¿Cómo se construye un plan de gobierno?
En la política tradicional, las propuestas son un listado de promesas electorales
¿Cómo se construye un plan de gobierno? No se hace de un día para el otro. No es una idea, un disparador o una premisa para el debate. No se trata de un experto solitario o un referente sobre un tema específico. Tampoco consiste en ir a la televisión a discutir con integrantes de otros partidos políticos. Sin duda, no lo puede hacer un académico aislado en una oficina. Y menos que menos es fruto de la iluminación divina de una vanguardia.
Sin duda, no lo puede hacer un académico aislado en una oficina. Y menos que menos es fruto de la iluminación divina de una vanguardia
Un plan de gobierno es mucho trabajo. Es, ante todo, la articulación de las ideas de todos los sectores involucrados en una problemática; la capacidad de matizar esas ideas a través de las necesidades que imprime la coyuntura; es generar espacios de debate y tejer las redes más amplias posibles para que todos los involucrados en un sector lleguen a un consenso sobre las necesidades inmediatas que hay que solucionar; es detectar las potencialidades que nos van a permitir generar nuevas oportunidades; tener en cuenta los problemas estructurales que hay que ir corrigiendo en el camino; fijar un horizonte, y tener en claro cómo medir el éxito de los objetivos que nos proponemos cumplir. Es, en su esencia, tener una visión de cómo queremos que sean las cosas en el futuro y definir la infraestructura, los programas, las personas y las acciones para alcanzarlo.
Es decir, que un plan de gobierno no es un simple documento o una publicación: es generar un circuito de relaciones sociales, de integración de ideas, de búsquedas de consensos. Un buen plan no busca satisfacer todas las demandas de todos los sectores involucrados. Busca que las demandas comunes a todos no se traben en la discusión por las demandas más particulares. Que las personas involucradas en un sector adquieran un nuevo sentido común sobre hacia adónde hay que ir.
Busca que las demandas comunes a todos no se traben en la discusión por las demandas más particulares
En la política tradicional, las propuestas son un listado de promesas electorales. Para no quedarnos en eso, tenemos que pensar en planes integrales. Propuestas innovadoras, fruto del esfuerzo, del trabajo técnico serio y la articulación política abierta. Una forma diferente de hacer política, con un Estado inteligente y transparente.
Hoy la ciudadanía tiene la oportunidad de analizar las propuestas, involucrarse, comparar planes y exigirnos que todos estemos a la altura de nuestras promesas. Es por ello que tenemos la necesidad y obligación de incluir sin prejuicios a la mayor cantidad de personas a la mesa de discusión.
La única manera de dejar atrás los problemas cíclicos que periódicamente enfrenta nuestro país es entablando un diálogo abierto donde sean las mejores ideas las que se impongan.