Mejorar el ejercicio de la profesión
El presidente de la Corte, Carlos Rosenkrantz, dio su discurso de apertura del corriente año judicial reclamando restablecer la legitimidad del Poder Judicial. Sostuvo que "toda crisis de legitimidad es en gran parte una crisis de confianza, y los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial". Además agregó que había dudas de que el comportamiento fuera de verdaderos jueces de una democracia republicana. Este diagnóstico crudo pero sincero de quien preside el tribunal más alto de Justicia, generó por un lado muchas críticas entre sus pares y por el otro, el reconocimiento de gran parte de la ciudadanía.
Existe una imagen muy negativa del Poder Judicial y la sociedad les reprocha a los jueces falta de transparencia y demora en la solución de los conflictos sometidos a su jurisdicción. Las encuestas realizadas por importantes consultoras ubican a la Justicia en el peor lugar entre las instituciones y organizaciones públicas, detrás de los partidos políticos, del Poder Legislativo, de la Iglesia y de los sindicatos. Los sondeos efectuados mostraron que su cuestionamiento alcanza a 3 de cada 4 encuestados, y los principales problemas señalados son la intromisión del poder político y la corrupción existente entre sus miembros. Los aspectos a mejorar son la honestidad y la idoneidad de los jueces para interpretar y aplicar el derecho en tiempos razonables.
Denunciar públicamente esta realidad requiere de mucha valentía por parte de Carlos Rosenkrantz y encontrar la solución al problema necesita de un diagnóstico real para poder abordar los mecanismos de superación. No lo hicieron en su momento los militares ni la Iglesia, y por eso sufrieron institucionalmente sus consecuencias. Los abogados, como auxiliares de la Justicia, tenemos nuestra cuota de responsabilidad y debemos colaborar en la transparencia y celeridad de los procesos judiciales en los que nos toca intervenir. Mencionaré algunos ejemplos que permitirán una mejora en nuestro ejercicio profesional.
La habilitación y renovación de la matrícula debería incluir un examen obligatorio para los estudiantes que han terminado su formación de grado. Las estadísticas de quienes aprueben o reprueben estas evaluaciones obligará a las casas de estudios a involucrarse en la preparación y capacitación de los futuros abogados, ya que el resultado de esos tests significará un mayor prestigio para las universidades. En los países más desarrollados se exige una capacitación continua para mantener la posibilidad de ejercer la profesión, y en muchos lugares se pide un seguro de responsabilidad civil por mala praxis.
Los Colegios de Abogados deben cuidar los derechos de sus asociados, pero no comportarse como sindicatos que velan por intereses sectoriales, sino como verdaderos entes de derecho público que ejercen una competencia delegada por el Estado. Un mejor control de la matrícula tanto respecto de la formación como de la disciplina de sus miembros, va a permitir una mejor protección de los ciudadanos, quienes en definitiva son los destinatarios del servicio de Justicia. No se concibe que debamos rendir examen para manejar un automóvil y renovarlo en forma periódica por un lado, y por el otro que exista un régimen de habilitación profesional automática por el mero hecho de haber obtenido un grado académico.
En cuanto al control del ejercicio profesional, los Colegios de Abogados vigilan la disciplina entre los profesionales, y no debe hacerse solo desde un marco ético, también hay que controlar y sancionar los actos que pueden perjudicar a quienes nos han encomendado la defensa de sus intereses y controlar el mejor funcionamiento de todo el sistema procesal. Además, todas las sanciones deberían ser públicas y quienes recurren a un profesional del derecho deben saber si ese profesional ha tenido condenas disciplinarias y cuál fue su origen. En la Capital Federal hoy solo se publican las suspensiones y expulsiones de la matrícula, que son infrecuentes.
Otro tema es la digitalización de los procedimientos. Los abogados somos reticentes a los cambios. A pesar de los avances, aún reina el papel y cuando uno camina por Tribunales debe sortear pilas de expedientes para llegar a los juzgados. No es necesario mirar a Estados Unidos o a los países más desarrollados. En la región, Chile ha sido un pionero en la materia, y México o Uruguay también son ejemplos y espejos interesantes donde los abogados argentinos podemos mirarnos.
No todo lo que realizan las universidades en la formación de los futuros profesionales o los Colegios de Abogados en la habilitación y control de la matrícula es criticable, pero podemos levantar la vara de nuestra exigencia.
Expresidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires