Platos rotos
"No rompe platos el que no lava platos y nosotros hemos lavado muchos y seguro que hemos roto muchos platos, pero no me tengo que autoflagelar por eso".
(De Aníbal Fernández, exjefe de Gabinete de Cristina Kirchner)
En la semana del regreso estelar de Cristina Kirchner , con la presentación de Sinceramente en la Feria del Libro, reapareció un Aníbal Fernández recargado. Lo hizo como tomando carrera para un potencial tercer mandato de la exmandataria ("La yegua corre y está dando unos tiempos espectaculares", dijo, sin ponerse colorado). Y dejó en claro que eso de revisar el pasado no es un ejercicio que le atraiga. "Soy enemigo de las autocríticas, eso de autoflagelarse como San Martín de Porres no es para mí", sostuvo el hombre fuerte del peronismo de Quilmes. Una definición sincera sobre lo que puede esperarse de una revisión del pasado kirchnerista, ahora que pretende retornar a la Casa Rosada.
"No rompe platos el que no lava platos y nosotros hemos lavado muchos platos y seguro que hemos roto muchos platos, pero no me tengo que autoflagelar por eso", dijo el verborrágico exjefe de los ministros del gabinete cristinista. De lavar seguro que algunos de los hombres del kirchnerismo entiende, y mucho. Tal vez alcance con recordar la imagen de La Rosadita y la máquina de contar billetes. O los bolsos con 9 millones de dólares arrojados en un convento por José López, el poderoso exsecretario de Obras Públicas, sometido ahora a juicio oral. O el minucioso registro del trajinar de valijas con millones en baúles de autos oficiales, que obsesiva y prolijamente completó en varios cuadernos un chofer que fue testigo privilegiado de las tropelías de los hombres del poder y de la caja de aquel entonces.
Tiene mucha razón Aníbal al sostener que quien no hace nada no rompe nada. Quien está al frente de una gestión y toma decisiones no está exento de cometer errores. Pero hay hechos que por su naturaleza no pueden ser contabilizados en ese rubro. Son los casos de corrupción que abarrotan los juzgados con causas que investigan delitos que le han costado al país miles de millones de pesos. Recursos del Estado que podrían haberse destinado a mejorar las condiciones estructurales y no a agrandar los bolsillos de los funcionarios.
Las crisis recurrentes que experimenta el país cada tanto, como la que vive hoy, actúan casi siempre como un velo que no deja ver el pasado. Pero la Argentina no puede permitirse olvidar que hubo un López y otros exfuncionarios como Julio De Vido o Ricardo Jaime manejando fondos públicos, y beneficiarios directos como Lázaro Báez.