La insostenibilidad del relato nacional y popular
En dos meses de gestión, el gobierno de Alberto y Cristina solo ha mostrado unidad en dos cosas: avanzar en su pacto de impunidad e instalar el eslogan "tierra arrasada" como explicación única de los males del país. Con este objetivo, se ha puesto ahora de moda una palabreja: insostenibilidad. "La deuda es insostenible", proclama el ministro Guzmán. "Nos han dejado una economía insustentable", le hace coro el presidente de la Nación. Y en los distinguidos paneles de la TV argentina desaparecieron la designación de impresentables, el recorte a los jubilados y la salida de los corruptos de la cárcel, y se habla de insostenibilidad.
Ahora bien, supongamos que el Gobierno tome la peor de las decisiones, declare el default, y el país se quede fuera de los mercados de capitales por años. Y bien, la Argentina estuvo fuera de los mercados desde 2001, cuando proclamamos el default cantando el Himno, hasta 2016, cuando Cambiemos la sacó de esa situación. Y fue el kirchnerismo el que refrendó esa decisión en 2005, con la ley cerrojo que siguió al pagadiós; y en 2014, cuando se negó a abonar a los holdouts lo que fijaba el fallo de Griesa. ¿Cómo es que el peor fracaso de Macri consiste, entonces, en que el país corre el riesgo de volver al default; es decir: a la misma situación en que lo dejó el kirchnerismo en 2015? ¿Era sustentable la deuda en 2015, cuando estábamos en default? ¿Por qué son aceptables quince años de default peronista, pero la sola posibilidad de entrar en default demuestra ahora el horrendo fracaso de Cambiemos? Maravillas de la posverdad, que inventó un tal Apold en 1946.
Discursean hoy sobre insostenibilidad quienes en 2015 dejaron un agujero primario de 3,8% del PBI y un déficit total de 6,2% del PBI, contra el 0,4% y el 4,1% que dejó Cambiemos en 2019. ¿Era sostenible aquel -6,2% de 2015, al que hubo que sumar el pago a las provincias concedido por la Corte y la reparación histórica para que no estallaran los juicios a los jubilados, mientras se remontaba un atraso tarifario como el del Rodrigazo y un atraso cambiario como el de la convertibilidad? ¿Cómo es que no es sostenible el -4,1% actual, que no solo es menor sino de mejor calidad, ya que es preferible negociar cualquier refinanciación si no se tiene déficit primario aunque la deuda sea más alta? Nadie le presta a una empresa que da pérdida ni a un país que está cerca del 7% de déficit que históricamente lo llevó al Rodrigazo, la hiperinflación y el estallido de 2001. Pero a los peronistas los defaults y las macroeconomías devastadas del peronismo les parecen sustentables, mientras que los intentos de corrección no peronistas son causa de la ruina del país.
Digan lo que digan menemistas y kirchneristas, que son casi los mismos, atraso cambiario no es desendeudamiento. Y si se anula el factor cambiario y se compara el PBI en dólares promedio de los últimos diez años, nuestra relación deuda/PBI es de 58%, muy por debajo de la de Brasil (92%) y similar a la de Uruguay (64%), Bolivia (58%), México (53%) y Colombia (51%). ¿Cómo es que nuestra deuda es "insostenible" y la de ellos no? Una posible explicación es comparar la economía anterior a las PASO 2019 con la posterior. En julio, último mes antes del 49% que proclamó a Alberto y Cristina como casi seguros gobernantes 2019-2023, la situación era esta: baja de 5,7% en la cotización del dólar, suba de US$3751 millones en las reservas, +2,1% en crecimiento del PBI, 2,2% de inflación, +4,7% de salarios, +3,8% de actividad industrial, +3,2% en construcción, +151.000 puestos de trabajo, +11% en exportaciones, +13,6% en producción energética, US$951 millones de superávit comercial y $4293 millones de superávit fiscal primario. La recesión posdevaluación 2018 había pasado y el país volvía a la normalidad habiendo recuperado las claves del crecimiento. Sin cepo, ni reperfilamiento, ni desdoblamiento cambiario, ni ninguna de las medidas que debieron tomarse después para amortiguar el impacto de las PASO.
