La Argentina tiene un sistema de salud segmentado y plural. Casi 10% del PBI se gasta en salud, en proporción uno de los más altos en la región, y nuestros resultados sanitarios no se corresponden con la magnitud de ese gasto. Y no solo eso, nuestro sistema es muy inequitativo y las desigualdades son muy grandes. Y estas disparidades sanitarias son inadmisibles. Por ejemplo, la mortalidad infantil varía entre dos y tres veces entre distintas provincias, la mortalidad materna, ocho veces; el tiempo al tratamiento inicial del infarto de miocardio varía ampliamente entre provincias u obras sociales ricas y pobres. Aún más, la mortalidad por cáncer de cuello de útero, asociado a la pobreza, varía casi ocho veces y la de cáncer colorrectal, casi cinco veces entre regiones ricas y pobres de nuestro país debido a menores prácticas preventivas. Estas diferencias también se ven en mayores demoras para el inicio del tratamiento del cáncer de mama, o menor detección y tratamiento de hipertensión o diabetes en las provincias más pobres.
Esta es la realidad y el contexto que nos impulsaron en nuestra gestión a avanzar en la implementación efectiva de la Cobertura Universal de Salud (CUS). Esto implica que todas las personas tengan acceso, sin discriminación alguna, a servicios integrales de salud, adecuados, oportunos y de calidad, así como a medicamentos seguros, eficaces y asequibles, sin que los usuarios se expongan a dificultades financieras, en particular los más pobres y necesitados.
En la Argentina, cualquier ciudadano o residente tiene derecho a recibir atención gratuita en una institución de salud pública. Sin embargo, cobertura nominal no es lo mismo que cobertura efectiva. Cobertura efectiva no es solo poder atenderse episódicamente en la guardia de un hospital o en un centro de salud, sino que además implica tener un médico de cabecera que se responsabilice junto al equipo de salud familiar para asegurar el primer contacto, acceso, integralidad, continuidad y coordinación de cuidados; el desarrollo de historias clínicas electrónicas interoperables entre diferentes provincias, obras sociales y hospitales, que se abran leyendo el código QR del DNI, turnos online y telefónicos en el centro de salud con consultas protegidas en el hospital otorgadas en el mismo centro, telemedicina para la consulta remota, y facturación electrónica; el despliegue de redes integradas de atención entre centros de salud y hospitales a través de circuitos por los cuales las personas puedan transitar fácilmente entre los distintos niveles de complejidad; y en la elaboración de protocolos de atención para los problemas de salud prioritarios y para los cuales resultan inaceptables las diferencias regionales en los resultados de la atención médica.
En estos últimos tres años, nuestro sistema de salud pública ha mejorado en el control temprano del embarazo -superando 50% los embarazos detectados antes de la semana 13-, aumentó más de 50% los controles efectivos en niños y adolescentes, se redujo 10% la mortalidad infantil en la Argentina -en 2018 la más baja de la historia-, y también se redujo más de 20% la frecuencia de embarazo adolescente. Esto se acompañó de mejoramiento de los indicadores de prevención y control de hipertensión arterial, diabetes, enfermedad cardiovascular y varios tipos de cáncer prevalentes en adultos. Hoy ya tenemos más de 600 equipos de salud familiar con médicos de familia atendiendo a más de 1 millón y medio de usuarios en 15 provincias y casi 2 millones de usuarios del sistema público con historias clínicas electrónicas interconectadas en todo el país.
Es importante que la nueva gestión del Ministerio de Salud siga con esta política y esta estrategia de trabajo conjunta entre la Nación y las provincias, que empezó con el Plan Nacer en 2003 bajo la primera gestión del actual ministro Ginés González García, siguió con el Programa Sumar y continuamos nosotros en estos últimos dos años con la ampliación de la cobertura efectiva a la población más vulnerable. Avanzar hacia la CUS, priorizando inicialmente al sector público, es un camino crítico en la lucha contra la pobreza ya que, así como la pobreza genera enfermedad, la enfermedad perpetúa la pobreza y también compromete el desarrollo económico y social de los países.
La CUS es acercar un mejor sistema de salud a las personas y ampliar los derechos de quienes habitan en nuestro país para que reciban una atención integral, equitativa y de calidad y para que el lugar en el que nacemos, vivimos o trabajamos, nuestra condición socioeconómica o el tipo de cobertura sanitaria, no sigan siendo factores que influyen en la probabilidad de enfermar o morir. En definitiva, es no dejar a nadie atrás.
Exministro de Salud de la Nación