¿Una nueva división en la sociedad?
Producto quizá de un prematuro entusiasmo, destacados politólogos se aventuraron a imaginar un escenario electoral de corto plazo e ideológico de mediano y largo aliento conformado por dos grandes bloques/coaliciones, una de ellas, de centroizquierda o "progresista" -identificada por el recientemente conformado Frente por Todos-, y la otra, de centroderecha o "conservadora" -identificada con el ahora denominado Juntos por el Cambio, antes Cambiemos-. Quienes sostienen esa hipótesis coinciden en posicionarse como comprometidos intelectuales de centroizquierda y han manifestado su respaldo a la fórmula del Frente por Todos. ¿Correlación? Seguro. ¿Causalidad? Debo una respuesta.
Merece ser destacado que esa tesitura era sostenida ya diez años atrás por intelectuales que, en la gran mayoría de los casos en los años 90, destacaban la normalización del sistema político argentino antes de la gran crisis de 2001/2002.
Un maestro de la sociología argentina, el recordado Juan Carlos Agulla, solía afirmar que para aquellos que estuviéramos interesados en las novedades en materia bibliográfica nada era mejor que retornar a la lectura de los autores clásicos. Siguiendo ese sabio consejo, y recordando a un contemporáneo ya clásico como Natalio Botana, es necesario sostener que la política local parece dirimirse entre dos nociones competitivas de la legitimidad política: la primera de ellas tiene expresión a través de lo que podríamos denominar la tradición republicana liberal; la segunda, enmarcada dentro de lo que podríamos denominar nacionalismo popular -el término populismo dice todo y no dice nada respecto de esta tradición en la perspectiva de quien escribe estas líneas-.
Ambas tradiciones representan nociones en conflicto no solo en lo referente al sentido y uso de las reglas de la sucesión política, sino también en relación con el modelo de convivencia social deseable y los valores que lo sostienen -fines últimos en clave del propio Botana-.Así, observamos una visión de la democracia como fin, frente a una definición de la democracia como medio (en un sentido instrumental). Una visión de la sociedad con eje en el individuo, frente a una noción comunitaria, u organizada, como viene expresando su más destacado exponente episcopal a través de la distribución de una conocida publicación a sus visitantes. Una imagen del mundo exterior como oportunidad frente a una percepción más bien amenazante de ese entorno externo y diferentes visiones sobre la igualdad, de oportunidades en una tradición, de resultados en la otra, que se enfrentan, entre otras definiciones.
Se trataría entonces más de un conflicto de subculturas políticas que ideológico, si bien puede cruzar de manera transversal a ambas tradiciones/bloques/coaliciones electorales; así, podríamos identificar republicanos progresistas, nacionalistas populares conservadores, republicanos conservadores y nacionalistas populares progresistas.
Un buen ejemplo ha sido el debate acerca de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), que encontró en la misma vereda a republicanos y nacionalistas populares progresistas a favor de la sanción de una ley que defina un marco legal para asegurar condiciones para el ejercicio legal responsable y seguro de la interrupción del embarazo, y enfrente a republicanos y nacionalistas populares conservadores, unidos en una postura de franca oposición a la aprobación de una ley que asegure la IVE.
Recordando a un clásico dibujo animado de la Warner Brothers, me pregunto entonces: "¿Qué hay de nuevo, viejo?". Mucha continuidad, poco cambio: este parece ser el signo de los nuevos tiempos.
Politólogo, profesor asociado regular UBA