En cuanto a la sostenibilidad de la deuda, aquel lunes post-PASO fatal, las acciones argentinas en Wall Street bajaron 72%; el Merval perdió 57% en dólares; los bonos argentinos cayeron 55%; el dólar aumentó 38%; el riesgo país, que el viernes era de 872 puntos porcentuales, llegó a 1957pp para el miércoles, y los US$32.570 millones de dólares depositados en los bancos disminuyeron US$10.000 millones en un mes. El impacto no se hizo esperar: la inflación mensual pasó de 2,2% en julio a 5,9% en septiembre y el crecimiento mensual del PBI pasó de +2,1% en julio a -1,8% en septiembre.
Las PASO lo hicieron, haciendo insustentable todo. Por eso causa gracia, y da vergüenza ajena, ver a las más altas autoridades argentinas festejando hoy que el FMI diga que la deuda de nuestro país es insostenible. Una demostración de la tierra arrasada que dejó Macri, deben haber pensado Alberto y Cristina, sin reparar en que el FMI lo dice ahora, que gobiernan ellos, pero no lo dijo en ningún momento de la anterior administración. Todo lo contrario: "El personal del FMI notó que la capacidad de enfrentar el nivel y el servicio de la deuda pública de la Argentina se deterioró significativamente en comparación con el último análisis de sostenibilidad de la deuda del FMI, publicado en julio de 2019", sostiene el comunicado del FMI. Y agrega: "En esa ocasión, la evaluación general fue que la deuda pública de la Argentina era sostenible aunque no con alta probabilidad, dados los riesgos".
La razón es simple de imaginar. Tómese un candidato peronista designado por la candidata a vicepresidenta, multiprocesada por la Justicia, lléveselos a competir electoralmente a cualquier país con deuda sostenible y lógrese el milagro al revés de que los vote la mitad de la población. Y al día siguiente, cuando las empresas, los bonos y la moneda de ese país valgan menos de la mitad que el día anterior y el mercado les pida más del doble de intereses para financiarlos, pregúntense si la deuda de ese país sigue siendo sostenible. La respuesta es obvia.
Hoy, de los 21,5 puntos extras (2143 pp) que la Argentina debería pagar por refinanciar su deuda, casi trece (2143 pp - 872 pp= 1271 pp) corresponden a la economía posterior a las PASO; es decir: no al riesgo argentino sino al riesgo peronista. Y de los 872 pp iniciales habría bastante que comentar, ya que provienen de una terrible historia de incumplimientos de contratos. Fueron al menos once las medidas violatorias tomadas en los últimos veinte años: default con Himno (2001), corralito (2001), transformación del corralito provisorio en corralón definitivo (2002), pesificación asimétrica (2002), pagadiós (2005), ley cerrojo (2005), falseamiento de las cifras del Indec (2007), confiscación de los fondos jubilatorios privados (2009), default selectivo de los holdouts (2014), reperfilamiento (2019) y confirmación del reperfilamiento (2019). De estas once medidas, nueve fueron tomadas por gobiernos peronistas, y las dos que tomaron los no peronistas (corralito y reperfilamiento) fueron confirmadas y profundizadas por los gobiernos peronistas que los sucedieron. Lo que explica muy bien lo sucedido aquel lunes post-PASO en que la economía argentina volvió a ser insustentable por decisión soberana del pueblo de la Nación.
El país que dejó Cambiemos en julio de 2019 no era ningún paraíso, pero tampoco era tierra arrasada. Y su deuda era sostenible, con dificultades y riesgos, pero sostenible. Si la economía y la deuda argentina ya no lo son hoy, la mayor responsabilidad es de quienes prometieron "no perder un minuto en echarle la culpa a nadie" y hoy están más dedicados a instalar el relato de la insostenibilidad que a llenar las heladeras y los bolsillos de los argentinos, para encender la economía y poner de pie al país.