El experimentador serial. Claves para entender la obra de Robert Rauschenberg
Hasta el 2 de abril se exhibe en Londres una retrospectiva del artista, organizada por la Tate Modern y el MoMA de Nueva York
Londres.– Voraz, sorprendente, único, Robert Rauschenberg (Texas, 1925-Florida, 2008) dejó un sello ineludible en el arte moderno. Una fabulosa retrospectiva del artista, organizada por la Tate Modern y el MoMA de Nueva York, despliega en Londres hasta el 2 de abril obras que dejan sin aliento. Con importantes préstamos internacionales que rara vez viajan, esta es la primera muestra a gran escala desde su muerte.
Pionero del arte pop, admirador de Marcel Duchamp y una de las figuras más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, Rauschenberg fue el primer artista norteamericano que obtuvo el Premio de Pintura en la Bienal de Venecia (1963), un veredicto que enojó a muchos. Al día siguiente de recibir la noticia del premio, llamó a su asistente y le indicó que destruyera todas las serigrafías que había dejado en su atelier para evitar la tentación de volver sobre esas imágenes y repetirse. Barajó y dio de nuevo.
Con sus pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, impresiones y performances, abrió un nuevo camino en el arte. La muestra es un avasallante recorrido por toda su variada producción. A continuación, algunas claves para entender su obra.
Objetos teatrales
Los combines son collages a gran escala que se volvieron “físicamente incómodos” para el artista por la adición de todo tipo de objetos. Algunos combines de grandes dimensiones devinieron verdaderos objetos teatrales, muy expresivos. Aplicaba sobre el lienzo material de descarte recolectado en distintos barrios de Nueva York, luego pintaba. En ocasiones lo hizo en vivo en un escenario.
A diferencia de los artistas que desde la década de 1920 usaban material de rezago en sus collages, Rauschenberg no buscaba representar algo más. Le interesaba que el objeto estuviera ahí, sin otra alusión.
Desacralizar el objeto
Rauschenberg repensó las posibilidades del arte en nuestro tiempo. Como homenaje, una de sus obras consistió en borrar meticulosamente un dibujo de De Kooning. Con el uso de material de desecho, desmitificó la idea de la obra como objeto sagrado. “Un par de calcetines no es menos apropiado para hacer una pintura que la madera, los clavos, el aguarrás, el aceite y la tela”, señaló.
En sus combines incluyó, entre muchos otros elementos, luces intermitentes, ventiladores, paraguas, señalizaciones de la vía pública, tierra, alambres. Una imagen, según él, “es más parecida al mundo real cuando está hecha del mundo real”.
Prolífico eclecticismo
Rauschenberg no aceptó fronteras establecidas en el arte, ni límites rígidos entre arte y vida. Monograma es la famosa cabra de Angora disecada, cuyo cuerpo peludo está atrapado en un neumático pintado de blanco. El artista compró la cabra, que había sido disecada por un taxidermista, en un local de artículos de segunda mano. La colocó en un lienzo sobre una plataforma montada sobre cuatro ruedas, junto a una pelota de tenis. Ese animal hipnótico es una vanitas moderna, una escena abierta, un enigma a resolver.
En Cama enmarcó una almohada, una sábana y un edredón de una plaza gastados, sobre los cuales trabajó con pintura, grafito y esmalte de uñas rojo. Mientras muchos interpretaron la cama como una imagen agresiva, que evocaba sangre y violencia, el artista la definió como “una de sus obras más amigables”. “La pintura se relaciona tanto con el arte como con la vida”, sostuvo. El influjo de Rauschenberg es tan fuerte que se observa en casi todos los movimientos posteriores y en artistas contemporáneos como Tracey Emin y Damien Hirst.
Los medios como materia prima
Mientras que a comienzos de los sesenta artistas como Andy Warhol y Roy Lichtenstein añadían en sus obras imágenes provenientes de los medios de comunicación, Rauschenberg sumó a sus trabajos un rango de temas mucho más amplio, que abarcó desde la política hasta la ciencia, y buscó anclaje en su época.
En sus serigrafías introdujo desde imágenes reconocibles de la historia del arte hasta stills de TV y la emblemática imagen del presidente John F. Kennedy. En tanto, en sus ilustraciones con transfer de los cantos del Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri, los mensajeros celestiales devienen astronautas, los autos de carreras simbolizan la violencia en el averno y la policía de choque encarna demonios y torturadores.
La tecnología como musa
Muy interesado en aplicar la tecnología a las artes visuales, junto con dos ingenieros fundó E.A.T. (Experiments in Art and Technology), una organización sin fines de lucro que promovió la interacción entre ingenieros, artistas e industria. En tres años, más de 2000 ingenieros y 2000 artistas se unieron a esta iniciativa en todo el mundo.
Exhibida en la megamuestra de la Tate Modern, Musa de Barro es una imponente pileta de metal con 3785 litros de arcilla mezclada con agua que burbujea y chorrea, mientras libera aire como resultado de los niveles de sonido creados por el barro burbujeante.
En esta obra, Rauschenberg quiso imitar los orificios respiratorios externos de algunos invertebrados terrestres y vertebrados acuáticos. Es un logro de ingeniería que también está vinculado con las preocupaciones del arte de los años sesenta, que puso el foco en materiales sin forma y objetos producidos en forma industrial. Provoca vértigo acercarse demasiado a ese extraño dispositivo: da la sensación de que los chorritos de barro nos alcanzarán con impulso inusitado.