Cielos y paraísos
En una comedia francesa de Armand Salacrou titulada "El archipiélago Lenoir" se pintaban de modo impiadosamente irónico plagado de sutilezas por un lado y dardos envenenados por el otro los secretos de una acaudalada familia burguesa de bodegueros enriquecidos llenos de prejuicios, hipocresías y mezquindades típicas de nuevos ricos instalados en el gran mundo de la aristocracia que en una reunión social dada en su mansión a la que asisten un conde y su amante, una inefable cortesana convertida en condesa llamada Lolotte, típico nombre de cocotte francesa.
Estos personajes miran por encima de sus hombros a esos burgueses y lanzan sus dardos despreciativos con una sonrisa en los labios y una copa de champagne en sus delicadas manos. Una de las frases que vienen a mi memoria es la que el conde o la condesa, no puedo precisarlo pero da igual, pronuncia sin ningún pudor cuando se refiere a la fortuna de sus anfitriones y dice: "En el origen de todas las grandes fortunas siempre hay un punto negro que más vale no investigar". La señora de la casa indignada recoge el guante y sin titubear contesta: "Yo no sería tan contundente, hay fortunas amasadas con esfuerzo y trabajo" a lo que el conde retrucaba con una lapidaria frase: "Del trabajo nadie duda pero el punto negro existe igual en la mayoría de los casos", la señora no se rinde y contesta: "Las malas acciones Dios las castiga desde el cielo y quien no haya sido honesto deberá responder por sus actos" y ahí la inefable Lolotte dice distraídamente y como quien no quiere la cosa: "¿Desde el cielo? ¡qué lejos! ¡se debe ver todo borroso!" en pocas frases y con el chisporroteo aparentemente superficial y coqueto que define a la comedia mundana, se definen temas como la impunidad que los ricos, nuevos o rancios, tienen como aliada permanente para perpetrar todo tipo de negocios, negocios y negociados poniendo cara de poker y resguardando su deshonestidad bajo el paraguas protector del poder político que necesita el dinero de unos y el prestigio social de otros para hacer campañas ruidosas y efectivas.
Cuando las papas queman y los barcos se hunden como suele ocurrir más tarde que temprano, las ratas huyen, los pactos se rompen y solo hay que esperar que Dios, la Justicia o como queramos llamar al orden superior, vean todo tan borroso, parafraseando a Lolotte, como para archivar expedientes, justificar operaciones y ¿por qué no? Recibir algún premio en cash en un futuro nada borroso.
Cada tanto el mundo se estremece con "Mane Pulite", cruzadas periodísticas en busca de la pureza perdida cual Indiana Jones persiguiendo el arca, la biblia, el santo grial o la mesa redonda del rey Arturo en Camelot, pero en general el arca ya está vacía, la biblia quedó aplastada por el calefón y la mesa redonda se ha convertido en cama redonda y Camelot se ha vuelto "camelo" a secas, las Mane Pulite desembocan en Berlusconis y los grandes crímenes quedan sepultados por la necesidad de "no hablar tanto del pasado que algún día fue presente y que se replica en un futuro tan, pero tan igualito al pasado que es mejor no recordar" y el mundo sigue su marcha. Dios, la justicia, la biblia, el arca perdida y la mesa redonda de aquellos caballeros del rey Arturo en Camelot son solo viejas ilustraciones, fotos en sepia, recuerdos confusos y calesitas que siguen girando sin parar con la sortija reservada a los más veloces, audaces y caraduras siempre dispuestos a usar sus dedos mágicos para convertir a modestos empleaduchos en instantáneos millonarios cuyos puntos negros de origen más vale no investigar. Desde el cielo se debe ver todo muy borroso, desde el paraíso fiscal las cosas son más claras.