Brasil, en la lucha contra el Covid-19
La sociedad argentina parece estar siendo inducida a un miedo extra en esta temporada global de miedos: el de que Brasil, al supuestamente "no hacer nada" con relación al virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad Covid-19, representaría una amenaza sanitaria para la Argentina. Como todo juicio generado por el miedo, este enceguece más de lo que ilumina. Pero las dos mitades de ese argumento están equivocadas.
En primer lugar, suponer que la mera vecindad con un país afectado por el Covid-19 determina la trayectoria de la enfermedad en otro país significa ignorar tres conceptos fundamentales en la lucha contra esta amenaza: el de pandemia, que resalta el alcance global de la enfermedad; el de transmisión comunitaria, que indica la relatividad de casos "importados", y el de control soberano de fronteras, que ha sido ejercido por todos los países según sus circunstancias concretas.
El Covid-19 fue declarado una pandemia por la Organización Mundial de la Salud el pasado 11 de marzo -y desde entonces es poco prudente creer que la enfermedad tiene preferencia por un territorio "A" o "B"-. En cuanto a la transmisión comunitaria, fue observada el 20 de marzo en Brasil, y solamente 3 días después en la Argentina. Con respecto al control de fronteras, Brasil determinó la restricción del ingreso de personas, con algunas excepciones (brasileños nativos, extranjeros residentes y casos humanitarios, incluyendo el tránsito hacia países vecinos).
Si aún hay dudas sobre la irrelevancia de la vecindad, basta observar ejemplos de países que comparten fronteras tan importantes como la que une a la Argentina y Brasil. España, que llora a más de 15.000 muertos, tiene una enorme frontera con Portugal, con 400 víctimas; Alemania, uno de los países con mortalidad per cápita más baja (30 muertes por millón de habitantes), limita con Francia, que lamentablemente se acerca a los 200 muertos por millón; las trayectorias de la pandemia en Estados Unidos y Canadá son rigurosamente opuestas: mientras que Estados Unidos está hoy entre los países más impactados, Canadá registra 500 muertos.
Por lo tanto, los hechos conducen a una única conclusión posible: el éxito en la lucha contra el Covid-19 es determinado por los esfuerzos realizados internamente por cada país, no por su vecindad. ¿Y qué viene haciendo Brasil al respecto? ¿"Nada", como fantasean algunos? ¿En serio?
Invito al lector a observar los hechos: el gobierno central de Brasil ya promulgó 13 medidas provisionales (DNU), 17 decretos y 2 leyes con medidas para combatir el virus. Buena parte de esas medidas buscan otorgar solvencia económica a los ciudadanos -lo que permite que cumplan con la cuarentena con más tranquilidad- y a las empresas -para que puedan sobrevivir en este primer período de lucha contra la enfermedad, particularmente difícil-. Entre los decretos ya aprobados está el que declara la "calamidad pública" en Brasil, que le permite al Estado disponer de sus fondos más libremente; entre las medidas aún en trámite, está el llamado "presupuesto de guerra", exclusivamente destinado al combate contra el virus. Según el índice CESI (Covid-19 Economic Stimulus Index), diseñado por economistas estadounidenses, surcoreanos y turcos, el paquete económico brasileño ya existente, aunque ligeramente por debajo del promedio mundial, está por encima del promedio latinoamericano, región en la que solo somos superados por Chile.
Con respecto a otro grupo de medidas, relacionadas con la disminución de la circulación de personas y la inversión directa en los sistemas de salud, menciono otro índice internacional, el Oxford Covid-19 Government Response Tracker. En una escala de 0 a 100, Brasil recibió de la universidad británica 76 puntos, por encima de los Estados Unidos (66) y de Canadá, China, Australia y Alemania (71), y justo por debajo de Corea del Sur, Perú y Portugal (80 puntos).
La Argentina, en este índice, tiene 95 puntos, el mismo nivel de los demás países que impusieron una cuarentena "dura" determinada por el Poder Ejecutivo central. Quizás buena parte del "miedo" con respecto a Brasil surge de esa comparación entre el lockdown central argentino y las cuarentenas descentralizadas en mi país, que no son tan visibles para aquellos que miren la situación en Brasil desde afuera. Sin embargo, Brasil es territorialmente más grande, tiene 210 millones de habitantes y no tiene la concentración demográfica argentina, motivo por el cual, en lo que respecta a la lucha contra el Covid-19, no necesariamente lo que funciona para la Argentina funciona en Brasil.
Eso no quiere decir que la lucha contra el Covid-19 en Brasil esté ganada -victoria que, lamentablemente, ningún país del mundo puede celebrar en este momento-. El nuevo coronavirus seguirá siendo una amenaza durante varios meses por delante. Pero el gran compromiso de Brasil, en todos sus niveles -mundo político, Fuerzas Armadas, empresarios, sociedad civil y prensa- ha permitido algunas victorias parciales importantes. Hace algunas semanas, el crecimiento de los casos de Covid-19 en Brasil parecía acercarse a las curvas de España e Italia. Las diversas medidas tomadas desde entonces muestran que Brasil empezó a aplanar la curva de contagio, distanciándose bastante de esos casos extremos. El crecimiento de la enfermedad posiblemente seguirá ocurriendo en Brasil, y se hará más visible en las próximas semanas, a medida que se vayan aplicando los 23 millones de tests ordenados por el Ministerio de Salud de Brasil. Pero, con base en la solidaridad y en la técnica, y buscando el fino equilibrio entre proteger la salud y preservar la capacidad productiva de la economía -sin la cual la lucha contra el virus se vuelve más difícil-, Brasil superará este desafío.
En este esfuerzo, Brasil y la Argentina deben ser solidarios -por ejemplo, facilitando la repatriación de sus respectivos ciudadanos y cooperando de manera franca en la lucha contra la enfermedad- y no señalarse con el dedo el uno al otro mientras tienen un enorme desafío interno que superar.
Embajador de Brasil en la Argentina