Cómo será la nueva novela de Ava Dellaira, la autora de Cartas de amor a los muertos
En esta entrevista, la autora devela los detalles de su nuevo trabajo: Quienes solíamos ser, que se editará en enero próximo. Además, asegura que Catherine Hardwicke, la directora de Crepúsculo, trabaja en la adaptación de su último libro al cine
Ava Dellaira, la autora de Cartas de amor a los muertos, anticipa su nuevo libro: Quienes solíamos ser (VRYA), que verá la luz en enero próximo. La escritora, nacida en Los Angeles y criada en Albuquerque, propone una novela contada desde perspectivas alternativas por una madre y su hija. Un viaje de autoconocimiento narrado en las voces de esta mujeres, pero de una manera particular: ambas lo hacen a los 17 años, edad que Dellaira revaloriza como “un momento crucial entre la niñez y la edad adulta.” Quizás porque, para ella misma, sus 17 años estuvieron marcados por una nueva independencia. Viajó sola por primera vez y comenzó a planear una vida fuera de la ciudad en la que había crecido.
Tras el suceso de su primera novela Cartas de amor a los muertos, que ya fue traducida a más de 18 idiomas y espera tener pronto su versión en los cines, Dellaira decidió contar la historia de Marilyn y Angie, un relato sobre el amor, la identidad y la verdad. Marilyn tenía 17 años cuando se enamoró de James, el papá de Angie, quien siempre fue un enigma para la niña. Lo único que escuchaba de su madre era que él había fallecido antes de que ella naciera.
Esta adolescente birracial, creció con el dolor de no tener un padre, hasta que a los 17 años encuentra una foto que despierta la necesidad de saber qué sucedió realmente con su papá. La única pista que tiene es el nombre de su tío. Así comienza la búsqueda de su vida y de su propia identidad.
–¿Cómo surgió la idea de tu nueva novela?
–Cuando me mudé a Los Ángeles después de la universidad, mi madre había muerto repentinamente algunos meses antes. Aunque nací en la ciudad, nos fuimos cuando tenía tres años y no mantenía ningún recuerdo. Pero al volver, al llegar a Los Ángeles ya como una joven adulta, sentí como si existiera una ciudad debajo de la misma ciudad: la del pasado invisible de mis padres. Había una parte de mi madre, que había vivido allí antes de que yo naciera y que esperaba ser descubierta a través de las calles de su antiguo edificio de apartamentos, en las playas donde ella y mi padre pasaron las tardes pescando, en los restaurantes donde una vez se sentó, comió, se rió, soñó. Aunque no fue hasta años después que comencé a escribir Quienes solíamos ser, creo que parte de la idea surgió de esa sensación. Hasta me atrevo a decir que la idea real llegó mientras yo estaba en el auto, al igual que Cartas de amor a los muertos, aparentemente, el tráfico de Los Ángeles me está sirviendo mucho como autora. Pensé: '¿Qué tal un libro, que va y viene en el tiempo, y que cuenta la historia de una madre y una hija cuando tienen 17 años?'. Además de mi conexión con mi madre, el libro también surgió de mi amor por mi esposo: recordé cuando nos comprometimos, cuando comencé a pensar en ser madre y el miedo a ser madre. Así aparecieron mis sentimientos de impotencia, mientras luchaba, como Angie, como muchos de nosotros, con la realidad de tantos horrores en este mundo, y sintiéndome demasiado pequeña para hacer una diferencia.
–Es interesante que cuentes la historia de Marilyn y Angie, desde perspectivas alternativas. ¿Por qué decidiste narrarlo así?
–La idea de narrativas duales fue parte de mi idea original, incluso antes de saber de qué se trataba la historia. De hecho, escribí las dos perspectivas por separado. Cuando me quedaba atrapada en la historia de Marilyn, cambiaba a la de Angie y viceversa. Una vez que llegó el momento de unirlas, no estaba segura de qué tan bien funcionaría, pero terminaron encajando naturalmente. Una de mis cosas favoritas sobre el libro es la forma en que el pasado y el presente se hacen eco entre sí.
–¿Cuánto tienen de vos estas dos jóvenes mujeres? ¿Recordás cómo eras a los 17?
–Aunque ninguno de los personajes es autobiográfico, me identifico fuertemente con Angie y Marilyn. En el momento en que escribí el libro, pensaba en mi relación con mi madre, y también estaba empezando a pensar seriamente en ser madre, así que casi me sentía como si estuviera en algún lugar entre madre e hija. Reconozco que a los 17 años no tenía una idea clara de lo que quería hacer para ganarme la vida.
–¿Cómo imaginabas tu futuro a esa edad?
–No sabía si quería casarme. No sabía dónde quería vivir, aunque estaba ansiosa por salir y ver el mundo, así que mi imagen de mi futuro no era concreta, pero sí sentía que había un brillante faro al que seguir.
–Otro punto importante de la novela es la búsqueda de Angie de su propia identidad. En estos tiempos de tanta discriminación, centrarte en un personaje birracial, sin duda, adquiere otro valor. ¿Cuál fue tu objetivo principal?
