Cómo acompañar a nuestros hijos para que la vuelta a clases sea una experiencia única
En algún punto de la historia se debe haber comenzado a medir el tiempo por periodos escolares. Las vacaciones empezaban con el fin de curso y terminaban con los preparativos para una nueva etapa. Entonces, era hora de ver que los pantalones del grado anterior ya quedaban cortos, que las mochilas y carpetas habían sido extraviadas, que las hojas disponibles se habían convertido en mariposas de colores o en groseros monstruos para asustar a hermanos y primos.
Si bien “el hogar” está siempre inserto en un sistema más grande y de permanentes cambios y efectos movilizadores, es conveniente generar un plan propio, que colabore en hacer de este espacio de transición una serie de momentos fructíferos. En este tiempo las conversaciones van desde la idea de la libertad vacacional al concepto de “volver a la caja o a la prisión”. Asimismo, es probable que el orden sea invertido, y que la transición sea entre “la caja” encarnada en “la casa” durante el período de vacaciones y la idea del juego y la alegría a raudales ofrecida por la entidad educativa.
Algunas frases que se escuchan en las familias: “Se terminó lo bueno”, “ahora te quiero ver, “ya no te podrás acostar a cualquier hora”, “aprovechen ahora que se les termina la diversión”. Indudablemente estas expresiones no ayudan a la idea de que el nuevo año podría contribuir con nuevas vivencias que merecen ser vividas.
En estos días también aparecen los temas referidos a las cuestiones económicas. Hay que ser muy cuidadosos a la hora de enunciar las prioridades y las decisiones de los padres con respecto a la educación de los niños. Los niños no deberían sentir su ingreso a las aulas como una tremenda carga para sus progenitores, ya que podría resultar llenarlos de culpas.
La mayoría de las personas en sus trabajos generan balances y proyecciones en función de los nuevos desafíos; sin embargo, pocas veces se hacen balances y proyecciones junto a los propios hijos.
De los balances
En los días previos al comienzo de las actividades, resultaría provechoso desarrollar conversaciones que permitan:
- Traer al presente los logros del período anterior, reconocer y valorar “en voz alta” cada peldaño transitado.
-Revisar los niveles de exigencia y de auto-exigencia de cada miembro de la familia y si ha sido favorable o perjudicial para los resultados que querían lograr.
Del presente y las proyecciones
Al iniciar cada ciclo lectivo sería interesante promover tareas conjuntas como:
-Ordenar ropa, juguetes, juegos. Decidir qué elementos continúan y cuáles salen de circulación: se guardan, se tiran, se donan.
-Apelar a la creatividad y clasificar aquellas cosas que son reciclables para la familia o para regalar a otras personas. Reciclar es una actividad que puede reunir a la familia y generar aprendizajes maravillosos. Regalar es una acción que raya en lo sagrado: elegir a quién, en qué condición, con qué palabras ofreceremos eso que ha sido de valor para nuestras vidas.
-Poner sobre la mesa las nuevas rutinas y organizaciones. Esto da tranquilidad a chicos y grandes.
-Visualizar en familia los escenarios que podrían ocurrir en las prácticas escolares y extra escolares, especialmente de los jóvenes: otros docentes, compañeros que se suman, viejas relaciones que podremos mirar con “ojos nuevos”, ausencias que importan. Esto reduce el stress y los habilita a traer a casa los comentarios al finalizar las primeras jornadas.
- Revisar las ideas de futuro que han sido conversadas anteriormente para comprobar si siguen siendo las mismas o son necesarios algunos ajustes. Por ejemplo, si un pre-adolescente indica que ha cambiado de opinión y que ahora quisiera ser médico, tal vez habría que preguntarle acerca de su relación con la biología, la química y otras materias que pudieran ser afines a su interés. La idea del trabajo de tus sueños comienza a gestarse a temprana edad y siempre es conveniente prestar atención para encauzar las ganas, sostener y alimentar esa meta soñada.
-Chequear y registrar las expectativas de cada uno, sin importar las edades. Los niños pequeños suelen expresar claramente qué es lo que quieren que pase.
-Abrir un cuaderno de sueños compartidos para la familia. Pueden ser pequeños sueños realizables durante los meses de clases, que se puedan lograr con aportes de todos y que puedan formar parte de la agenda familiar.
Que el estreno de esta etapa se convierta en el lanzamiento de un viaje único, con experiencias inolvidables, con las mejores fotos, con capacidad de asombro, con registro de vivencias. Con la fortaleza aprendida, con los pies en el presente y con una pantalla con tintes provocadores, que cada tanto nos recuerde hacia dónde estábamos yendo y nos indique la necesidad de recalcular si fuera necesario.
Máster Coach Ontológico Profesional y miembro de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional (AACOP)