Claves para entender la obra de Jorge Miño
En el Centro Cultural Kirchner y en el Palacio Duhau se exhiben algunas de las obras recientes del artista; así termina uno de los años más intensos de su carrera, que incluyó varias muestras en Buenos Aires y en Miami
Fue un gran año para Jorge Miño. Hasta el domingo próximo se puede en el Centro Cultural Kirchner la instalación que realizó para la muestra Borges. Ficciones de un tiempo infinito, que ya fue visitada por más de 450.000 personas. Y hasta el lunes, las fotografías de gran formato que exhibe en el Paseo de las Artes del Palacio Duhau, donde ayer dialogó con el público. Había llegado horas antes desde Miami, donde fue representado por la galería Untitled en la feria Pinta y expuso una muestra individual en la galería Dot Fiftyone.
Además, durante 2016 montó otra instalación en el Parque de los Laberintos en Tecnópolis, exhibió una muestra individual en Praxis y participó de la feria Buenos Aires Photo. A continuación, algunas claves para entender la obra de este artista, nacido en Corrientes en 1973, que se formó con Alberto Goldenstein y Alejandro Kuropatwa.
Elogio de la imperfección
Miño toma fotografías con un celular estándar: no busca un registro fiel de la realidad. Dejó la cámara fotográfica de lado para priorizar la creatividad y la espontaneidad, ya que el trabajo de postproducción le permite incorporar los errores técnicos, esos que no siguen el protocolo de la fotografía ortodoxa.
“La tecnología digital del celular me permite trabajar en el laboratorio como lo hacían los grandes maestros durante horas”, señala el artista. Y añade: “El celular hoy tiene la impronta de la rapidez, de la capacidad de resolver sin dudas: no logro una foto perfecta pero eso no me importa”.
Variedad de soportes
Miño se define como un artista compulsivo o un cazador de imágenes desesperado. Para seleccionar una foto, saca unas tres mil. También se apropia de imágenes que circulan en la web. Luego decide sobre qué soporte hará la impresión.
En Miami encontró un sitio que le permite hacer impresiones con tinta UV en cualquier material: acrílicos, metales, madera, cristal. “Puedo hacer impresiones que jamás se alteren y además la foto ya no necesita protección de vidrio: estoy asombrado con la definición que logro”, señala.
Allí exhibió fotografías en grandes dimensiones, impresas sobre aluminio dorado, y fotografías sobre papel metalizado. También un conjunto de calados sobre papel, relieves que el artista hace con una máquina de corte y que incluyen aproximadamente unas 500 hojas caladas con una imagen fragmentada de la misma toma.
Abstracción geométrica
Al superponer distintas tomas, Miño logra un efecto de singular espacialidad: se perciben en una misma imagen distintos puntos de vista. A veces, busca que “el espacio se vuelva sólido” con colores muy saturados como lo hizo en la muestra de Praxis. De esta manera, llega a la abstracción geométrica.
Las técnicas digitales le permiten lograr colores saturados y transparencias en un mismo plano. Además, hace las copias de sus fotos en gran formato para lograr que la “obra tenga el poder de absorber al espectador”.
Cuando trabaja, Miño tiene muy presentes a artistas como František Kupka, Francis Picabia y Paul Cézanne. El cubismo es una de sus principales influencias cuando transforma las fotografías con técnicas digitales.
Realidad y ficción
Miño parte de un espacio real para crear otro ficcional, que a veces es abstracto y otras conserva huellas del espacio real. No incluye personajes ni referencias de lugares para dar lugar a espacios fantásticos, oníricos, despojados, donde ningún detalle anecdótico capture la atención del espectador. De esta manera, sólo se concentra en aspectos plásticos y espaciales de la obra.
“No incluyo personajes para que no se generen empatías: cuando quito toda la información, el espectador siente que es el protagonista de la obra, se fusiona con el espacio y se queda más tiempo frente a la foto”, explica. Y añade: “En mis imágenes, nunca hay ventanas ni puertas: me interesa que la obra no tenga accesos ni salidas. La fotografía tradicional está pensada como registro; en cambio yo priorizo el rol del espectador: creo que hoy hay una necesidad de reinventar la foto”.
Viajes
Miño captura imágenes que encuentra en distintas ciudades y las convierte en espacios laberínticos. Antes de sus viajes, selecciona para visitar y fotografiar construcciones con sello de arquitectura modernista, brutalista o futurista, que son las que le apasionan. Luego, altera y manipula las imágenes para dejar bien claro que no le interesan el registro fiel ni la verosimilitud sino que su mirada, al igual que la del espectador, es una entre infinitas posibilidades de ver el mundo.