El desafío de la educación a distancia
En estos días difíciles y preocupantes por el bienestar de las personas, la sociedad global está tomando conocimiento, a través de los medios de comunicación, y por propia experimentación, de las potencialidades de acciones disruptivas en lo cotidiano.
Este parate nos recluye, intensifica y complejiza el quehacer en el hogar. Los chicos tienen que continuar el estudio, los padres trabajar y la casa funcionar. La aplicación de la tecnología para estas exigencias implica un nuevo enfoque del trabajo y la tarea cotidiana que se complementan también con el entretenimiento digital. Esta magna crisis replantea la vida modificando usos y costumbres.
Se ha parado la educación presencial y la educación a distancia no consigue todavía, ni aquí ni en el mundo, romper la inercia de un sistema obsoleto, incapaz de delegar y diversificar el servicio a pesar de que la sociedad cuenta con herramientas y dispositivos digitales ampliamente disponibles -con la inteligencia artificial en ciernes- para enfrentar el desafío de un aprendizaje más eficiente y a distancia.
Los teléfonos celulares actuales con conectividad 3G y 4G son computadoras, infinitamente más poderosas y versátiles que aquella que guio al Apollo a la Luna. Todos los jóvenes, de edades de escuela primaria y secundaria, son nativos digitales. La extensión de los dispositivos es casi universal: la Argentina tiene 34 millones de teléfonos celulares inteligentes en uso; la comunicación es un componente de la canasta básica total registrada por el Estado, con incidencia porcentual creciente en todos los sectores, sobre todo en los quintiles de menores recursos.
Este celular es una herramienta útil para el aprendizaje de los niños y todo docente puede, potencialmente, actuar sin limitación de espacio o tiempo. Paso a paso se extenderán herramientas y modelos instrumentales, más integrales a los ya existentes, pero hoy contamos con esta herramienta para aprender.
La resistencia al cambio de todos los sectores del sistema educativo impide una dinámica de transformación que en muchos ámbitos de la sociedad ha ocurrido por el uso de la tecnología digital; por eso la educación queda expuesta en la subutilización de oportunidades.
Por ahora, la educación a distancia está reducida a la educación informal, con más autonomía y menos restricciones que las impuestas por la burocracia educativa, y también a instituciones con mayores recursos para la transformación e iniciativa de innovación, donde la educación a distancia es una práctica desde hace tiempo.
El desaprovechamiento de recursos tecnológicos, en la búsqueda de modalidades más eficientes de aprendizaje, entrará en crisis ante los resultados de este triste pero transformador momento que vivimos.
En esta coyuntura excepcional, muchos usuarios de dispositivos digitales los usarán como instrumentos educativos por primera vez. Intentarán perder lo menos posible del año escolar, rompiendo así la inercia burocrática a la real transformación de la enseñanza y el aprendizaje.
La transformación de los métodos de instrucción requiere, en un mundo globalizado y tan interdependiente como lo evidencia la pandemia, formar personas, ciudadanos del mundo, que actúen para el bien y cuidando "la casa común".
Miembro de la Academia Nacional de Educación