Clásicos griegos.Una pasión global
Fenómeno. En plena era tecnológica, La Ilíada y La Odisea son objeto de culto masivo
Heródoto señaló, 500 años antes de la era actual, que leer a Homero y Hesíodo era lo que verdaderamente civilizaba a un ser humano. Sin embargo, en algún momento, los clásicos griegos quedaron reservados para el círculo académico de lingüistas y, acaso, para los herederos de Freud. Ahora, lo que alguna vez constituyó un objeto de estudio elitista vuelve para atravesar la cultura de masas sin pudor. Nunca como hoy se publicaron tantas versiones de La Ilíada, ni se filmaron tantas películas con héroes griegos (Troya, Alejandro, 300, Furia de titanes, Hércules), ni se debatieron tanto las figuras de Odiseo y Aquiles en aulas y redes sociales.
Al borde de la fusión con las máquinas, los seres humanos se sumergen de nuevo en los clásicos griegos. La Ilíada se convirtió en best seller gracias a nuevas ediciones en todo el mundo. En agosto pasado, su lectura en continuado a lo largo de 16 horas por parte de famosos actores ingleses fue un éxito, gracias a su transmisión online desde un teatro londinense. O, más probablemente, debido a su tuiteo en vivo y a la creación de hashtags lúdicos, como #teamAchilles y #teamHector, que sumaron una dimensión participativa a la lectura (https://storify.com/AlmeidaTheatre/the-iliad-live-at-the-british-museum-almeida-theat).
En su famosa edición de Gredos, el clásico homérico llegó en septiembre pasado a los kioscos argentinos en una versión económica. Para octubre, ya no quedaba ni un ejemplar en la calle. No es un fenómeno local solamente. En España, donde la primera traducción al castellano vio la luz en 1788, se publicaron en las últimas dos décadas por lo menos seis versiones nuevas de La Ilíada. En América Latina, La Odisea fue traducida nuevamente en 2013 por el lingüista boliviano Mario Frías Infante. Penguin Random House anticipa que en febrero publicará en la Argentina por primera vez La Ilíada y La Odisea en las traducciones del español Fernando Gutiérrez. Otras clásicos griegos están siendo traducidos por Losada y Colihue. Por su parte, en Estados Unidos se publicaron ocho nuevas traducciones de La Ilíada en la última década, y van por más.
¿Por qué esta avalancha de textos que tienen miles de años y requieren un enorme trabajo de traducción? No es que no hubiera excelentes versiones de las 15.000 líneas de La Ilíada, tanto en prosa como en verso. Ni la traducción del novelista Simon Butler (1898) ni la del poeta Alexander Pope (1720) estaban en discusión en el mundo anglosajón. Sin embargo, en 1990 apareció la traducción al inglés de Robert Fagles, que lleva vendidas un millón de copias. Ahora, se anuncia la de Caroline Alexander, que no sólo es la primera hecha por una mujer sino también por una periodista (con gran formación clásica, eso sí). Según Alexander, su intención fue devolver La Ilíada a la gente que no tiene estudios académicos. Y subrayar cómo resuena la guerra de Troya hoy, contra los titulares de guerra de los diarios y las atrocidades cometidas por ISIS.
Ni hablar del éxito de los cursos, los videos y los libros del filólogo húngaro Gregory Nagy, quien desde la Universidad de Harvard encabeza hace décadas la traducción de los antiguos textos griegos. Nagy celebra la traducción de Alexander por ser fiel a la palabra viva del original griego. "Cuando leo los versos de la nueva traducción de Alexander, puedo casi escuchar la música de la performance homérica", dice Nagy. La poesía homérica, enfatiza, "es uno de los más bellos y perfectos sistemas de comunicación que podemos encontrar en la historia de la civilización".
Pero ¿hacen falta tantas nuevas traducciones? "Sí, definitivamente -afirma Peter Struck, profesor de Estudios Clásicos en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos-. La traducción, incluso entre dos lenguas modernas, nunca es un asunto simple. Si así lo fuera, el traductor de Google habría convertido en obsoleta la enseñanza de idiomas extranjeros, y no lo ha hecho. El problema es todavía más agudo cuando se traduce de una lengua tan antigua como el griego homérico. Al no haber una fórmula única, los traductores deben tomar decisiones para encontrar las palabras que encajen en el contexto, y esto significa comprender las muchas capas que subyacen a un texto, de lo más general a lo particular. Esto implica un trabajo en equipo".
Boom traductor
¿Qué hay detrás de toda esta movida homérica, que se extiende a los libros juveniles, con la saga de Percy Jackson, a las películas y series que recrean la mitología griega (¿alguien se acuerda aún de Xena, la princesa guerrera?), e incluso a la moda femenina, con sus largos vestidos de inspiración helénica (ver a Lily James en el premio Golden Globe)?
En principio, hay que decir que los clásicos ejercen una inevitable atracción sobre cualquiera que haya sumergido los pies en sus aguas. Todo -pero todo- está en La Ilíada y La Odisea. Pueden pasar décadas entre una primera y una segunda lectura, pero quien vuelve a Homero ya no deja de releer con fervor lo que los valientes Aquiles y Héctor enseñan sobre la gloria y la muerte; o lo que el ingenioso Ulises tiene de humano en su nostálgico peregrinar para volver a casa. "Para cualquiera que se dedique a las letras, los textos épicos griegos son imprescindibles", apunta Gustavo Daujotas, secretario académico del Departamento de Lengua y Literatura Clásicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. "Hay una suerte de demanda histórica para leer a los clásicos y la mitología griega -por ejemplo, por parte de psicoanalistas- que la academia antes no atendía. Esto está cambiando."
