Cómo se trabajó la llegada del nuevo formato de fin de semana
Un año y seis meses. Cientos de reuniones. Múltiples equipos. Todas las áreas. El cambio de formato de LA NACION del fin de semana no es solo un cambio de tamaño y páginas. Es un proyecto que une, motiva y desafía el statu quo. Es un paso más en una transformación constante, y también una responsabilidad con los lectores más fieles, con aquellos que tienen su hábito, su manera de conectar y de disfrutar la información por más dura que sea. Están las familias donde cada uno es dueño temporal de una sección y el silencio le gana por un rato la carrera a la tecnología, lo interesante se subraya y lo que lleva mucho tiempo de lectura se recorta para más tarde. Están los que eligen un momento de calma a cualquier hora del día y disfrutan de su autor favorito o los que directamente eligen las zonas que les interesan y descartan las que no.
Puertas adentro las discusiones se vuelven encendidas. Como en todo proyecto las opiniones se reparten. Hay quienes quieren barajar y dar de nuevo, quienes se muestran más cercanos a escuchar lo que dicen los focus groups y quienes suponen que este cambio es la oportunidad perfecta para repensar secciones y cuestiones de fondo. De la suma de los tres caminos se consensúa la alquimia perfecta.
Es un proyecto que une, motiva y desafía el statu quo
¿Hay algo más apasionante que tener la posibilidad de charlar sobre periodismo para quienes vibramos con las noticias, las investigaciones y la posibilidad de hacer? No. Claro que no. Los cambios siempre generan una mezcla de sensaciones –nostalgia por lo que se va y alegría por lo que viene– pero creemos en interpretar el momento y actuar en consecuencia. LA NACION es hoy protagonista en muchas plataformas: Digital, TV, audio (podcasts), libros, eventos y la edición impresa que marca agenda desde que tengo memoria.
Los pilares del nuevo fin de semana parten de un consenso. Hay tres condimentos que hacen a la fórmula LN y que deben mantenerse inalterables: el mejor periodismo, la elegancia y la jerarquización. Los matices del cómo lograrlo y a su vez cómo mostrarlo generaron varios debates. ¿Era necesario cambiar la tapa?, ¿habría que mantener los mismos contenidos?, ¿Se sumarían nuevos autores?, ¿qué pasaría con la paginación? La comodidad del berlinés, como se llama al nuevo tamaño, permitiría cumplir otro sueño para estos tiempos: sumar blanco. Así se define internamente al espacio que tiene por cubrir cada sección. Un paralelo con la tradicional página en blanco con la que se encuentra cada periodista al momento de iniciar su trayecto a la edición impresa del día siguiente. La edición de sábado tuvo ayer 128 páginas y la de domingo cuenta con 88 páginas de diario más 52 de la revista. El cuerpo principal y los suplementos crecieron en superficie para alojar más periodismo. Y vamos por más.
Las respuestas del nuevo berlinés fueron surgiendo con datos, estrategia y sobre todo construcción de futuro. Ana Gueller –directora de Arte junto a Andrea Platón y Mery Rodríguez Alcobendas– le pusieron su talento al rediseño. Junto a la Dirección Periodística y a la Secretaría encaramos la puesta en marcha. Los diarios tienen algo que se mantiene inalterable a lo largo de los años y es tal vez lo que los hace mejores. Son un producto del trabajo en equipo, un reloj en el que todas las piezas funcionan en conjunto. El periodismo es una pasión que se cocina a varios fuegos. Están aquellos platos que se preparan tal vez por años y finalmente encuentran su punto como “cuadernos de las coimas” de Diego Cabot. Están aquellos que se realizan en paralelo, como las investigaciones abiertas de Hugo Alconada Mon, cuyo tiempo se madura en función de los datos que se obtienen, y también algunos platos que nunca llegan a salir porque la punta investigada no coincidía con la realidad. Una investigación de mucho tiempo puede quedar en la nada; sin embargo, siempre vale la pena. Está también la inmediatez, la usina de breaking news que tiene que tener chequeado todo y publicado antes, y está también la excusa de crear. Así nació “el berlinés” un nuevo suplemento que contará con firmas muy talentosas y más valor agregado: Inés Capdevila, Luciana Vázquez, Camila Perochena, Ana Iparraguirre, Adriana Amado, Pola Oloixarac, Carola Gil, Diana Fernández Irusta y Celina Chatruc, entre otras referentes. Aquí también hay una búsqueda acorde al 2021. ¿Cómo se llamaría este suple? Domingo, Doménica, Enfoques, Fin de Semana, A fondo… los nombres se acumulaban hasta que fue uno de Nico Cassese el que nos llevó al consenso. ¿Por qué no llamarlo “el berlinés”?, dijo un poco tímido. Y así llegó la identidad de esta nueva apuesta editorial que esperamos les guste.
Los pilares del nuevo fin de semana parten de un consenso. Hay tres condimentos que hacen a la fórmula LN y que deben mantenerse inalterables: el mejor periodismo, la elegancia y la jerarquización
En definitiva, el diario del fin de semana no solo cambió de formato. Es otro paso hacia el futuro y tal vez la mejor excusa para resucitar las discusiones encendidas que la falta de presencialidad producto de la pandemia no pudo apagar. Es también una manera de demostrar con hechos que una trayectoria de 151 años, de valores inalterables y de la construcción republicana será siempre el mejor escudo ante la era de las fake news.