Libertad, propiedad, creatividad, pilares de una nueva era
La preocupación está instalada. ¿Cuál será el impacto que la tecnología tendrá en nuestras vidas y en las generaciones venideras, que gozarán con más amplitud de la internet de las cosas, la inteligencia artificial y la automatización de infinidad de actividades humanas? Desde la medicina hasta la educación. No es cuestión de ceñirse a la refutación de los pronósticos apocalípticos que describen el futuro del Homo sapiens como seres robotizados y pasivos. O engrosados por el sedentarismo y la neurosis a raíz de la tecnología dominante sobre nuestras vidas. La escasa información usada por los futurólogos y el sesgo subjetivo que suelen aplicar determina que la mayoría de los pronósticos deriven, como última manifestación activa, en fracasos.
Por el contrario, lejos de fomentar aquella imagen del hombre inmóvil y pesado, ganado por la delegación en máquinas y aparatos artificialmente inteligentes de la propia experiencia de vivir, la propuesta más plausible es empujar apenas la ventana entornada, detrás de la cual se puede vislumbrar el futuro del desarrollo del hombre a través del destello humano de la imaginación y la creatividad. Pero ¿qué es la creatividad? Por los años 60, el psicólogo Sarnoff Mednick identificó la esencia de la creatividad como "el producto de la memoria asociativa cuando funciona excepcionalmente bien". Es la capacidad de la mente para almacenar y recuperar momentos -imágenes, experiencias, hechos o situaciones pasadas- y ligarlos de manera inédita y singular.
Lo fascinante y definitorio de la creatividad es que esa ligazón de momentos sucesivos es un acto individual y su resultado, único e irrepetible. No responde a más requisitos para alumbrarse que el ejercicio consciente de la libertad de expresión, de trabajo y de comercio, en cualquiera de las expresiones del arte, de los oficios y de las profesiones. En el mundo de los negocios habrá que añadir la atribución de la propiedad de lo creado y su protección legal como ejes de un sistema que estimule y proteja la innovación y la inventiva como servicio a la comunidad. Si al mundo de los negocios le hacemos doble clic y nos zambullimos en el submundo de los medios de comunicación, la información y el entretenimiento, la creatividad puesta al servicio de la producción de contenido original, novedoso, diferenciado, en fin, creativo, es lo único que finalmente tornará azul -sinónimo de éxito- un océano rojo actualmente atestado de propuestas similares, parecidas, iguales, inexpresivas.
Los "envases" tecnológicos en el universo de los medios y el entretenimiento ya están disponibles para ser llenados por contenido creativo. El mundo se halla atiborrado de aparatos con un altísimo desarrollo tecnológico, validos de prestaciones que exceden la capacidad de aprovechamiento del ser humano. Y han penetrado, además, de forma colosal en todas las sociedades.Según el Indec, en la Argentina existen más de 62 millones de líneas de telefonía móvil activas, o sea, 1,5 aparatos por habitante. Un estudio de las Naciones Unidas sobre cómo aumentar el acceso de la población a las condiciones sanitarias básicas indica que en la India hay más personas que tienen acceso a un teléfono móvil que a un cuarto de baño. La velocidad estándar del intercambio de datos, la resolución de cámaras fotográficas, de pantallas móviles y de TV, la alta capacidad de almacenamiento de dispositivos de todas las gamas, la posibilidad de archivar los contenidos en nubes tecnológicas, sumado al desarrollo de las más diversas aplicaciones (apps) hacen que las empresas de medios y entretenimiento estén reorientando sus objetivos y recursos.
Un buen ejemplo es Netflix. Esta compañía ya no se considera una empresa tecnológica con su principal foco apuntando a la plataforma de streaming a fin de optimizar la carga de contenido, mejorar el motor de búsqueda de material o el desarrollo de algoritmos que ofrezcan servicios personalizados a los usuarios. No. Sin descuidar la inversión en inteligencia artificial aplicada a construir el puente más efectivo para unir contenido y clientes, ha centrado sus objetivos en la creación de contenido audiovisual original para lo que presupuestó en los últimos años US$10.000 millones, mientras que destinó US$1300 para tecnología. El irlandés, Historia de un matrimonio, películas nominadas al Oscar producidas por esta compañía, y series atrapantes para un público ecléctico, indican que la pelea que se viene estará centrada en rentabilizar las inversiones destinadas a crear contenidos originales y de calidad que la sitúe en una posición relevante ante una competencia lanzada a su caza.
En esa persecución competitiva Disney presentó en noviembre de 2019 su plataforma de streamingDisney Plus con contenido propio. Alcanzó 10 millones de suscripciones en poco más de 24 horas desde el lanzamiento. Amazon y Movistar son otras empresas que identifican el nuevo escenario de batalla en la arena del contenido y el entretenimiento. Warner Media lanzará en breve su plataforma de streaming (HBO max), que no variará sustancialmente de las de sus competidores en lo estructural, pero sí en el contenido que ofrecerá para enamorar a los usuarios y convertirlos en clientes. En el mundo editorial, uno de los casos emblemáticos de medios que apuntalan su modelo de negocio en la originalidad y calidad de los contenidos es el de The New York Times. Este periódico superó en 2019 la barrera de los 5 millones de suscriptores con ingresos digitales por 800 millones de dólares. Duplicó los 400 millones que obtenía en 2015. The Washington Post, con la llegada de Jeff Bezos como principal accionista hace 6 años, recortó rápidamente la brecha tecnológica que lo separaba de sus competidores, pero sin descuidar el eje definitorio de su producto: el periodismo de calidad. Reorganizó equipos de trabajo, contrató talento y mejoró sustancialmente su propuesta de valor sobre la base de la preservación del carácter y estilo que le ganaron nombradía mundial. Los más de 2 millones de suscriptores digitales que ha sumado avalan la propuesta de este repetido triunfador en el Pulitzer.
Ese modelo exitoso se está replicando en todo el mundo. En la Argentina, la brecha tecnológica sigue siendo un obstáculo por sortear. Sin embargo, será el contenido original, creativo y novedoso, y confiable, el que definirá la batalla de las compañías de medios y de entretenimiento por la atención de usuarios y clientes, y la suerte de todos sus negocios derivados. La elección del consumidor llegará, como nunca antes, de la mano de las producciones originales, de las formas singulares y atractivas -y sobre todo con sustancia- de contar historias en multiplataformas ávidas de contenido, que a la vez informen y entretengan, elaboradas y cimentadas con seriedad y honesto profesionalismo en la inventiva individual y la imaginación. Ambas habrán recuperado su lugar de relevancia en el nuevo despertar del Homo creativo sobre el firme pedestal de la libertad, la propiedad y la creatividad.