¿Por qué se traduce más hoy? "Existen muchas traducciones que han quedado obsoletas. Y también las editoriales se dan cuenta de que se venden bien y encargan traducciones, no siempre a los mejores expertos." ¿Cuál es la mejor traducción para acercarse a La Ilíada por primera vez? Para Daujotas, cualquiera que sea en prosa y no en verso, "porque difícilmente se pueda reflejar en español los hexámetros homéricos". Daujotas se inclina, personalmente, por la versión de la editorial Cátedra.
En cambio, para María José Coscolla, profesora asociada de Lengua y Cultura Griegas de la UBA, la versión más recomendable es la de Gredos, traducida por Emilio Crespo Güemes, que tiene la ventaja de tener los versos marcados. De todos modos -aclara la especialista argentina- una cosa es una edición crítica; otra, una traducción anotada, y otra, una simple traducción basada en una edición de base. La cuestión no es nueva. En "Las versiones homéricas" (1932), Borges se interroga sobre ese punto. "¿Cuál de esas muchas traducciones es fiel?, querrá saber tal vez mi lector. Repito que ninguna o que todas. Si la fidelidad tiene que ser a las imaginaciones de Homero, a los irrecuperables hombres y días que él se representó, ninguna puede serlo para nosotros; todas, para un griego del siglo X."
Parece existir cierta urgencia en una época de choques culturales y de identidades fragmentadas por apropiarse del texto que cuenta las vicisitudes de la guerra de Troya. El escritor italiano Alessandro Baricco se animó a una traducción libre -más bien, una adaptación- de La Ilíada. Por su parte, Robert Graves la tradujo como La furia de Aquiles y también la reescribió desde el punto de vista de una hija de Homero. Todos desean ahora expresar su Homero, ése que los constituyó como lo que son.
"Las historias de Odiseo y Aquiles han interpelado a tantas personas durante tanto tiempo porque siguen siendo pertinentes. La forma en que ellos enfrentan desafíos, fracasan y triunfan, suenan verdaderas para gran parte de la humanidad a lo largo de la historia. Estas historias hablan de la compleja e imperiosa necesidad de estar vivos", señala Struck, quien recomienda no empezar a leer La Odisea antes de los 12 años y no tocar La Ilíada hasta cumplir 15.
Respecto de La Ilíada, el filólogo Nagy acerca otra clave de su supervivencia: "En el mundo de la poesía homérica, la posibilidad de que una persona muera en la guerra no es algo inesperado o inusual. La gente estaba acostumbrada a los hechos de la muerte en combate", explica el profesor de Harvard. "Pero ¿cómo lidiar con esta muerte si es tu turno de morir en la guerra? La subjetividad de la muerte en combate como una experiencia personal se siente de modo penetrante en la antigua poesía épica griega, especialmente en La Ilíada. Homero no enseña cómo pelear en la guerra pero sí cómo enfrentar la muerte en la guerra. Esta enseñanza es una lección fundamental sobre la condición humana, en tanto enfrentar la muerte en combate es por extensión enfrentar cualquier muerte en la vida de cualquiera", dice Nagy, quien también dirige el Centro de Estudios Helenísticos, en Washington.
Hay muchas razones (Italo Calvino enumera al menos 14) para volver a La Odisea u otros clásicos de la literatura, pero quizás lo primero que hay que comprender es que "un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir", por lo que siempre sorprenderá a quien se asome a sus páginas. En última instancia, susurra el gran escritor italiano, "tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él".
"Creo que leemos a Homero porque, más allá de su base histórica, encontramos en el mythos o relato un componente simbólico y otro alusivo", reflexiona Coscolla. "Por ejemplo, la descripción del escudo de Aquiles en el Canto XVIII parece ser la misma ciudad de Troya, pero es símbolo de cualquier ciudad asediada por la guerra en cualquier tiempo; el retorno de Odiseo simboliza la vuelta de cualquier guerra, penosa aun cuando hayan resultado vencedores. Tal vez buscamos la constatación de ciertos valores humanos: un Aquiles que ha logrado su mayor proeza, la de vencerse a sí mismo, cuando movido por la compasión o el recuerdo de su padre, le devuelve a Príamo el cadáver de su hijo, Héctor", amplía la profesora de griego de la UBA.
Desde Estados Unidos, la clasicista Claudia Filos agrega: "Mi impresión es que la tradición homérica continúa siendo poderosa porque valida nuestras preguntas sobre lo que significa sufrir, triunfar, y enfrentar nuestra propia muerte y la de los que queremos". "Y por sobre todo -dice la coordinadora del curso The Ancient Greek Hero por el que pasan miles de personas de 170 países-, porque ofrece una experiencia de conexión poderosa con otros que se han hecho preguntas similares."
"¿No es quizá La Odisea el mito de todo viaje?", escribió Calvino. Es cierto, pero nada supera La Ilíada cuando se trata de comprender la vida. Basta pisar las murallas de la antigua Troya, en Turquía, y observar la llanura que se extiende ante el Helesponto, para entender por qué Homero sigue vivo. Como hace cuatro milenios, el viento troyano sacude levemente las hojas y una lechuza guarda el templo de Atenea en ruinas. Allí, es nuevamente Aquiles quien nos habla y dice: "? dos destinos me conducen a la muerte. Si me quedo y combato al pie de la ciudad de los troyanos, no volveré jamás a mis dominios; pero mi gloria será imperecedera. Si retorno a mi hogar, en la muy amada tierra de mi patria, perderé toda gloria; pero llegaré a viejo".
Homero nos enseña que la condición humana consiste en elegir entre dos caminos, que confluyen en el mismo punto final. Sólo los héroes -y los sabios poetas- pueden aspirar a la inmortalidad.