Cómo se compara la economía de la Argentina con la del resto del mundo
Es sabido que, luego de una expansión creciente en el quinquenio 2014-2019 de la economía mundial a una tasa promedio del 3,8%, a partir del cuarto trimestre de 2018 comenzó una desaceleración que se ha ido agudizando a lo largo del corriente año. En efecto, a la fecha, el FMI estima que el crecimiento global de 2019 no sería mayor al 2,8%, versus un 3,8% registrado en 2018.
Resulta interesante, entonces, comparar este escenario 2019 de desaceleración global con la evolución de la economía argentina en igual período. A estos efectos, se tomará como referencia una muestra de los primeros 40 países medidos por su PBI (los cuales generan, aproximadamente, el 85% del crecimiento mundial) y se analizarán cuatro variables: producto bruto, inflación, desempleo y balance fiscal. Las fuentes básicamente han sido los últimos datos informados por la Intelligence Unit, de la prestigiosa revista inglesa "The Economist"; complementados, en algunos casos, con datos del FMI y de otros organismos internacionales.
Comenzando con el PBI, la tasa de crecimiento promedio estimada de los 40 países en cuestión alcanza –aproximadamente- al 3,0%; mientras que para nuestro país se proyecta una caída del 3,1% para este año. A esta negativa comparación, se le agregan algunas observaciones no menores. La primera de ellas es que, además de la Argentina, solo dos países registran crecimiento negativo. Ellos son: Hong Kong (-0,6%) y Turquía (-0,5%); ambos, por cierto, con serios problemas políticos y sociales. Otra referencia útil es que los 5 países con mayor tasa de crecimiento son: China (6,2%), India (6,1%), Indonesia (5,1%), Malasia (4,4%) y Polonia (4,0%).
Analizando ahora la inflación, la comparación es tanto o más negativa que la anterior. En efecto, la muestra en cuestión presenta un estimado anual promedio para 2019 del 3,4%, versus un pronóstico para nuestro país del 55%. Por su parte, las cinco economías que presentan los niveles más bajos de inflación son las siguientes: Suiza (0,4%), Corea del Sur (0.4%), Taiwan (0,5%), Grecia (0,6%) e Italia (0,6%). Más aún, si se toman los 36 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) -los cuales se caracterizan por tener economías abiertas y de libre mercado- su inflación consolidada para 2019 se proyecta a una tasa no mayor al 1,8%. Y todavía más grave, de la comparación surge que los únicos países que presentarían mayores subas que nuestro país son Venezuela (200.000 %), Zimbawe (180%), Sudán (65%) e Irán (65,0%).
Con respecto a la tasa de desempleo, a la fecha el promedio de la muestra analizada alcanza el 6,1%; con 16 países que llegan a una tasa de desocupación menor al 4% y que, por lo tanto, pueden considerarse en situación de pleno empleo. Dentro de ellos se destacan Taiwan (1,0%), Suiza (2,3%), República Checa (2,4%), Reino Unido (2,4%) y Singapur (2,6%). En el otro extremo, los mayores niveles de desempleo se encuentran en Grecia (16,7%), España (14,2%), Turquía (14,0%), Brasil (11,) y Argentina (10,6%). Nuevamente, en relación al mercado laboral, nuestro país figura entre las peores economías; con todos los problemas sociales de desigualdad, pobreza e indigencia que ello implica.
Finalmente, respecto a la situación fiscal, en general la tendencia a nivel global -al igual que en nuestro país- ha sido positiva. En efecto, de los 40 países analizados, 12 de ellos ya presentan superávit; desde un máximo de 6,9% del PBI (Noruega) a un mínimo de 0,1% (Australia). Por su parte, el promedio del total de la muestra asciende a un déficit de 1,9%. A este respecto, nuestro país ha hecho grandes esfuerzos para reducir su histórico déficit, estimándose que este año se lograría un saldo levemente negativo no mayor al 0,5% del PBI y, por lo tanto, mejor que el promedio ya mencionado.
En síntesis, del análisis comparativo efectuado surge que la situación de nuestra economía -tanto en términos relativos como absolutos- es realmente adversa. En efecto, salvo en el tema fiscal donde nuestra posición es razonable, en el resto de las variables analizadas (PBI, inflación y desempleo) la situación es realmente negativa. Es de esperar, entonces, que -de una vez por todas- se tome el toro por las astas y se encare un programa económico que contemple una mejora continua del escenario. Caso contrario, se podría llegar a un escenario macroeconómico aún más complicado que el actual.
El autor es analista de mercados internacionales y socio de FIMADES