Chistes
"Chistes, chistes..."
(Respuesta del ministro de Economía, Roberto Lavagna, a la pregunta de si la eventual renuncia de un funcionario podría llegar a actuar como disparador de un proceso hiperinflacionario.)
Reconocido que algunas cosas son en chiste, lo importante sería saber de cuáles de trata. La risueña versión que le comentaron al doctor Lavagna era una de ellas, pero el reiterado plural con que se expresó claramente da a entender que hay otras en igual situación. No deja de ser tranquilizadora la noticia, si bien, inevitablemente, la satisfacción se mezcla con cierta dosis de angustia, originada, como es lógico, en la falta de precisiones.
Por cierto, había grandes sospechas en sectores bastante extendidos de que, en efecto, no pocos acaecidos recientes probablemente eran chistes, o bromas, o cargadas, o tomaduras de pelo, por no usar esa expresión más rotunda que suele circular, pese a que la buena educación recomienda evitarla.
A estar a la aclaración formulada desde el más alto nivel de la conducción económica, resulta corroboraba esa impresión popular. Por lo pronto y tomando al azar algunas de esas circunstancias en general confusas (corralito y corralón, pesificación y devaluación, precipicios, remarcaciones, desabastecimientos, retracción, despidos, marginalidades, exclusiones, postergaciones y olvidos) tendríamos que varias de ellas no eran sino chistes, ocurrencias inventadas tal vez precisamente para traer la calma en medio de tanto insistente rumor que, como ha venido a comprobarse, sólo parcialmente era veraz.
Fue providencial que algunos agentes del espíritu patriótico y solidario salieran a contar historias chistosas con vistas a distender los ánimos. La vita é bella dice alguien que si no es ministro, ya será designado en cualquier momento. Gracias, de veras gracias por la buena voluntad con que se encaró este esfuerzo, empeñoso y concienzudo, para que no cunda el pánico... Ahora, entre nosotros, contando chistes estos tipos son un plomo horrible.