La silenciosa e imparable revolución de los perennials
La longevidad, sustentabilidad y buen vivir han sido tópicos importantes para los pensadores de todos los tiempos. Al analizar los ciclos de la vida humana, y su duración, nos encontramos en un terreno rico en diversidad. Entonces, ¿qué hay de nuevo con respecto a la vejez y el envejecimiento? ¿Por qué hablamos ahora de revolución?
El envejecimiento es un proceso universal, continuo y progresivo, que lleva a la muerte de los organismos biológicos. Eso es inamovible. La vejez, en cambio, es un concepto social que difiere según épocas y culturas. En las antiguas y actuales sociedades asiáticas, africanas y en nuestros pueblos originarios las perspectivas de la vejez se asocian a cualidades milagrosas, respeto, sabiduría, dignidad, serenidad, consejo. El Diálogo de la Vejez, (Cicerón, 150 AC), una apología del envejecimiento, muestra las facetas positivas de esa etapa de la vida y refuta algunas de las razones que se esgrimían en esa época en contra de ella. Pero, Cicerón resulta excepcional ya que la posición más generalizada en Occidente es negativa respecto a la vejez, se la asocia directamente con enfermedad, decrepitud, pobreza, y vulnerabilidad.
Aunque a lo largo de la historia el rechazo y las alabanzas a la vejez siempre están presentes, lo que demuestra que no hay vejez sino vejeces, hoy más que nunca conviene preguntarse si los cambios culturales, las formas de pensar y actuar acompañan la escala social y la esfera privada del envejecimiento. Queremos vivir más pero no envejecer. Una real comprensión del proceso generalizado de aumento de casi 30 años de vida exige afrontar la vejez de otra manera.
Hay economistas que hablan de la revolución senior con simpatía. Otros estudian la silver economy y alertan sobre los sistemas de protección social. Pero aceptan que la revolución es silenciosa, y que la perspectiva negativa sobre la vejez es preponderante. Peor aún, no genera ninguna controversia. Los argumentos que consideran a la vejez no un logro sino un estadio miserable de la vida, un problema imposible de afrontar por nuestras comunidades, una catástrofe para la seguridad social, aunque muchos no se sostienen científicamente, son aceptados sin dudar por la mayoría de nosotros.
¿Cómo explicar la preminencia de esta perspectiva catastrofista? Según la sociología, existen nuevas maneras de envejecer pero están invisibilizadas. Habla de una nueva ancianidad y muestra modelos emergentes donde los criterios como la edad, resultan cada vez más limitados e insatisfactorios. Hay otras categorías que se ubican por fuera del criterio cronológico y se focalizan en los intereses, así surge el concepto de personas perennials. Se acepta que hay un envejecimiento del envejecimiento y, paradójicamente se afirma que las personas ancianas están rejuveneciendo. Estos datos surgen incluso de los estudios sobre aquellas que son centenarias. Actualmente el conocimiento de la ancianidad deja de polarizarse. María Teresa Bazo, catedrática de sociología en España, considerada referente en la materia, afirma que se tiende a considerarla más en términos de potencialidad que de decrepitud/plenitud, más como una época de satisfacción que de tristeza/gozo. Incluso se prefiere hablar de estar y sentirse bien más que de padecer enfermedad o tener una salud plena.
Ahora que la longevidad se ha convertido en el destino de una gran mayoría, es imprescindible modificar la perspectiva de la vejez. Las personas mayores se están transformando en una fuerza social (senior power) con características nunca vistas. En esta realidad, el modelo de la vejez en nuestro país no solo atrasa, y resulta erróneo en sus premisas, sino que no es neutro, tiene consecuencias. Nos paraliza y genera sufrimiento individual y familiar innecesario, obstaculiza la creatividad de la sociedad civil y de las políticas públicas y detiene la innovación económica, empresarial, gubernamental y comunitaria. En otras palabras, restringe las estrategias de afrontamiento positivo con las que podríamos responder y acompañar esta revolución. Para que el cambio sea posible, hay que ser críticos y estridentes. Ya es momento de explorarla y, en lo personal y colectivo, animarnos a decir: ¡Viva la longevidad!
Mercedes Jones