: en algún momento de la segunda parte del milenio pasado empezó a florecer el sabir, un hilo que sirvió para coser esa colcha de retazos que es la rica y variada cuenca que baña el Mar Mediterráneo.