Combatir la injusticia con justicia
PARIS.- La situación israelí-palestina, a mi juicio, se pasó de la raya en lo que puede concebirse una solución política, al menos en el futuro previsible y acaso durante esta generación. Demasiado se destruyó caprichosa e insensiblemente en los años posteriores a los acuerdos de Oslo. Ambas partes están ahora más o menos ciegamente comprometidas con objetivos inalcanzables: los israelíes, con la ocupación y la colonización permanente de los territorios palestinos de los que se adueñaron en la guerra de 1967, o por lo menos con tanto territorio, ante la presión de sus propios colonizadores y extremistas religiosos, como el que opten por conservar.
Por su parte, los palestinos se valen sólo del poder de la debilidad. Esto significa resistir permanentemente a través actos suicidas de destrucción indiscriminada. La violencia está justificada por la creencia de que si Israel no puede ser derrotado en el corto plazo, en el largo plazo está condenado, por la propia historia, al mismo destino que el de esa otra cabeza de playa occidental en el mundo árabe, el medieval Reino Latino de Jerusalén durante las Cruzadas.
Desde el exterior, las actuales exhortaciones para que se produzca un cese del fuego no tienen sentido ya que un cese del fuego, aun cuando se logre, meramente suspendería la dinámica de un conflicto librado y ratificado por la opinión popular de ambos bandos. Ninguna propuesta actual va más allá de ofrecer un acatamiento a medidas "generadoras de confianza", ya que cualquier intento de sobrepasar esa instancia, tratando de alcanzar compromisos tendientes a una forma de solución que justifique esa confianza, sería rechazado preventivamente por Israel.
Los israelíes sólo mostraron interés en acuerdos parciales y transitorios. La idea, planteada últimamente, de que la OTAN debería intervenir para separar a los adversarios convertiría a esa organización en garante de Israel dentro de las fronteras que ahora ocupa, incluyendo los territorios conquistados en la guerra de 1967, de lo cual se trata todo el conflicto. La OTAN se convertiría en el más moderno carcelero de los palestinos. Una fuerza internacional sería aceptada por los palestinos como un escudo de protección contra Israel y una internacionalización del conflicto, lo cual piensan que sería ventajoso para ellos. Pero por ese mismo motivo sería rechazada por Israel. La idea de que los Estados Unidos aceptarían o enviarían tropas para una intervención de esa naturaleza tiene algo de fantasiosa.
Sin embargo, se oyen voces desde una dimensión de pensamiento totalmente distinta, la de la moralidad.
Iyad as-Sarraj, un activista palestino y defensor de los derechos humanos, escribe en un sitio de Internet auspiciado por la organización Soros (www.amin.org) que la Autoridad Nacional Palestina nada ha hecho para salir de un "estado tribal" y transformarse en un Estado nacional. ¿Por qué los niños palestinos quieren armas? Se dieron cuenta a partir de la ocupación israelí de que Israel es poderoso porque tiene las armas que provocan la debilidad de sus padres. Los niños "nunca dejan de pedir que sus padres se armen, utilizando un sencillo razonamiento:¿Cómo podrás protegernos, padre, si no tienes armas?" Iyad as-Sarraj continúa:"Es hora de reconocer que el auténtico heroísmo consiste en mostrar una conducta ejemplar, que se resista a ser empujada a cometer actos de violencia contra civiles israelíes. Eso debilita nuestra causa más que nada... Incluso me atrevería a decir que deberíamos juntar todas las armas de las que disponemos y declarar que no queremos hacer nada más con ellas: que simplemente reclamamos nuestro territorio y nuestra libertad... Es necesario que los palestinos combatamos la injusticia sólo con la justicia. Más que nunca el mundo está dispuesto a respaldarnos, así como fue capaz de causar la desintegración del racismo en Sudáfrica. Pero esto depende, antes que nada, de los propios palestinos".
A principios de este año, en Nueva York, Michael Walzer, filósofo y miembro del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, pronunció el 20º Discurso Conmemorativo Hans Morgenthau sobre Etica y Política Exterior en el Carnegie Council. Su tema fue "El universalismo y los valores judíos". Se trató de un discurso complejo y sutil, pero de cuyo análisis a fondo no me ocuparé en este momento. Sin embargo, Walzer se refirió a la visión de la paz que puede ser extraída de los libros de Miqueas e Isaías, citando: Y transformarán sus espadas en rejas de arado. Y convertirán sus lanzas en instrumentos de poda. Ninguna nación levantará su espada contra otra nación. Y nunca más sabrán lo que es la guerra . Su observación sobre este célebre pasaje es que, en contraste con su interpretación habitual, no presenta una visión de la paz entre pueblos que evitaron las identidades provincianas y se sobrepusieron a sus diferencias. "Sólo dejaron de pelear por la identidad y la diferencia." Walzer expresó que la visión convencional de un mundo pacífico es universalista, la de un "imperio sin dominación", un Estado mundial de ciudadanos en un pie de igualdad, y no una mezcla de naciones heterogéneas y beligerantes, una "pax romana" en la que hay una "pax" que no es, como en el caso de Roma, impuesta por la fuerza.
La visión judía, descripta por Walzer, es la de una especie de "pax Dei" -una paz emanada de Dios- entre "el conjunto conocido de naciones". Eso es lo que le da a esa visión su atractiva humildad. Si "espadas transformadas en rejas de arado" es utópico... una pluralidad de "naciones" y "muchos pueblos" es realista. Tanto el pueblo judío como el palestino son los que tienen que envainar sus espadas, como señaló Iyad as-Sarraj.
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