Coldplay y el amor por la ciudad de la furia
Un despliegue que excede las fronteras del espectáculo y conecta con la sensibilidad de la Argentina
- 4 minutos de lectura'
La visita de Coldplay quedará en el registro de esta ciudad más allá del récord de público que representa para la historia del espectáculo local (diez conciertos agotados en el estadio de River Plate). De hecho, excede en mucho las aristas musicales y artísticas del asunto: logró que se convirtiera en un hito de popularidad al transformarse en un show magnético para varias generaciones que se multiplica en las redes sociales (especialmente en Instagram): cada asistente tiene en sus manos una porción del espectáculo gracias a las pulseras LED.
Es que el show logró exceder las formas del concierto de una banda de pop británico para instalarse como un parque de diversiones o, mejor, un Cirque du Soleil emocional basado en el carisma de Chris Martin, el colorido lumínico que ofrece la gira Music of the Spheres y también a una conexión muy estrecha entre la banda y la ciudad, forjada desde su primera visita al Gran Rex en febrero de 2007 y este 2022, que encuentra a artistas y público en estado de “gracias”.
Hay algo que sintoniza con la época y el contexto: si el furor masivo y rockero de los Rolling Stones fue el de los tiempos de Maradona, este de Coldplay es el de la era Messi.
Martin, de hecho, no es un frontman convencional: a sus atributos vocales, le suma una vocación escénica por la empatía que conjuga con su perfil bajo, su compromiso con causas ecologistas o humanitarias, y se expresa en su sonrisa y su gratitud. “Gracias” es la palabra que más repite en su show: y no solo retribuye los aplausos, retribuye la presencia, la conexión, hasta el silencio del público. La carta que le dejó de puño y letra a Clara Cava, una ascendente artista que se enteró en el día que sería telonera de la quinta fecha, o las palabras con las que saludó a Tini Stoessel, logran que una frase, dicha la primera de las diez noches y seguramente repetida, suene sincera en su boca aunque remita a un cliché: “Ustedes son realmente el mejor público del planeta”. La sorpresa de los productores, un año atrás, por la velocidad de la venta de tickets ya había anticipado esta pasión. Los shows agotados, ya se ha dicho, condensaron el espíritu post-pandemia, y esa vocación porque esta nueva normalidad se pareciera mucho a la anterior: la conexión física y sensorial de los shows en vivo de diferentes estilos que este mismo fin de semana abundan por toda la ciudad.
Seguramente, además del tango que garabatearon y se animaron a presentar en su gira pasada, la mejor expresión de ese vínculo intenso sea la versión de “De música ligera”: la voz de Martin para el estribillo ya había sido insinuada para los shows de regreso de la banda tras la muerte de Cerati (lo ensayó oportunamente para la gira de Zeta Bosio y Charly Alberti) y realmente logran una interpretación convincente. La potencia de los riffs rockeros de guitarra no deberían disimular la precisa virtud del título: “De música ligera”, un himno a la liviandad que logra perdurar en el tiempo. Y no casualmente es el momento del “Gracias totales”, aquella inmortal frase que el propio Martin ha hecho propia.
La primera imagen pública, apenas llegaron a Argentina, fue la del guitarrista Jon Buckland en el Museo de Arte Latinoamericano. La más reciente es la de la sonriente Dakota Johnson -actriz y pareja del cantante Chris Martin- escuchando recomendaciones de vinos orgánicos en la porteñísima esquina de Defensa y Carlos Calvo. De hecho, Johnson había llegado de manera furtiva en la anterior visita de la banda, en 2017, cuando su romance con Martin era aún un secreto a voces. Para el inicio de esa misma gira, Martin había llegado acompañado de su ex esposa, la también actriz Gwyneth Paltrow. La estadía familiar es una característica de la banda que hoy puede comprobarse, pese al hermetismo, en los alrededores del Four Season donde se hospedan.
De hecho, la banda también conecta semánticamente con la coyuntura que aquí vivimos. No solo hubo un “dólar Coldplay” (la denominación coloquial para el pago en divisa extranjera a artistas internacionales), hubo dos. En las dos semanas de su estadía en la ciudad cambió también el régimen cambiario para los extranjeros: desde el viernes pueden abandonar la clandestinidad y abrazar una modalidad de pago razonable y una cotización más amigable usando sus tarjetas de crédito. Otro dólar para los Coldplay.
Pero en este menú tan porteño, también hay tarifas fijas para ir y venir de River, fastidios por el tránsito alterado y hasta episodios de violencia entre taxistas irascibles y clientes.
Cultura, placeres, empatía, caos, delirios cambiarios: Buenos Aires se ve tan susceptible, e irresistible. Bienvenidos a la ciudad de la furia.