Cómo arruinarle el mes a Scioli
Cargar contra los ídolos no es precisamente la mejor apuesta durante una campaña electoral
Algo está fallando. El kirchnerismo atravesó agosto generando una antología de réplicas delirantes a realidades trágicas.
Puede causar risa, pero es en verdad dramático el esfuerzo oficialista para seguir poniendo la culpa en el nido ajeno. Siempre es duro discutir con la realidad y, aun más complicado, negarla.
Las inundaciones que todavía hoy jaquean el interior productivo de la provincia de Buenos Aires fueron explicadas por la cantidad de lluvia caída antes que por la ausencia de obras para paliar los efectos del cambio climático.
Para colaborar con la confusión generalizada, Aníbal Fernández culpó a la siembra directa y al día siguiente la destacó como una solución para los anegamientos. El círculo se cerró con un clásico del relato: los medios entendieron mal su chicana contra los productores, justo en el momento en que eran víctimas antes que victimarios de las inundaciones.
El candidato a gobernador venía cascoteado por las denuncias de narcotráfico y colaboró con su infaltable presencia en los micrófonos, tal vez a pedido de Cristina Kirchner, cuando dijo desconocer los motivos del viaje de Daniel Scioli a Italia justo cuando el agua cubría pueblos y ciudades de su provincia. La embarró y embarró al candidato presidencial.
Desde el propio oficialismo detonaron las críticas a los candidatos opositores que se fotografiaron en el agua, apenas horas antes de usar el aparato de propaganda para mostrar a los militantes kirchneristas repartiendo ayuda del Estado con pecheras de La Cámpora.
En el invariable juego de unos y de otros, los adversarios eran oportunistas y los militantes del Gobierno, abnegados luchadores anfibios.
El costo siempre será más alto cuando se paga el precio de errores no forzados, como el que cometió el duradero gobernador de Formosa.
Bastó que Carlos Tevez hablara de los contrastes que había visto en su viaje con Boca a Formosa para que un funcionario de la provincia más empobrecida de la Argentina lo acusara de "villero europeizado".
"Es como si yo construyera un hotel cinco estrellas en Fuerte Apache", había dicho el jugador al describir la pobreza que vio separada por un muro tras el que se levantaba un alojamiento de lujo,casino incluido.
Cargar contra los ídolos no es precisamente la mejor apuesta durante una campaña electoral. Sin embargo, el perspicaz Gildo Insfrán, el caudillo provincial, creyó descubrir que al jugador le habían "guionado" el discurso.
Tal vez Insfrán haya creído que era una operación de Mauricio Macri, sin reparar en que Tevez también jugó en La Ñata los promocionados partidos de Scioli.
El mensaje del funcionario de Insfrán no fue registrado por los sismógrafos de la corrección política del Inadi y, al menos por algunas horas, el regreso de Tevez a Formosa para jugar otro partido de la Copa Argentina fue puesto en duda.
Varios días después, el más atildado gobernador Juan Manuel Urtubey, especie de canciller de Scioli en el peronismo, intentó corregir desde Salta los insultos de sus vecinos formoseños.
Agosto cerró con el bochorno tucumano. Todo o casi todo fue lamentable, pero alcanzó cumbres entre lo grave y lo patético cuando, luego de la inédita represión de una manifestación para reclamar contra el supuesto fraude, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, dijo que dormía en el momento en que la caballería tucumana cargaba en la plaza Independencia.
Al cabo de una semana está lejos de conocerse el resultado en Tucumán y es apenas un supuesto que el oficialismo quiere instalar como una verdad que Juan Manzur derrotó a José Cano.
Bolsones, urnas quemadas, un sistema electoral tan tramposo como ineficiente y una protesta con escasos antecedentes. La Presidenta despachó el jueves las quejas opositoras con un pedido a reconocer los resultados, como si en verdad ya existieran.
Imitó al gobernador José Alperovich, que en la mañana posterior a las elecciones dijo entre sonrisas que debía ser reconocido el triunfo de su candidato, Juan Manzur.
El juego del gato y el ratón continuó minutos después, cuando luego de que la oposición denunció fraude, el presidente de la Junta Electoral tucumana dijo que todo había sido normal.
Desde Buenos Aires, el director nacional electoral, Alejandro Tullio, dejó otra frase tan inolvidable como tranquilizadora. "Quemar urnas no es fraude", dijo.
Termina agosto y es toda una paradoja el denodado esfuerzo kirchnerista para arruinarle el mes al candidato.
No debe de haber sido tan malo agosto para el oficialismo, si apenas se recuerda que Daniel Scioli ganó las PASO por un margen amplio.
El inconsciente del kirchnerismo parece imponerle a Scioli pasos que no entienden las razones de su candidato presidencial.
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