Contra el coronavirus, emitir moneda, pero no “a lo loco”
La Argentina, frente a la pandemia del coronavirus, ha tenido la ventaja de poder anticipar medidas sanitarias ya probadas en otros países. Pero en materia económica tenemos varias desventajas. La primera, obvia, es que sin superávit fiscal, sin acceso al endeudamiento, sin reservas suficientes ni ahorros de otra fuente solo nos quedan, para financiar la necesaria expansión del gasto, la reasignación y modificación de partidas presupuestarias, algo de los recursos de la Anses y, mayoritariamente, la emisión monetaria.
El segundo problema, en materia de protección a los sectores más vulnerables, es el gran número de trabajadores informales, 40% mínimo de la fuerza de trabajo y más del 22% de los jefes/jefas de familia que no reciben ingresos fijos ni subsidios sociales. El tercero, no menor, es que el sector público argentino, desde hace décadas, es muy ineficiente para focalizar el gasto y los subsidios, y llegar a los que tiene que llegar, sin que se "filtren" recursos a sectores que no lo necesitan. Un ejemplo claro de los últimos años fue el de distribuir jubilaciones sin aportes previos a gente que lo necesitaba y a personas que, claramente, no requerían dicha ayuda estatal. O los subsidios al transporte en avión o a la energía.
Como la mayor parte de los paliativos que se instrumenten se financiarán con emisión monetaria y esta, para seguir con términos médicos, tiene "efectos colaterales" de corto y de mediano plazo, sería bueno usar la dosis adecuada y no despilfarrar. Entiéndase bien, la emisión monetaria para evitar un colapso de la economía es necesaria e inevitable, pero sería mejor que se hiciera de manera tal que se minimizara la dosis, para no afectar aún más la economía hoy y, sobre todo, "el día después". Van entonces mis sugerencias:
En cuanto a las partidas presupuestarias, debe de haber miles de rubros que hoy serían prescindibles, y muchos, seguramente, no podrán ser ejecutados por las propias limitaciones del aislamiento obligatorio, pero hay otros que se podría considerar cancelar, postergar o achicar. Un ejemplo: todos los empleados públicos enviados a su casa se ahorran los gastos de transporte (más otros relacionados con el hecho de comer fuera del hogar, etc.); sin imputar la exacta incidencia de estos gastos en su salario, se podría hacer una reducción, aunque sea simbólica, de su pago, mientras dure el aislamiento. Un x% del sueldo, multiplicado por millones, es menos emisión monetaria.
Los "programas" de obra pública, (salvo para hospitales de campaña) no tienen sentido. La gente no debería salir de su casa, no se puede construir sin "cercanía" de equipo, sin traslado de materiales, sin proyectos, sin licitaciones limpias, etc. Todo eso, al igual que el plan Procrear, demora más de 15 días de instrumentación, si se hace bien y de modo transparente. No hay que malgastar recursos en papelerío y trámites, eso será para después de la emergencia (al tema de las "changas" nos referiremos más adelante). Respecto de la Anses, ya se han tomado medidas para reforzar la AUH y las jubilaciones, además de la postergación de cuotas de crédito a los jubilados, comedores, etc.; quizás habría que reforzar bonos para las jubilaciones por encima de la mínima con una escala, y orientados solo a gastar con tarjeta de débito.
En lo que concierne al Banco Central, está muy bien aumentar el financiamiento a las empresas con líneas especiales a tasas subsidiadas. Sin embargo, es necesario ir a esquemas más automáticos. Las líneas de crédito habituales requieren "armar la carpeta", evaluar riesgo, plazos, etc.; eso demora, requiere recursos humanos que están en cuarentena. Otra vez: papeles, trámites. Los bancos tienen una forma mucho más rápida de dar crédito. Para empresas, aumentar el giro en descubierto y los límites de los créditos actuales, contra una línea de crédito abierta, del Banco Central. El monto, equivalente a equis meses de nómina salarial, contra el compromiso de no despedir personal. También por una determinada cantidad de meses (los detalles y las condiciones los tendrán que arreglar los bancos con el BCRA). Para los individuos, aumentar los límites de sus tarjetas de crédito y los descubiertos de sus cuentas con el mismo criterio. Trabajar sobre la base de la nómina salarial permite ayudar más específicamente a sectores de trabajo intensivos y cuantificar exactamente los montos a emitir, para calibrar. Y se puede ir emitiendo por cada mes, mientras se recupera la actividad. Cuantificar y limitar, palabras claves.
El otro tema, en esta área, es la de reorientar los programas como Ahora 12 y otros hacia programas de descuento contra pagos con tarjeta de débito o medios similares, para consumo de alimentos y remedios, para que la gente use más este instrumento, de manera de no tener que ir a los cajeros automáticos, no hacer colas, circular menos y, de paso, bajar un poco el "negro" del pago en efectivo. En la emergencia, toda la cadena de valor de alimentos y remedios debe ser sometida al escrutinio de sus costos y precios para evitar abusos. En la guerra contra el virus hay que usar instrumentos transitorios. En situaciones normales, el mejor control de precios es tener una economía abierta y competitiva. Y no confundir cambio de precios relativos, o niveles de precios, con la inflación, que es siempre un problema macro, a atacar después.
Por último, pero lo más importante, es cómo atender al sector informal de la economía, que "vive de changas" que por un tiempo no hará. Con los monotributistas de las categorías más bajas es sencillo: se les acredita un subsidio en cuenta para cubrir necesidades básicas, para ser usado solo con tarjeta de débito. Los que no tienen cuentas bancarias, casi con seguridad, tienen celular. Lo que sugiero es que se les informe con publicidad en medios de comunicación que envíen desde su celular un mensaje de texto con nombre y número de documento. Esa información, vía las técnicas actuales de big data, se puede cruzar con las bases de datos del Registro Nacional de las Personas, Anses, Ministerio de Trabajo, ART, etc. y confirmar que no recibe ningún ingreso, público o privado. En ese caso, vía la billetera de pago del Banco Nación (PIM) o las privadas que existan, o tipo Mercado Pago y similares, se les acredita una transferencia del Tesoro, en una cuenta virtual, otra vez, para gastar en alimentos y remedios, vía débito directo, o vía pagos con QR, todo con el celular. De esta manera todos reciben algo, se minimiza la filtración y no tienen que andar "deambulando" y eludiendo la cuarentena para conseguir unos pesos con algún trabajito menor. Todo es para la emergencia y hacer efectivo el aislamiento.
En síntesis, la clave aquí es gastar eficientemente y no "emitir a lo loco" por emitir. Y encontrar soluciones prácticas al hoy, que minimicen los problemas del mañana.
Exdirector del BCRA