Conectar saberes y producción
A fines de noviembre, las universidades públicas y privadas de Mendoza firmamos un acuerdo para encarar conjuntamente proyectos de investigación que retroalimenten la matriz productiva de Mendoza. Es posiblemente uno de los convenios más significativos que tuvo el sistema de educación superior argentino a lo largo de 2019, por el volumen y la variedad de las instituciones, y por el potencial impacto en la economía local.
El programa se denomina Desafíos 2020 y conlleva el compromiso de las dos universidades públicas y las seis privadas de la provincia, junto al Conicet Mendoza, de articular esfuerzos y poner a disposición sus infraestructuras, laboratorios, equipamientos y recursos humanos para dar respuesta a las necesidades que planteen las empresas o cámaras empresariales locales. Los sectores que ya han manifestado voluntad de participar están asociados a la salud, la industria del software, productores agrícolas y empresarios del área logística.
El plan se va a estructurar a través de fondos concursables, pero lo interesante es que las propuestas tendrán que formularse con investigadores de por lo menos tres universidades de las instituciones firmantes y representantes de los sectores público y privado y del Conicet. Al cabo de un año, esos equipos tendrán que presentar las soluciones a los desafíos productivos que motivaron el proyecto.
Este acuerdo se trata de una iniciativa que habla de la madurez del sistema universitario en Mendoza. No hay región o provincia del país en la que la totalidad de sus instituciones hayan logrado generar una convocatoria conjunta que distribuya horizontalmente responsabilidades y compromisos, más allá de la dimensión de cada universidad, y sobre todo que ponga por delante el beneficio para su comunidad.
Desafíos 2020 se enfoca sobre una herida abierta de la Argentina: la vinculación entre la ciencia y la tecnología con la matriz productiva, para dotar a las empresas de mayor competitividad, agregar valor y acompañarlos en términos de exportación de bienes o servicios.
Esto es clave. La Argentina tiene que aumentar considerablemente su inversión en CyT, porque es un sector determinante para el desarrollo de la población y para el sostenimiento de la economía. Tenemos que poder llevar nuestra inversión en I+D del actual 0,5% del PBI a, por lo menos, el 2% para 2025. Ese incremento de la inversión tiene que planificarse, porque está probado que las asignaciones presupuestarias son condiciones necesarias, pero no rinden verdaderos frutos si no se acompañan de un buen plan y, principalmente, un sostenimiento en el tiempo de las estrategias y políticas adoptadas. Desafíos 2020 persigue conectar las necesidades productivas del entorno con el esfuerzo de investigación que hacen nuestros científicos y académicos. Algo que puede ser obvio, pero que por lo general no tiene correlato en la realidad.
En el mundo, la estructura de la riqueza es sustancialmente diferente a como era hasta hace 20 años: actualmente, un tercio del valor generado por la sumatoria de todas las economías está dado por activos intangibles, por patentes, por innovación aplicada a procesos productivos. La ciencia es un actor clave y la inversión público-privada redunda finalmente en un círculo virtuoso que termina aumentando la base exportable, descomprimiendo las tensiones sobre el dólar, dotando de mayor productividad a las industrias y diversificando tanto mercados como bienes producidos.
Rector de la Universidad Champagnat
Alejandro Giuffrida