¿Un mundo mejor tras la pandemia?
MIAMI.- En momentos en que las pantallas de televisión nos muestran un sinnúmero de médicos, economistas y políticos hablando sobre el coronavirus, decidí llamar a un reconocido psicólogo social y preguntarle cómo cambiará el mundo después de esta pandemia. Y lo que me dijo fue sorprendentemente optimista en medio de la desesperanza reinante.
Peter Coleman, un profesor de Psicología de la Universidad de Columbia que estudia conflictos políticos y desastres naturales en todo el mundo, dice que la crisis actual puede conducir a una disminución de la polarización política en los Estados Unidos y en el resto del mundo.
Coleman, que está a punto de publicar un nuevo libro titulado La salida: como superar la polarización tóxica, dice que varios estudios han demostrado que "enemigos comunes" como la actual crisis de coronavirus han ayudado a sociedades profundamente divididas a unirse ante la adversidad.
Y eso puede pasar en todos los países donde la polarización política ha aumentado dramáticamente en los últimos años, dijo. Coleman me citó el caso del "Blitz", el bombardeo nazi de 56 días contra Gran Bretaña, que el gabinete del primer ministro británico Winston Churchill pensó que daría lugar a saqueos y peleas internas por escasos recursos. Y en cambio, resultó en un aumento en el altruismo, la compasión, la generosidad y las acciones para el bien común.
Algo similar sucedió después del tsunami de 2004 en Indonesia. El gobierno y los grupos insurgentes hicieron a un lado sus diferencias para reconstruir las comunidades destruidas, agregó.
La segunda razón por la cual Coleman es cautelosamente optimista sobre una disminución de la polarización es que las catástrofes naturales a menudo actúan como "shocks" al sistema político". Al cabo de algunos años, muchas veces dan lugar a cambios políticos positivos.
Un estudio de 850 conflictos interestatales que tuvieron lugar entre 1816 y 1992 encontró que más del 75% de ellos terminaron dentro de los 10 años después de un "shock" al sistema, me dijo Coleman. Otro estudio realizado por el politólogo de la Universidad de Princeton Nolan McCarty mostró que Estados Unidos era un país profundamente polarizado hasta que dio un gran giro hacia una mayor cooperación política en 1924. Eso fue una década después de la Primera Guerra Mundial, y después de la pandemia de gripe de 1918, que mató a 50 millones de personas en todo el mundo.
"El punto es que este tipo de conmociones como la actual pandemia no son una garantía de ningún tipo de cambio, pero a menudo son una condición necesaria para cambiar patrones de conducta profundamente arraigados como la polarización política", me dijo Coleman.
Efectivamente, ya estamos viendo algunos ejemplos de esto. En Colombia, el grupo guerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN) declaró la semana pasada un alto el fuego de un mes como un "gesto humanitario" ante la pandemia. En la Argentina, el presidente Alberto Fernández y el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta –dos rivales políticos–, se han reunido para tratar de combatir conjuntamente la pandemia en la Capital.
Pero también hay razones para ser escéptico sobre escenarios demasiado optimistas. El nacionalismo y el populismo ya estaban en aumento antes de la crisis Covid-19, como hemos visto con las elecciones del presidente Trump en Estados Unidos, Boris Johnson en Gran Bretaña y Jair Bolsonaro en Brasil, entre otros.
Y la cooperación global está de capa caída. A diferencia de lo que sucedió durante las crisis de 2001 y 2008, esta es la primera vez en años recientes en que Estados Unidos no lidera una iniciativa global coordinada para combatir un problema global.
Trump, un autoproclamado nacionalista, ha culpado a China por la pandemia. Y China culpa a Trump. Cada una de las grandes potencias está yendo por su lado, muy lejos de la solidaridad y la acción conjunta por el bien común de la que habla Coleman.
Hasta ahora, es difícil ver que esta crisis pueda tener impactos positivos. Pero la buena noticia es que, si Coleman tiene razón, a menudo hay un efecto retrasado de unos diez años entre las grandes catástrofes y los cambios políticos que disminuyen la polarización interna y externa. ¡Todavía hay esperanza de que esta crisis conduzca a un mundo mejor!