Cómo reaccionarán los mercados ante el resultado electoral
Algunos inversores se entusiasman con la posibilidad de un traspié del kirchnerismo en las urnas
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Un viejo dicho señala que quien se quemó una vez con leche ve una vaca y llora. Más de un inversor habrá recordado esa frase al contemplar la fuerte suba que registraron ayer los precios de las acciones argentinas tanto en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires como en Nueva York. Algunos activos argentinos que cotizan en Wall Street volaron y alcanzaron alzas de hasta el 12%, al tiempo que el índice Merval logró un récord (medido en pesos argentinos, claro está). Del mismo modo, nuestro riesgo país descendió en las últimas semanas desde algo más de 1600 puntos hasta los 1477 de ayer, un pequeño alivio dentro de una calamidad.
Recomendaciones de bancos internacionales y tácticas especulativas por parte de inversores que presumen un resultado desfavorable para la coalición gobernante en las primarias abiertas (PASO) del domingo próximo habrían obrado para que el mercado bursátil luciera semejante optimismo.
Sin embargo, la situación vivida ayer en los mercados trajo a la memoria de muchos lo sucedido en vísperas de las PASO de agosto de 2019. A partir de encuestas que, en la semana previa a aquellos comicios que enfrentaban al presidente Mauricio Macri con la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Kirchner, daban cuenta de cierta ventaja para quien en ese entonces ocupaba la Casa Rosada y merecía mayor confianza de los inversores que el kirchnerismo, el viernes previo a las elecciones, las acciones y los bonos argentinos vivieron una fiesta. Pero 72 horas después, con los resultados del escrutinio en la mano, los activos argentinos se desplomaron y sufrieron una caída histórica, al tiempo que el precio del dólar inició un imparable ascenso. No había dudas sobre quién iba a ser el próximo presidente de la Nación.
En nuestros días, algunos inversores pueden haberse ilusionado con la lectura de ciertas encuestas que reflejan una reñida lucha en la provincia de Buenos Aires o con proyecciones que indicarían que la coalición kirchnerista no alcanzaría mayoría propia en la Cámara de Diputados y hasta podría llegar a perder el quórum propio de 37 senadores en la Cámara alta.
Se trata, por cierto, de conjeturas que los propios especialistas en opinión pública se encargan de minimizar, en función de la creciente limitación predictiva de sus sondeos y de un estado de ánimo colectivo asociado a la bronca y la desconfianza generalizada en la clase política, que torna complejo el escenario electoral.
Pero, ¿qué sucedería el lunes si se confirmase un mal resultado para un gobierno nacional que no ha sabido seducir a los inversores? ¿Subsistiría la euforia en los mercados por el supuesto freno que la ciudadanía les pondría en las urnas a las tentaciones hegemónicas que reinan en sectores del oficialismo?
Hay quienes piensan que, aun cuando las PASO de este domingo registren un resultado favorable a Juntos por el Cambio, nadie debería ilusionarse con una modificación del rumbo. Por el contrario, una derrota parcial del oficialismo haría que este doble su apuesta, aumentando el gasto público y la emisión monetaria para inyectar más recursos allí en vastas zonas del Gran Buenos Aires o del interior del país donde se crea que se puede revertir un resultado adverso. La resultante sería un mayor desequilibrio fiscal y más inflación.
De este modo, el camino por recorrer entre las PASO y las elecciones generales del 14 de noviembre sería un campo minado.
En materia política, un resultado adverso al Frente de Todos plantearía la hipótesis de que Cristina Kirchner y La Cámpora quieran “intervenir” el gobierno nacional, terminando de copar ministerios y empezando por la Jefatura de Gabinete, hoy a cargo de Santiago Cafiero.
La tensión que se produjo entre el Presidente y la vicepresidenta de la Nación en las semanas previas al armado de las listas de precandidatos se vinculó con la pretensión de Cristina Kirchner de obtener más espacios de poder en la estructura del Gobierno y con la resistencia de Alberto Fernández a cambiar su gabinete. Cabe recordar que fue la expresidenta quien propuso que Cafiero encabezara la lista de diputados nacionales en la provincia de Buenos Aires. Una manera de provocar la vacancia en la Jefatura de Gabinete, que el primer mandatario finalmente rechazó.
Antes de autoimponerse un llamativo silencio, Cristina Kirchner evidenció con sus gestos su intención de profundizar el deterioro del Presidente. Tanto cuando le pidió que pusiera orden donde debía ponerlo –esto es, en su propio gobierno–, como cuando prácticamente le sacó el micrófono al primer mandatario en momentos en que el jefe del Estado hablaba en un acto público.
Mientras Cristina no ha dudado en humillar en público al Presidente y en mostrarlo como cada vez más dependiente de ella misma, el primer mandatario ha venido incrementando su presencia en actos asociados a la campaña electoral, probablemente pensando en capitalizar personalmente una eventual victoria en la provincia de Buenos Aires. Desde el kirchnerista Instituto Patria, el mensaje sería otro: “Si ganamos será por Cristina y a pesar de Alberto”, se ufanan algunos de sus dirigentes.
En este contexto, es difícil determinar si un eventual traspié en las PASO por parte del oficialismo debería interpretarse como algo tan positivo para quienes apuestan a un cambio de rumbo.
Si bien nadie espera un giro de 180 grados antes de las elecciones presidenciales de 2023, los más optimistas expresan satisfacción con la posibilidad de que el Gobierno firme después de noviembre un acuerdo con el FMI que asegure cierta previsibilidad y que el resultado electoral frene un hipotético proceso de radicalización que derive en cambios institucionales, tales como un avasallamiento absoluto del Poder Judicial y hasta una reforma de la Constitución.
Los pesimistas, en cambio, aseguran que nada cambiará, cualquiera sea el resultado electoral. “Si el kirchnerismo sufre un traspié, de aquí a noviembre redoblará la apuesta. Y si en noviembre también le va mal en las urnas, no veo un plan de estabilización ni un ajuste en el sector público”, afirma el economista Agustín Monteverde.
De lo que no hay dudas es de que ante un resultado desfavorable en las PASO, el oficialismo seguirá barriendo problemas como el déficit fiscal debajo de la alfombra, con el riesgo de acelerar la emisión monetaria para hacer frente a las crecientes necesidades electorales y de aumentar la desconfianza.