¿Cómo piensan saldar “la deuda” con la infancia y la adolescencia?
De todas las deudas posibles que puede contraer un país, hay una que es imperioso saldar cuanto antes: la deuda con la infancia y la adolescencia. En el 30 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, el tratado de derechos humanos más ratificado en la historia, en Argentina más de la mitad de los niños, las niñas y adolescentes es pobre, pese a todos los esfuerzos, los compromisos y las políticas implementadas hasta ahora. La pobreza no se construye ni se deconstruye en el corto plazo: los países que lograron reducir la pobreza significativamente lo han hecho con periodos de crecimiento sostenido de su economía, junto con creación de empleo de calidad y programas de protección social. Nuestras estimaciones indican que para reducir la tasa de pobreza al 10% para la población de 0 a 17 años, el país debería crecer sostenidamente a una tasa del 2% anual hasta el año 2033. Esto es, fijar un objetivo que atraviese más de tres períodos presidenciales.
Hablar de la pobreza de los chicos y las chicas en una campaña electoral, es hablar del presente y del futuro de la sociedad. ¿Qué propuestas tienen los candidatos y qué políticas van a implementar para proteger los derechos del sector más joven de la población? ¿Cuáles son sus prioridades? ¿Cómo piensan saldar "La Deuda"?
Desde UNICEF convocamos a los candidatos a ocupar la presidencia y las gobernaciones, para acercarles a ellos y a sus equipos de campaña un documento donde hacemos un llamado a la acción para que las respuestas de políticas para erradicar la pobreza en la niñez sean una prioridad en la agenda del próximo gobierno. Pobreza entendida no solo por el nivel de ingresos en los hogares: el Sistema de Naciones Unidas considera y mide la "pobreza multidimensional", un indicador que identifica múltiples carencias en el acceso a la salud, la educación, la protección de derechos y el nivel de vida.
Pobreza es, por ejemplo, ser adolescente y no estar en la escuela, como los 500.000 chicos y chicas de 12 a 17 años que están fuera del sistema educativo. Son adolescentes que tuvieron dificultades económicas para sostener la cursada o dejaron el colegio para cuidar a un familiar o por lejanía o falta de escuelas o en el caso de las mujeres, porque quedaron embarazadas, entre otras razones.
Pobreza es no acceder al sistema de protección social cuyo objetivo es -justamente- asistir a las poblaciones más pobres. Aun con grandes avances en la última década, cerca de un millón de chicos y chicas de los sectores más vulnerables están afuera de programas de transferencia directa como la Asignación Universal por Hijo y alrededor de 300.000 pierden este derecho debido a dificultades en la certificación del cumplimiento de las condicionalidades exigidas en salud y educación, aun cuando las estén cumpliendo.
Pobreza es tener menos de 18 años y ser parte de los 1,7 millones de niñas, niños y adolescentes que residen en hogares cuyos ingresos no cubren una canasta básica alimentaria. Es sufrir malnutrición y trastornos del crecimiento, como sobrepeso y obesidad, factores de riesgo determinantes de enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Pobreza es estar encerrado en un dispositivo penal. Según UNICEF, el sistema penal juvenil en Argentina funciona como una respuesta tardía del Estado ante diferentes vulneraciones de derechos. La mayoría de las y los adolescentes que se encuentran privados de libertad vivió previamente en situación de calle (28%); pasó por una institución para niñas y niños sin cuidados parentales -principalmente- por haber sufrido violencia y maltrato (14%); y tuvo dificultades para asistir a la escuela (78%). El 27 de octubre además de elegir presidente se renueva buena parte del Congreso Nacional, donde aún está pendiente debatir un Sistema de Justicia Juvenil, en línea con los estándares internacionales y las recomendaciones que el Comité de Derechos del Niño le hizo al Estado Argentino en su última revisión.
La Deuda con la infancia y la adolescencia es una deuda económica y moral. Y en un país polarizado, en la región más desigual del mundo, en un contexto en el que cuesta encontrar acuerdos políticos, los derechos de los chicos y las chicas deberían convocarnos a todos por igual: sin ellos, sin ellas, no hay crecimiento posible y el futuro se vuelve una hipoteca difícil de saldar.
La autora es la representante de UNICEF Argentina