–Cuando imaginé a James, imaginé que sería negro y que Angie sería birracial. Quería que los personajes del libro reflejaran el mundo en el que vivo y a las personas que amo. A pesar de que es un tema que me importa profundamente, al principio no necesariamente me puse a escribir explícitamente sobre la discriminación racial. Pero resultó imposible no enfrentar los problemas de la injusticia racial, y las formas en que las heridas del pasado, no curadas, impregnan en el presente. En el libro, Marilyn se da cuenta del daño que le ha hecho a su hija al no poder ser sincera con ella sobre el trauma que vivió. Mientras enfrenta su propio dolor y culpa, aprende que sólo a través de la honestidad puede comenzar la curación. Ella finalmente comprende que no puede proteger a su hija de los problemas de la injusticia racial a través del silencio, y que es necesario reconocer sus errores y tener un diálogo abierto. No sé si puedo pensar en un objetivo principal pero, sí tengo la esperanza de que el libro pueda hacer una pequeña contribución a la conversación más amplia que es necesaria para abordar los problemas actuales de discriminación e injusticia racial.
–Tu primera novela, Cartas de amor a los muertos sigue ganando lectores. Recientemente se publicó una edición especial ¿Cómo se siente al saber que personas de lugares tan distantes y diferentes leen tu trabajo?
–Es difícil encontrar las palabras para expresar cuán honrada estoy por la respuesta que ha tenido el libro. Cuando un lector se acerca para decirme lo que significa Cartas… para él o ella, me emociona y me lleva a recordar el momento en el que estaba a solas con los personajes frente a mi computadora escribiendo una historia que no sabía si alguien la leería alguna vez. Sin duda, lo que motivó a seguir fue el deseo, la esperanza de que algún día la historia encontraría a alguien en algún lugar del mundo que la necesitara.
Cartas de amor a los muertos es una novela epistolar que tiene como protagonista a Laurel, una joven que escribe cartas a distintos personajes muertos para desahogar la angustia que le provocó la muerte de su hermana.
–Hablamos de una historia muy personal en la que enfrentas varios problemas emocionales. ¿Recuerda cuál fue el más difícil?
–Bueno, ninguno de ellos fue fácil, ¡puedo decir eso! Para mí, enfrentar el problema de la ira probablemente fue el mayor desafío. Mi editor realmente me empujó hasta allí. Recuerdo que me preguntó: ´¿Pero Laurel no estaría enojada?´. Me di cuenta de que era algo que había evitado, probablemente porque era algo difícil de aceptar para mí. El dolor puede complicar otras luchas emocionales ya difíciles, y después de la pérdida de una persona amada, a veces puede ser casi como si aún quisiéramos protegerlos de nuestros sentimientos más difíciles.
–Stephen Chbosky, el autor de Las ventajas de ser invisible, fue el gran impulsor para que te animaras a escribir ¿Cómo fue esta búsqueda?
–Cuando le dije a Stephen por primera vez que quería ser escritora, me dijo: 'Si escribes, eres un escritor'. Esa simple oración tuvo un gran impacto en mí. Estaba recién llegada a Los Angeles, luchando por encontrar mi camino y mi voz. Estaba ansiosa por el reconocimiento y tenía prisa por llegar al momento en que el mundo exterior dijera: 'Ahora eres una escritora'. Pero el consejo de Stephen me ayudó a aprender a mirar hacia adentro, en lugar de buscar constantemente fuera de mí misma. Es de ese lugar que encontré el coraje de escribir con más honestidad de lo que había sido capaz anteriormente. Por supuesto, que es profundamente gratificante saber que tus palabras son leídas y apreciadas, pero al principio, uno está siempre solo con la página, y es el acto de escribir lo que más importa. Ciertamente no siempre es fácil, pero antes de buscar la validación externa, debemos encontrar la fe en nosotros mismos y en nuestro propio trabajo. Esto es algo que siempre me digo.
–¿Qué relación tenés con los iconos a los que Laurel le escribe? Hablamos de Kurt Cobain, Janis Joplin, Jim Morrison, Amy Winehouse, River Phoenix y Heath Ledger, entre otros.
–Tengo una conexión personal con cada uno de ellos, algunas con más fuerza que otras, pero por sobre todo admiro profundamente su trabajo.
–Se habló mucho de la adaptación de la novela al cine que tendría a Catherine Hardwicke (Crespúsculo) como directora. ¿En qué situación está actualmente el proyecto?
–Catherine Hardwicke todavía está vinculada a la dirección, y estamos trabajando con los productores en Temple Hill (la misma productora de Bajo la misma estrella, Crepúsculo, Maze Runner) para hacer la película. He aprendido que requiere de mucha paciencia, pero tengo fe en que veremos el libro cobrar vida en la pantalla grande.
–¿Escribir sigue siendo terapéutico?
–¡Sí! Escribir me permite sacar a la luz una variedad de luchas internas, tanto conscientes como inconscientes. A veces, mientras escribes, ciertas cosas saldrán, o la mente hará conexiones de las que ni siquiera estás consciente. No es hasta más tarde que reconoces aspectos de ti mismo en el trabajo.