Una crisis más allá de lo económico
Si los argentinos creemos que la crisis que vivimos es económica, no estamos comprendiendo su magnitud y, lo que es más grave, estamos errando el diseño de su solución. El problema es más profundo. La economía visibiliza los síntomas, pero el problema real está en la causa, y de esto poco se habla. Veamos tres ejemplos.
En primer lugar, el estado de situación de nuestra niñez. Cualquiera sea el índice de pobreza exacto de la Argentina, uno de los aspectos más graves de sus consecuencias es que hay más niños que adultos afectados por sus implicancias. Hace pocas semanas, en el marco de las Mesas de Diálogo para el Aprendizaje en Argentina que desarrolló Educar 2050, el doctor Facundo Manes explicaba: "Más del 40% de los menores que habitan en nuestro país presentan algún tipo de malnutrición y el llamado estrés crónico de la pobreza. Ambas circunstancias dañan la capacidad de aprender del cerebro". Este daño a la niñez es un problema de educabilidad que ya tiene varias décadas y que evidentemente excede a la economía y alcanza hoy a varias generaciones que no han logrado escapar de su vulnerabilidad. Primer ejemplo.
El segundo tiene que ver con la llamada deuda educativa argentina. Nuestro país, pese a grandes esfuerzos, tiene un problema de cantidad, calidad y equidad en los aprendizajes. Hace trece años una ley nacional estableció que el sistema escolar obligatorio se extendía hasta los 17 años, pero, a pesar de algunos progresos en la matrícula, hoy más del cincuenta por ciento de esos menores no terminan ese ciclo obligatorio en tiempo y forma. Con relación a la calidad, los resultados de las pruebas Aprender de los alumnos indican que más del 70% de quienes están en el último año del secundario no son capaces de resolver ejercicios simples de matemáticas y un porcentaje preocupante tiene problemas de comprensión lectora. Pero el problema quizás más doloroso es la inequidad educativa: los datos de esas pruebas indican que el 90% de alumnos perteneciente a los niveles socioeconómicos más bajos no pueden resolver ejercicios sencillos de matemáticas y el 60% no comprenden lo que lee.
Si conjugamos las consecuencias del problema de educabilidad en la niñez argentina con las dificultades y desigualdades en los aprendizajes de los adolescentes, la conclusión nos muestra el verdadero riesgo país. Una sociedad que no logra los conocimientos necesarios para incorporar a la vida adulta a la mayoría de sus jóvenes es una sociedad en riesgo, que carece de las condiciones necesarias para su desarrollo. Ahora bien, hay un tercer factor cultural que excede a la economía y que en gran medida está en la génesis de todos nuestros problemas como sociedad: la anomia argentina, la degradación de las normas y la falta de respeto que ella supone. Pues de estas cosas tenemos que hablar en una campaña electoral y por eso las llevaremos al foro del 9 de octubre de Educar 2050.
La buena noticia es que los tres motivos de nuestros síntomas se corrigen con un plan educativo que sea prioridad y política de Estado. Comprender que nuestra crisis excede lo económico es el punto de partida. Los argentinos podemos salir de esta crisis. Hay ejemplos a lo largo y ancho del país. Lo que necesitamos es la humildad para reconocer que hemos cometido muchos errores. De esto también tenemos que hablar.
Presidente de Educar 2050