Ciento cincuenta y cuatro años de La Nación
El martes 4 de enero de 1870 vio la luz La Nación. Han transcurrido 154 años desde aquella templada mañana, cuando uno de los muchos sueños de Bartolomé Mitre se hacía realidad. Fijó tres principios fundamentales: la fortaleza de la libertad de prensa, la pluralidad del pensamiento y el valor de la democracia, y aún hoy siguen inalterables, constituyendo nuestra hoja de ruta, nuestro faro y nuestra guía.
Sufrimos guerras, dictaduras, censuras, cambios sociales, falta de papel, caída de gobiernos, mutaciones de nuestras costumbres como sociedad y pandemias. Así y todo, nuestros valores, los que nos han definido durante estos 154 años, siguen firmes en la conciencia de la sociedad, y continuarán acompañando por décadas, porque en ellos está nuestra raíz y nuestra inalterable vocación de servicio, no solo hacia el país, sino también hacia todos y cada uno de nuestros lectores y usuarios conectados a las diversas formas en que hacemos llegar las noticias, a cada instante.
Los medios no son nada más que un sutil vínculo entre los hechos y los ciudadanos, una piedra de toque entre lo verdadero y lo falso. Llegamos al destinatario con una mirada imparcial, para que nuestras audiencias sientan que la verdad y la credibilidad están en ese pacto secreto y silencioso que seguimos sosteniendo, un pacto profundo e íntimo que hace a nuestras raíces y a nuestra identidad, basado en la confiabilidad de los contenidos y en el profesionalismo de nuestros periodistas, quienes conforman la columna vertebral de La Nación y son incansables arquitectos de ese lazo que solo acepta la verdad, lo investigado, lo chequeado, admitiendo la diversidad y el derecho a réplica. No hay lugar para lo artero, lo mendaz, el sectarismo o lo discriminatorio.
Testimonio de lo afirmado corresponde marcar algunos de los premios recibidos: ADEPA a la excelencia periodística; el de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) por la transformación digital, y la excelencia periodística; el Art Nouveau de Oro por promover y divulgar el turismo cultural; del Grupo de Diarios de América (GDA), tres de los cuatro premios otorgados. La Society for News Design generosamente nos hizo llegar diversos premios; la prestigiosa Wan-Infra otorgó dos premios internacionales. Jerry Goldemberg reconoció la “excelencia” en las comunicaciones de La Nación; el Journals Awards se sumó a estos reconocimientos; el periodista Diego Cabot recibió el Premio Rey de España, y Hugo Alconada Mon, el Premio María Moors.
Puede ser que la realidad nos obligue a ciertos cambios de formas, pero nuestras convicciones y procederes son parte indisoluble del ADN que nos distingue y define. La gran misión que tienen hoy los medios es servir a las instituciones y a los ciudadanos, para que el poder y los gobiernos rindan cuentas con transparencia de sus actos ante la sociedad que los eligió. Es por eso que hoy se necesitan medios independientes con peso específico en su misión social, obligados a exigir el más profundo análisis en cada noticia e imparcialidad en su mensaje.
Corresponde destacar que la Justicia es una socia sólida de la libertad de prensa, e implícitamente constituye un frente compacto para privilegiar solo la verdad y el derecho, así como la libertad de prensa en sí misma. También es justo reconocer que últimamente la Justicia ha sido víctima permanente de acoso y hostigamiento en sus funciones. Es parte de nuestro servicio expresar cuando se advierte ese cercenamiento, y mantenernos en alerta, protegiendo el correcto funcionamiento de este poder republicano.
¡La revolución digital ha llegado a los medios para quedarse y transformarnos! No solo han cambiado los medios, sino también sus tradicionales mercados y lectores; algunos desaparecieron, pero, por otro lado, millones de ávidos usuarios sacudieron a la prensa y sus formatos con la fuerza de un tsunami.
Otro tema no menor es afrontar el problema de la sustentabilidad de los medios, y no estamos refiriéndonos a ganancias sino a realismo, respecto a que los medios no deben depender del Estado ni ser empobrecidos por presiones fiscales impuestas discrecionalmente por funcionarios de turno. Se trata solamente de autosuficiencia, para poder tener fortaleza en su independencia y credibilidad.
Jamás antes se constituyeron audiencias tan masivas como las que se conforman hoy frente a temas por demás variados: deportes, política, cultura, salud, religión o cambio climático. Aceptemos que es un camino que recién se empieza, con un infinito horizonte.
Es el momento de colocar un párrafo respecto de la calidad de la información. La apabullante superabundancia y la masividad de las propuestas pueden atacar calidad y credibilidad; será tal vez por eso que la gente reclama cuidar la calidad de la información. Suscribirse es una manera de tornar sustentable lo que se valora.
En este contexto han aparecido infinidad de nuevos profesionales que asisten: lectores de audiencias, editores de redes sociales, creadores de mapas interactivos, especialistas en nuevas narrativas, seguidores de suscriptores, usuarios únicos, controlador de visitas en sitios web, etcétera. Es decir, una verdadera maraña de variados y nuevos especialistas que acompañan el proceso de dar una noticia.
Todo apunta a cautivar las múltiples audiencias entre los diversos entretenimientos, medios y distracciones que, como un gran pavo real, se despliegan frente a millones de usuarios que, sin horarios ciertos y con gustos indefinidos, toman cuanta oferta se les propone en diferentes formas y colores.
Volviendo a la prensa gráfica, y para aquellos agoreros que anunciaron que desaparecería, corresponde observar que, ciertamente, está declinando el consumo; pero afirmando simultáneamente que el papel se modificará, cambiará, pero la prensa gráfica seguirá existiendo y definirá la demanda y los deseos del lector.
Tomará un formato personal, exclusivo, único, que, con los temas que prefiera, estará dado por los intereses y gustos del lector. Los diarios se harán en la medida del interés de quien elija ese formato. Es justo decir que, seguramente, serán caros. Con las plumas internacionales más distinguidas y con contenidos dictados por el paladar del lector, estarán sirviendo al exigente usuario, como ya sucede con eximios medios internacionales. en exitosas experiencias que dan fe de esto que se afirma. Con todo lo dicho, será el futuro suscriptor un nuevo mercado al que deberemos recurrir, inexorablemente.
The New York Times tiene hoy más de diez millones de suscriptores, y The Washington Post alcanza los casi 5 millones. La Nación lidera, con una excelente posición, y así sucesivamente los restantes colegas. La suscripción implica un deseo de pertenencia a un periodismo de relevancia, investigación y análisis, accediendo además a infinidad de beneficios en los más diversos campos: club de vinos, descuentos en espectáculos, accesos preferenciales, ediciones y todo tipo de servicios en precios y bonificaciones.
¿Cuál es la responsabilidad de La Nación mirando hacia el futuro? Proteger sus principios, cuidar con celo extremo sus audiencias, acompañar las transformaciones, y sostener con instrucción técnica a sus profesionales para facilitarles el ejercicio de sus labores acompañando esta épica. Con principios de innovación alcanzaremos las metas de este camino junto a nuestros fieles usuarios, nuestros profesionales y nuestros avisadores; mantendremos el férreo deseo de seguir sirviendo a la república, a la democracia y a la sociedad toda.
Allá vamos, fortalecidos por la historia, absorbiendo la innovación con voracidad para estar debidamente preparados para los desafíos que se avecinan.