Que el shock de las PASO nos despabile
En El espíritu de las leyes, Montesquieu dijo: "Todo estaría perdido si el mismo hombre (o el mismo partido) ejerciera los tres poderes: el de dictar leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los crímenes". En el artículo 47 de El Federalista, James Madison agregó que cuando "todo el poder de un departamento es ejercido por quienes poseen todo el poder de otro departamento, los principios fundamentales de una Constitución libre se hallan subvertidos".
Para ellos, como para cualquier pensador republicano, esa era "la misma definición de la tiranía". Su gran contribución a la teoría y la práctica políticas fue que los poderes se controlan y contrarrestan mutuamente. Esto significa que incluso viviendo en democracia, la independencia de los poderes puede ser solo una formalidad y que en los hechos el Ejecutivo use el Congreso como una escribanía y administre la Justicia como más le plazca. Cuando esto ocurre, sigue habiendo democracia, lo que no hay es república. Nuestros pensadores llamaron tiranía a esta ruinosa posibilidad.
Aristóteles, que no sabía una palabra de frenos y contrapesos, alertó sobre la "tiranía del demos", cuando todas las funciones públicas eran monopolizadas por una facción, con el riesgo adicional de que la suma de poder conlleva siempre la tentación de incumplir la Constitución. Una democracia de facción es un gobierno de la mayoría que desprecia la Constitución.
Nosotros somos una república, nos preciamos de vivir en una democracia constitucional. Quiere decir que si bien creemos en la soberanía popular, nos guardamos bien del gobierno de las mayorías cuando estas no tienen restricciones. La democracia constitucional es el gobierno de la mayoría, pero sujeto a normas que no pueden ser transgredidas. Como señaló lord Acton, "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente", por eso la Constitución establece un sistema de distribución, independencia y control recíproco de los poderes. Este, además de las buenas costumbres y el sentido común, es el único freno de que disponemos para oponer resistencia a las mayorías. Salvo que creamos que la mayoría nunca se equivoca y que es lícito liquidar a las minorías, mediante la intimidación o castigando la expresión pública de las disidencias.
Las últimas PASO arrojaron un resultado temerario. Ninguno de los actores políticos ni las encuestadoras ni los analistas previeron tan aplastante triunfo de la fórmula Fernández-Kirchner y un castigo tan duro para Cambiemos. Pero con Macri la inflación ha llegado al 200% y puede ser peor.
Suele decirse que no tenemos memoria, pero el alcance de la memoria es indirectamente proporcional a la miseria. Se acorta a fuerza de hambre, y la sensibilidad social de Cambiemos ha dejado mucho que desear. Es posible que pague onerosamente sus desaciertos y su mala praxis en materia económica, pero el precio más alto lo pagaremos los argentinos. Y lo haremos principalmente en calidad institucional; en el respeto por los derechos de las personas y de las asociaciones de personas; en la activación (tristemente tardía) de la Justicia; en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Exministros, exsecretarios, exvicepresidente: presos. La expresidenta Fernández de Kirchner acumula trece procesamientos por delitos vinculados con actos de corrupción y siete pedidos de prisión preventiva.
Los votantes parecen querer volver a la "desolación de Atila", como tan bien lo puso la prensa extranjera. ¿Cuál es la devastación de Atila?: un gobierno que empleó la pantalla del Estado para el saqueo más grande de la historia del país; que diseñó una secretaría del pensamiento único; que equiparó a Néstor Kirchner con San Martín y pretendió iniciar un culto a la personalidad del líder; que propulsó un relato único y monopólico del pasado y del presente; que malversó los derechos humanos (Norma Morandini dixit); que promovió una educación fascista en las escuelas (adoctrinamiento); que usó la AFIP para "apretar" a quien se le opusiera; que escarmentó a los medios de prensa díscolos, y que ante cualquier crítica o cuestionamiento respondió con bravuconadas mafiosas.
Ponerse agresivo y violento es el signo más elocuente de la falta de capacidad para el discurso sensato y la argumentación coherente. El nivel de corrupción de la administración kirchnerista apunta a cifras siderales, aun indeterminables, pero los delincuentes del mismo palo son "presos políticos" (Zaffaroni dixit).
Se ha dicho que nuestro Poder Judicial es cualquier cosa menos independiente y que siempre se alinea con el poder de turno. Existen países que han demostrado que otra cosa es posible porque las repúblicas exitosas funcionan de otra manera: frenando a las mayorías, limitando sus designios y su praxis. ¿Quién traza el límite? La Constitución.
Un partido mayoritario no puede al mismo tiempo legislar, ejecutar las leyes y administrar la Justicia. Que el shock de las PASO nos despabile, no podemos volver a semejante fracaso. Cuando los presos queden libres; cuando se caigan las causas por corrupción; cuando les hagan juicio político a los jueces "indisciplinados"; cuando se reescriba la historia para los manuales escolares; cuando tengamos miedo de decir lo que pensamos, ¿entenderemos que este "proyecto" ya fracasó y que estamos hipotecando nuestro futuro y, posiblemente, el de nuestros hijos y nietos?.
Profesora de Teoría Política