Un desarrollo de amplio alcance
Pese a la austeridad en que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) desarrolla sus actividades, sus proyectos siguen alcanzando logros muy relevantes. Se destaca la construcción de las sucesivas etapas de la Central Argentina de Elementos Modulares (Carem), un reactor que posee un diseño que, en función de la demanda energética, hace posible ampliar la potencia generada agregando módulos. Su diseño es netamente argentino y ha atraído la atención de países como Rusia.
En cuanto al reactor multipropósito RA-10 (de investigación y producción de isótopos), se avanza en el edificio de medición de haces de neutrones, incorporándole equipos de diseño propio. Estos proyectos, además de tener impacto estratégico en el desarrollo de la industria nacional, empezando por la nuclear, tienen implicancias en las áreas médicas y en la ciencia y la técnica, generando trabajo genuino, innovación y divisas a través de exportaciones. Podemos citar la puesta en funcionamiento del Centro de Medicina Nuclear Intecnus en Bariloche, la entrega de un centro de radioterapia y diagnóstico al municipio de Pergamino y el Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia de Río Gallegos.
Otro hito tecnológico en el área de la salud fue la instalación en el Hospital de Clínicas del primer tomógrafo por emisión de positrones AR-PET, desarrollado casi en su totalidad por CNEA. Y hubo avances en el desarrollo y la construcción de un acelerador electrostático para su uso en la terapia por captura neutrónica en boro para el tratamiento del cáncer, desarrollo que permitió exportarle un prototipo a Corea de Sur. Es útil describir estos usos de la tecnología nuclear, pues cuando se menciona a la industria atómica existe en el imaginario colectivo una conexión fuerte solo con el aspecto bélico, pero su uso en aplicaciones ligadas al bienestar y la salud humana son vastísimas.
A lo largo de décadas, la CNEA continúa produciendo los radioisótopos que se usan en el país y se exportan a otros países. En la Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, la CNEA ha recibido un premio a la innovación tecnológica por ser parte del primer país en el mundo en desarrollar un nuevo método de obtención de molibdeno-99, colaborando con la no proliferación nuclear. Lo vendió a Australia, Egipto, Argelia y la India, en donde se está por poner en funcionamiento su planta de producción de diseño argentino.
Menos conocida es la actividad geológica de la CNEA, que en un país con extensos plegamientos tectónicos como el nuestro puede dar lugar a la obtención y exportación de minerales exóticos (tierras raras) tan apreciados en la investigación y las industrias de punta como la satelital. En esta área la CNEA ha provisto los paneles solares del satélite Saocom 1A, que integró Invap. Y avances en el área académica: en los institutos Balseiro, Sábato y Beninson se ha aumentado la cantidad de carreras y las convocatorias a aspirantes a becarios.
En energía se destaca el reingreso en servicio de la Central Nuclear Embalse, que luego de culminar su proyecto de extensión de vida útil, comenzó a suministrar nuevamente energía eléctrica a la red nacional con un segundo ciclo operativo de 30 años. En este proyecto llevado adelante por Nucleoeléctrica Argentina ha tenido alta participación todo el sector nuclear argentino. Los componentes de la isla nuclear fueron fabricados por Conuar e Impsa, ambas empresas argentinas, e intervinieron varios proveedores nacionales, dando trabajo a muchas personas.
La actividad nuclear es fuente de innovación, conocimiento, salud, trabajo y también divisas; es un motor para el desarrollo y el futuro del país que posee sinergia en muchos campos y que conviene tener presente y ser potenciado.
Administrador gubernamental, Secretaría de Asuntos Estratégicos, Presidencia de la Nación