Hacia una nueva alfabetización
Es muy probable que el espíritu crítico, la posibilidad de cuestionarnos lo evidente, sea una de las características que nos distinguen, como especie, de otros seres vivos. Sin embargo, tal vez estemos perdiendo poco a poco esa capacidad de interpelarnos y de buscar la trama del revés de los acontecimientos.
Sin pretender ser apocalíptico, se advierte una clara tendencia a consumir contenidos y a compartirlos por las redes sociales sin antes discernir el origen de la información, sin cotejar las fuentes, sin hacer un análisis del material propagado.
Esta forma intempestiva de proceder alcanza su punto más preocupante cuando son los mismos profesionales de la comunicación quienes caen en la tentación de distribuir datos sin el correspondiente chequeo de la procedencia de las noticias, solo por el hecho de ser los primeros en dar a conocer la información.
La adicción al rumor y al chisme no es algo nuevo, siempre existieron fake news; sucede que ahora la tecnología disponible hace que esa información falsa corra como reguero de pólvora en forma casi instantánea, por lo que el potencial daño se incrementa exponencialmente.
Más allá de herramientas y algoritmos que puedan implementarse contra las noticias falsas, es necesario que se lleve a cabo una nueva alfabetización mediática que advierta a las generaciones actuales acerca de la necesidad de tener la guardia alta y el ojo crítico a la hora de consumir información.
Para hacer frente a usinas de desinformación es imprescindible recuperar aquello que la modernidad nos dio: la duda como método.
La duda no es la jactancia de los intelectuales, como aseguró alguna vez un "carapintada" golpista, sino que, por el contrario, es uno de los atributos que nos distinguen a los seres humanos como especie.
Como seres emocionales que razonamos, debemos utilizar todo el menú de opciones que nos han dado la naturaleza y la evolución.
Las ideologías han sido históricamente un buen marco de posicionamiento, pero deben ser la plataforma de lanzamiento para la acción, no la celda mental que impida el crecimiento y el desarrollo como personas.
Las creencias y los valores son importantes para construir nuestra identidad, pero no deben ser la muralla que impida aceptar al distinto y destierre lo diferente.
Los fanatismos obcecados no son solo inconducentes y poco inteligentes, sino además sumamente nocivos para nuestra sociedad.
La viralización de contenidos falsos con objetivos espurios a través de los medios tradicionales y las redes sociales es algo muy complejo como para combatirlo solo con instrumentos informáticos; por eso, la difícil tarea debe nutrirse de políticas educativas consensuadas que despierten el estímulo del conocimiento, la curiosidad, la creatividad y el análisis de todos los datos compartidos.
A través del tiempo hemos desarrollado filtros que dieron por tierra con la anacrónica teoría comunicacional de la "aguja hipodérmica". No todo lo que se emite se absorbe sin un tamiz analítico, no obstante, debemos estar atentos porque la llamada cultura del espectáculo puede llevarnos a levantar peligrosamente las barreras del análisis crítico para dejar pasar libremente las engañosas posverdades.