Coronavirus. El futuro de la enseñanza digital
La pandemia que vivimos nos presenta algunas enseñanzas desnudando la metodología de aprendizaje digital. En general, las plataformas institucionales de estudio online, en cualquier nivel, dejan bastante que desear, con una operación ralentizada o nula. Es evidente que nadie pensó en invertir en estos procedimientos que, principalmente, fueron instalados pour la galerie más que para su concreta utilización en la práctica, bajo la premisa de que nadie prefiere una clase virtual a una presencial.
Los profesores de los distintos grados de enseñanza también nos hemos visto sorprendidos. Muy pocos estábamos preparados para impartir clases en línea. Para aquellos que ejercemos la loable tarea de enseñar, lo virtual aparece distante, y la esencia de la enseñanza pura que se basa en la interrelación profesor-alumno se minimiza en la pantalla de la computadora. Otra de las situaciones que constatamos en tiempos de coronavirus son los débiles márgenes de seguridad informática que se verifican en muchas de las plataformas virtuales que no solo son usadas en ámbitos de enseñanza pública y privada, sino también en reuniones familiares o interpersonales. Varias de las plataformas digitales de contacto online suponen captura de datos personales o filtración de contenidos que afectan la privacidad de sus usuarios y violentan principios y normas de nuestra legislación en protección de datos personales.
Pero la realidad demuestra que si en situaciones normales la población se interesa poco por la exposición de su privacidad en el universo digital (pensemos en la dilapidación de imágenes vía Instagram), a quién le va a importar que alguna plataforma digital retenga sus contactos, lea su información personal o registre sus antecedentes de salud cuando un médico le receta alprazolam vía una app de mensajería instantánea. La filtración de información de este tipo puede generar perjuicios equiparables al sexting: en un caso se comparte privacidad sin desnudo y en el otro, el desnudo propiamente dicho. Pero el virus no solo nos plantea actuales desafíos en el ámbito de la enseñanza (con efectos colaterales sobre la privacidad): también nos ofrece un camino de mayor incertidumbre a futuro, asegurándonos que los procedimientos de enseñanza digital a través de plataformas digitales han venido para quedarse sine die.
Es evidente que finalizada la cuarentena muchos padres no querrán enviar a sus hijos al aula presencial y muchos alumnos universitarios no querrán asistir personalmente a clases. Pensemos por un momento en un aula de la Facultad de Medicina de la UBA donde se curse Anatomía o en un aula de Derecho donde se curse Sociedades: ambos casos aseguran más de 80 alumnos por clase, como mínimo.
Por eso el coronavirus deja espacio para una eventual rebelión en el nivel educativo, ya que razonablemente no se querrá comprometer la salud de ningún estudiante, en ningún nivel de enseñanza (primario, secundario y universitario), mediante la concurrencia al aula presencial hasta que la pandemia sea controlada con criterio verosímil. Si el aula se considera fuente de contagio, aun cuando se haya levantado la cuarentena, las plataformas virtuales de enseñanza seguirán ganando espacio, ya que muchas instituciones educativas priorizarán su utilización ante la amenaza de eventuales casos de contagio y la responsabilidad civil que ello supone para la propia institución
Abogado especialista en Tecnologías, Privacidad y Datos Personales. Profesor de grado y posgrado en las universidades de Buenos Aires y Austral. Autor de Redes sociales y tecnologías 2.0