Los retos que enfrenta la OEA
El 20 de marzo los Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA) elegirán un nuevo secretario general ante nuevos e inusitados desafíos. Sus miembros se comprometieron, vía reformas a su Carta Fundacional (1985) y la adopción de la Carta Democrática (CDIA-2001), a "promover y consolidar la democracia representativa". La OEA contribuyó a restaurar la democracia en Haití (1991), Perú (1992), Guatemala (1993) y a prevenir su colapso en Paraguay (1995), Nicaragua (2005), Ecuador (2005 y 2010) y Bolivia (2008); y en 2009 suspendió al gobierno hondureño surgido de un golpe de Estado.
La OEA dejó de ser un foro que trata solo asuntos de cooperación o conflictos entre sus miembros, para ser uno donde también se tratan sus asuntos internos, en caso de amenazas o ruptura del orden democrático. El principio de la no intervención perdió supremacía. Hoy prevalece la no indiferencia a las transgresiones contra la democracia y los derechos humanos, y el involucramiento solidario y activo en su promoción y defensa; predomina el principio prodemocracia. Así, la OEA enfrenta varios retos.
El más urgente es cómo restaurar la democracia en Venezuela y Nicaragua: Venezuela es algo inédito. Desde 2016, los informes del secretario general (SG), Luis Almagro, y Resoluciones del Consejo Permanente (CP) condenaron la dictadura chavista y la tragedia humanitaria y migratoria que causó, y exigieron el retorno a la democracia vía elecciones confiables. En 2018, el SG y el CP y la Asamblea General desconocieron la presidencia de Maduro y reconocieron a Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, como presidente de Venezuela. También reconocieron a su representante ante el Consejo Permanente. En 2019, Maduro se retiró de la OEA. La crisis migratoria, la presencia de la narcoguerrilla colombiana en Venezuela, la injerencia castrista, rusa e iraní amenazan la paz y seguridad regional. También, el SG y el CP condenaron la dictadura de Ortega en Nicaragua y sus crecientes violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, ambas dictaduras siguen vigentes.
Desde su fundación ha rondado en la OEA la cuestión del grado de autonomía y poder que ejerce el secretario general. El tema ha resurgido debido al protagonismo de Almagro, en su incesante condena de las dictaduras de Maduro, Ortega y los Castro, actuación aplaudida por muchos y criticada por otros como extralimitación de su rol. El desafío es encontrar un balance entre el liderazgo individual del secretario general y el liderazgo colectivo de los cuerpos gobernantes, un mecanismo que facilite la consulta y la coordinación política entre el SG y el CP, y que podría conformarse entre el secretario general y representantes de los bloques regionales del Consejo Permanente. La autonomía del secretario general, la acumulación y el abuso de poder, las malas prácticas burocráticas, el exceso de asesores y la escasa rendición de cuentas y falta de transparencia fueron quejas de los Estados miembros contra varias administraciones. El mandato del secretario general por 5 años más uno de reelección es demasiado largo y fue cuestionado por los miembros. Un único solo de 6 años favorecería el surgimiento de nuevos candidatos y de propuestas innovadoras para actualizar la organización.
En crisis institucionales en uno de sus miembros, el CP escucha solo la voz del Poder Ejecutivo, y nunca la de un opositor político. El Grupo de Trabajo sobre Nicaragua creado por el CP, sin embargo, constituye una instancia inédita para el diálogo y la negociación entre el gobierno y la oposición, así como para prevenir la alteración del orden democrático o, en su defecto, restaurarlo. La misma fortalece a la OEA como foro neutral para apoyar la democracia y merece replicarse.
Hasta los años 80, la cooperación para el desarrollo fue sustantiva en su agenda. Hoy, la OEA no cuenta con los fondos ni el expertise para ser un agente efectivo en ese campo. Ya no puede seguir pretendiendo que es una de sus prioridades. La tarea la pueden realizar el BID, el Banco Mundial y otros bancos regionales, y se podría mudar la Secretaría de Desarrollo Integral a un país centroamericano o caribeño y constituirla en una agencia independiente, al estilo de la OPS o del IICA. Eso reduciría costos y burocracia en la sede.
Los Estados miembros enfrentan el desafío de elegir al próximo SG. Los candidatos hasta ahora son el actual SG, Luis Almagro; la excanciller ecuatoriana y expresidenta de la Asamblea General de la ONU, María F. Espinosa; y Hugo de Zela, embajador peruano ante la Casa Blanca, exembajador ante la OEA y exjefe de Gabinete de los de dos SG previos. Los miembros deberán decidir con cuál de ellos podrán trabajar más efectivamente en la promoción y defensa de la democracia en el hemisferio.
Exfuncionario de la OEA. Autor de The Organization of American States as the Advocate and Guardian of Democracy