Circuitos: la gravedad y la gracia conviven en el Distrito de las Artes
Caracterizado por su diversidad de propuestas, el sur de Buenos Aires aloja en estos días dos muestras que marcan un fuerte contraste: la de Matías Duville en Barro y la de Santiago O. Rey, en Isla Flotante
En la nueva muestra de Matías Duville en Barro conviven tres variables. Cinco esculturas enormes, creadas con resina y recubiertas de nácar, invaden el espacio de la galería como cuerpos extraños, similares a ostras, a grutas, a asteroides. Además, se deja escuchar un soundtrack elusivo, que suena manera eventual, compuesto por Centolla Society, el grupo de Matías y Pablo Duville. En la pared situada al final de la sala (que no es tal), se proyectan las imágenes de El fondo inestable, un video de veinte minutos que agrega misterio a esas presencias sólidas, de dos toneladas cada una.
Detrás de esa pared-pantalla, una pequeña sala de la galería contiene etapas del proceso de producción de la muestra que, según lo entiende Duville, comprende un tiempo único. Se pueden ver dibujos de 2004 y 2005 al lado de otros nuevos, dispuestos sobre papeles tratados con capas de esmalte, que dan relieve a los paisajes despoblados, típicos en la obra del artista.
Geografía mental
“Me interesa ver más allá del paisaje y la topografía, de esas naturalezas colapsadas, sin más espectador que yo mismo –dice Duville-. Intento expandir esa sensación de geografía mental.” En la sala principal, las cinco piezas escultóricas, protagonistas excluyentes de Romance atómico, cumplen los deseos expansivos de Duville, que ya en Art Basel Miami, en arteBA 2016 y en el Centro Cultural Recoleta se habían manifestado mediante sinuosas capas de asfalto.
Para el modelado de las criaturas que habitan la galería de La Boca, el artista trabajó con un equipo de seis personas. A la tarea de forjar la estructura de cada pieza le siguió luego un trabajo más fino de deriva, encaramados en las esculturas como si fueran rocas. “Cada vez es un romance con la pieza, con la materia”, confiesa.
La muestra estuvo al cuidado de Anissa Touati, curadora independiente y codirectora de Chalet Society. Fue Duville quien la eligió. “Trabajé con ella por su actitud expansiva –cuenta a LA NACION-. Buscaba a alguien con esa personalidad, que pudiera imaginar una muestra con muchas terminales.”
En 2018, Duville viajará a Río de Janeiro para participar de una residencia artística. Fue invitado por Francis Reynolds, la misma persona que en 2017 ideó The Valise Project para el MoMA, donde participaron el escritor César Aira y siete artistas sudamericanos. A la vez, trabaja en las obras que presentará en las próximas ediciones de ARCO y arteBA.
Hasta el 16 de diciembre hay tiempo para conocer los vericuetos del extraño romance entre uno de los artistas argentinos más notables y sus utopías corpóreas.
Anomalías cómicas
A pocas cuadras de Barro, frente al puente Nicolás Avellaneda, está situada la nueva sede de la galería Isla Flotante. Allí se expone hasta el 17 de diciembre Nunca hicimos amistades, la hilarante muestra de Santiago O. Rey.
El título de la exposición rinde homenaje (irónico, pero homenaje al fin) al popular canto de la hinchada del club Boca Juniors: “Nunca hicimos amistades.../ Nunca las vamos a hacer.../ Amistades hacen los putos.../ Que no paran de correr”. Quizás para exorcizar esa consigna, Rey muestra una galería de seres monstruosos y cómicos, entre ellos “el fantasma de lo queer” que, como se sabe, sobrevuela el mundo del arte.
Un disfraz de cabezón, dos grandes retratos de Cristina Kirchner y del papa Francisco con lenguas Stone, empapelados con insectos que amamantan y piden limosna y una escultura anómala integran la exposición de la galería situada a orillas del Riachuelo. “No tengo un gran relato sobre mi trabajo –dice Rey-, pero utilizo la realidad política como material.”
Creado con un viejo auto Siam Di Tella que el artista compró por Internet, una escultura captura la atención. Dentro del desastrado vehículo viajan seis calaveras multicolores, envueltas en un humo grisáceo. El consumo material, unido al consumo cultural que promovió el célebre instituto creado por la familia Di Tella, se condensa en una pieza tan ingeniosa como crepuscular. Suerte de postal apocalíptica en escala porteña, L.C.D.T.M.B.A (ése es el título, que evoca tanto las siglas de un insulto como la obra L.H.O.O.Q., de Marcel Duchamp) es también la caricatura de un pasado que se idealiza cada vez más a medida que se aleja.
Con un espíritu similar al de los dibujantes satíricos, que en la Argentina han hecho y hacen escuela, Rey propone un recorrido para nada solemne y sagaz. Semanas atrás, él y Rodolfo Marqués se presentaron por primera vez en la feria de arte gráfico Paraguay con el dúo creativo denominado “El rey y el marqués”, en el que examinan a criaturas ficticias y reales del mundo del arte, los medios de comunicación y la política. De más está decir que casi ninguna de ellas aprueba.