Por más y mejores días de clases
Estamos ante un nuevo año escolar y millones de estudiantes, docentes y familias se preparan para volver a las escuelas y dar lo mejor de sí. También comienza un nuevo gobierno nacional que en su Ministerio de Educación se constituye con equipos, criterios y fuerzas renovadas, y genera nuevas expectativas. Lo mismo sucede en 14 provincias, en las que hay nuevos ministros de educación. Pero la esperanza frente a lo nuevo no puede hacernos olvidar que la Argentina aún no logró hacer pie en los fundamentos de su política educativa. Enormes problemas de igualdad, equidad y calidad persisten. El caso de los días de clases es un buen ejemplo. Llevamos 17 años sin cumplir el mandato de la ley de los 180 días de clases, sancionada en 2003 con amplio consenso legislativo.
Cualquier educador sabe que cumplir con 180 días de clases no es condición suficiente, o incluso necesaria, para la educación que queremos. Cantidad no es calidad y hay muchos factores por ponderar. Pero sabemos que el lugar de los chicos es la escuela y que, especialmente para los más pobres, cada día de clases puede ser un tesoro en aprendizajes, experiencias y construcción colectiva de la realidad. Un informe reciente de Gustavo Iaies muestra que entre 9 y 14 provincias (según la vara con la que se mida) comienzan el año escolar sin que sea plausible cumplir con los días de clases previstos por ley. ¿Cómo es posible? Muchos de los calendarios escolares oficiales provinciales no contemplan 180 días. Un incumplimiento por diseño.
Es un lugar común endilgarles el incumplimiento de los 180 días exclusivamente a los paros docentes. Los motivos son múltiples: calendarios que no prevén los días suficientes, problemas edilicios, déficits en los servicios de agua, gas, cloacas o electricidad, eventos climáticos combinados con la falta de infraestructura urbana, pedidos de licencia docente no cubiertos debidamente desde la gestión, huelgas de docentes y de no docentes, entre otros. En estos nuevos comienzos, los días de clases pueden volverse un pilar desde donde cimentar otros nuevos comienzos. Hay razones para el optimismo: además de que es una prescripción legal, existe un consenso social y profesional que roza la unanimidad acerca de la necesidad de lograr más días de clases y con mayor continuidad; y, a diferencia de otras cuestiones más complejas, lograr que los 180 días de clases estén al menos previstos en los calendarios no reviste mayor dificultad.
El gobierno nacional ha dado un paso relevante al instalar en la agenda la cuestión de los 180 días, manifestando su voluntad de contribuir a su cumplimiento. Pero, al ser la Argentina un país federal, la definición se juega en cada provincia. Los ministros provinciales tienen tres opciones: la indiferencia, la negación (afirmar que se cumplen los 180 días cuando no ocurre) o el compromiso. Este último es el camino más difícil, pero el correcto: sincerarnos frente a la situación y trabajar por la meta de los 180 días efectivos de clases. Asumir la responsabilidad por su cumplimiento, que es muy distinto a realizar cambios cosméticos para calmar -por un tiempo- la presión mediática. Solo así se puede contribuir significativamente a mejorar la vida en las escuelas.
Este camino debería movilizar al menos tres cambios: que haya mayor transparencia respecto de la cantidad de días de clases, con publicación de calendarios día por día, tal como hacen algunas provincias; que se haga todo lo posible en el presente año lectivo para aumentar la cantidad de días de clases; que se trabaje estructuralmente para que en 2021 podamos proyectar el año con los 180 días reales. En esta línea, un signo positivo ha sido la reacción del gobierno de Entre Ríos, que resolvió readecuar su calendario para extender una semana el ciclo escolar.
Cambiar nunca es fácil. Estos casi 20 años de incumplimiento no se reducen a falta de voluntad o capacidad de los funcionarios de turno, sino que señalan un defecto estructural de nuestro sistema educativo. Sería injusto e inconducente ubicar toda la responsabilidad en los gobiernos. Tenemos que asumir la responsabilidad que nos toca desde la sociedad educadora. En 2019 el gobierno de Mendoza debió volver sobre sus pasos en la ampliación del calendario escolar, en buena medida por la intensidad de las protestas en contra. Familias de sectores medios y altos, cuyo ciclo lectivo recibe menos interrupciones, creen que el calendario actual es suficiente. Observando evaluaciones de desempeño es fácil constatar lo contrario. Y, aunque para algunos fuera suficiente, nuestra responsabilidad primordial es trabajar para los estudiantes con menos posibilidades. A ellos les debemos más y mejores días de clases.
Narodowski es profesor de la Universidad Torcuato Di Tella; Ibarzabal, director ejecutivo de Argentinos por la Educación