Etiopía, espejo posible de la Argentina
Etiopía es un país en permanente transformación, con una integración mística de creencias y religiones, una diversidad que abruma e ilumina y una historia intensa que se escribe permanentemente. Los grandes temas del debate global aparecen aquí, un país con mas de 110 millones de habitantes donde el 80% vive en áreas rurales. Las migraciones hacia las ciudades presionan a los gobiernos a definir cómo recibir a los hijos de los productores que buscan una mejor calidad de vida, cómo crear empleo y bienes y servicios públicos suficientes. En las zonas rurales de Etiopía, en vastas zonas rurales de África y otras partes del mundo la pobreza duele, las comunicaciones la hacen más evidente y las familias se desintegran.
Los grandes desafíos de su sistema de producción son mejorar la productividad (relacionada con la incorporación de mayor tecnología), mejorar la eficiencia en la comercialización, el desarrollo de nuevas formas de organización que transformen e incluyan, y resolver la sucesión, ya que esta generación de productores no asegura que sus hijos puedan seguir con estos trabajos. Es difícil pensar en una evolución siguiendo las tendencias actuales de los países líderes (mecanización, especialización, intensa utilización de insumos), sin analizar cómo la convergencia de las nuevas tecnologías pueda generar un salto transformador. Cómo producir en un sistema agrícola donde los productores no encuentren quienes los sucedan. Quizá la robotización y la agricultura de precisión puedan resolver este déficit revirtiendo la idea de que las microparcelas no pueden ser eficientes. Y las ineficiencias en los sistemas comerciales, de logística y de financiación quizá puedan ser acotadas o mejoradas por el uso del blockchain, las fintech, IoT y la IA.
La agricultura familiar podría ser sustentable en Etiopía y en otras partes del mundo si la pensáramos estructurada sobre plataformas tecnológicas del siglo XXI e integrada a la agricultura de mayor escala. Quizás este nuevo sistema vuelva a atraer a los jóvenes a la vida rural, con trabajos nuevos, mayor calidad de vida y tiempo para el desarrollo personal. La discusión puede continuar en cómo hacer la transformación, qué transformar, quiénes liderarán, en cuánto tiempo, el rol del sector privado y del público. El liderazgo debería diseñar y orientar la tendencia; la sociedad luego puede influir sobre la velocidad de los cambios.
Evidentemente estamos en un momento bisagra: una agricultura acosada por el cambio climático, con mayores restricciones en el impacto sobre el medio ambiente, con precios menores, con desafíos en la sustentabilidad de los sistemas productivos, en la sucesión, ya que los hijos prefieren la vida urbana, la seguridad alimentaria y la lucha contra la pobreza.
La inversión pública y privada en los sectores rurales de África ha tenido como objetivo mejorar las cosas tal como se hacen desde hace siglos; los resultados han sido pobres y de poco impacto, con algún caso exitoso puntual, pero lejos de las transformaciones estructurales requeridas. Quizá sea tiempo de pensar en inversiones para ese propósito. La frontera tecnológica y de desarrollo humano debería llegar a África junto a los países más desarrollados. África debería dejar de ser el lugar donde se difunde lo que está finalizando o ya no se usa.
Alemayehu, que guio mis pasos durante el viaje, explica: "El transporte de la sal se hace con burros y camellos; los camiones podrían hacerlo, pero le quitarán el trabajo a una decenas de personas". En la depresión del Danakil las temperaturas llegan a 50°C. Situaciones similares se reproducen cuando veo a los agricultores con sus arados tirados por bueyes, a las mujeres que muelen los granos con sus manos, a los que transportan caminando bloques de granito y decenas de actividades que se realizan aún sin mecanizar y sin uso de las tecnologías más comunes.
El debate sobre el futuro del empleo ocupa amplios espacios: ¿cómo generar empleo en un mundo donde la tecnología lo desplaza? Porque hay nuevos empleos que se crean. En los países agrícolas como Etiopía, el desafío es aún mayor por la cantidad de personas que viven en áreas rurales. La transformación del empleo ¿implica necesariamente una megamigración? Quienes defienden en el mundo volver a estos sistemas antiguos ¿estarían dispuestos a hacerlo o es solo un debate conceptual? ¿Es el deseo de los campesinos seguir haciendo las cosas de esta manera? ¿Conocen las opciones, con sus costos y beneficios? La esclavitud hoy es hacer que las personas no puedan elegir con libertad qué trabajo hacer. La liberación de las personas es un camino que debe construirse creando opciones, facilitando el acceso a ellas y estimulando el flujo del conocimiento. Como en otros tiempos, el sufrimiento viene por una inadecuada preparación de la sociedad frente a las transformaciones. ¿El Estado y sus gobiernos la están preparando? ¿O solo sostienen, a veces por genuino temor a las transformaciones, otras por ignorancia, sistemas que hacen a la gente más dependiente?
El desafío es cómo afrontar los riesgos. Los emprendedores etíopes que lideran con entusiasmo el proyecto "the New Ethiopia" dicen: "Vemos jóvenes etíopes brillantes, con grandes sueños y corazones, trabajando juntos a través de la etnicidad y los géneros, construyendo una Nueva Etiopía". El primer ministro de Etiopía, Abye Ahmed, fue honrado con el Premio Nobel de la Paz por su trabajo para resolver el conflicto con Eritrea. Pero no solo por eso es importante: el primer ministro representa una nueva coalición de gobierno, hijo de padre oromo y madre amhara, intenta poner fin a siglos de confrontaciones y conducir a la sociedad hacia una cultura mas democrática. Su noble trabajo no está exento de obstáculos. Opinar libremente, sin ataduras, está visto en la sociedad como algo desestabilizador, y las luchas entre etnias son útiles a los sectores que intentan alcanzar o mantener el poder.
Etiopía, país de cultura e historia singulares, enfrenta este nuevo siglo con nuevos desafíos además de la urgencia exportadora: ¿cómo crear una sociedad democrática y una economía de mercado que sea inclusiva y tenga en cuenta las particularidades de la cultura y la sociedad etíopes? ¿Cómo transformar el sistema productivo desde una agricultura medieval hacia ecosistemas productivos del siglo XXI, basados en la nueva convergencia tecnológica y el respeto a una forma de vida que impregna cada rincón de las geografías: cómo hacer una agricultura familiar sustentable? ¿Cómo evitar las nuevas formas de colonialismo, esclavitud y dependencia dando lugar a una nación soberana, integrada al mundo desde su cultura y su aporte a la mejor vida de la humanidad?
Las lecciones aprendidas en otras geografías, donde las transformaciones funcionaron aun con desafíos mayores, pueden ser una buena referencia si logran adaptarse a la cultura local. Lo que sucede en Etiopía nos estimula a la reflexión sobre lo que sucede en otras partes del mundo, nuestra Argentina entre ellas. Los tiempos por venir luego de esta "coronacrisis" seguramente acelerarán muchas de las tendencias, creando nuevas oportunidades y desafíos.