Charla hombre a hombre: el Señor González y su nieto de 16
"¿Y qué pensás hacer cuando terminés el colegio?", pregunto. "¿Terminar? ¿Y qué te hace pensar que voy a terminar el cole, Abu?", responde
Reflexiona, mientras pasea al mediodía por la calle Florida, el señor González: "¡Caray! Mi nieto mayor, Matías, cumple años este fin de semana. Quince, o dieciséis. ¡Hace tanto tiempo que no lo veo! Es que claro, uno se pasa la vida trabajando, y los nietos se hacen grandes y también están en sus cosas. ¡Matías, ya con quince años! ¿O eran dieciséis? De cualquier manera lo voy a invitar a comer a solas para que charlemos hombre a hombre. Es todo un señor, un adulto, dieciséis años... ¿O quince?".
Esa misma noche, González llama por teléfono a Matías.
- Hola... ¿Mati?
- Ahhh...
- Soy tu abuelo, Mati. El sábado que viene cumplís años. ¿No?
- ¡Qué se yoooooooo!
- Sí, Mati cumplís quince o dieciséis años, no me acuerdo bien.
- Buen.
- Te invito a comer afuera. Hace mucho que no nos vemos. Comemos un bife y charlamos un rato. ¿Querés?
- ¡Qué se yooooooo!
- ¿Querés o no querés?
- Buen.
- Listo. Te paso a buscar mañana a las nueve.
Al día siguiente, puntualmente, González llamó a la puerta.
Abrió el propio Matías. Estaba vestido con unos pantalones color gris topo, ajustados en los tobillos como una babucha. Sobre el torso llevaba una camisa de mangas cortas, fondo blanco, con la palabra "FUCK" escrita en distintos colores, tamaños y tipografías, tanto en la pechera como en las mangas y la espalda. El pelo no era largo ni corto, pero sí muy abúndate: se arremolinaba en jopos y mechas sin forma, algunas apoyadas sobre la frente, como si no se hubiera lavado en meses, y pegoteadas entre sí.
- ¡Hola, Mati! ¿Ya estás listo?- preguntó González.
- Sí.
- ¿No te vas a lavar? Tenés una mancha en el cuello...
- Ah... ¿Esto? ¡No es una mancha, Abu, es un tatú – El muchacho se abrió un poco el cuello de la camisa y aparecieron, en azul tatuaje, unos letreros que decían: Bancátela... Born This Way (Yo nací así) y otras palabras que no se alcanzaban a leer, porque estaban a medias tapadas por la camisa, aunque varias letras asomaban claramente, llamando la atención.
- Bueno, bueno. Vamos.
Abuelo y nieto subieron al coche. Mientras se dirigían hacia Vicente López, el hombre –que conducía- intentó iniciar una conversación.
- Sobre esos tatuajes, Mati. A mí me parece perfecto, es la moda. Pero... ¿Has pensado que te van a durar toda la vida?
- Es re-grosso. Igual, recién empiezo. Me voy a tatuar toda la cara, los brazos, las piernas. ¡Todo el cuerpo!
- Bueno, mirá qué divertido. En fin. Ya llegamos.
Los dos bajaron del auto, entraron al restaurante y se sentaron a una mesa apartada, con un lindo mantel de hilo. No era un local de lujo, pero sí bien servido.
- ¿Qué querés comer, Mati?
- Una hamburguesa de cuatro pisos.
- Acá no hay hamburguesas, Mati, esto es un restaurante. Si querés te pido un bife con papas fritas. Y como ya sos prácticamente un tipo grande, si te parece, te pido un vasito de vino.
- ¿Vino?
- Sí, vino. Ya podés tomar un vasito.
- Yo nunca tomo vino.
- ¡Ah, bueno, me alegro, mejor así! La juventud tiene que dedicarse al deporte...
- Yo tomo Red Bull con vodka. En el boliche. Bueno, bah, en la previa.
- Bueno, te pido una coca.
La comida transcurrió correctamente. Matías tuvo algún problemita con su bife, ya que lo apuñalaba violentamente con su mano izquierda, y luego ensartaba un pedazo de carne con el tenedor. Mientras hablaba, gesticulaba y señalaba puntos en el vacío con el tenedor en la mano y el trozo de carne allí trinchado, soltando gotas de sangre sobre el mantel.
- ¿Qué tal Mati, cómo van tus cosas en el cole?
- ¡Qué se yoooooo! Hay un montón de materias que no tienen nada que ver. Historia, Geografía, qué se yoooooo. Son como mil. Yo en el cole me quedo dormido.
- Perfecto. ¿Tenés alguna novia?
- ¡Qué se yoooooo! Por ahí me curto alguna minita, pero novia naaaaaaah.
- ¿Y qué pensás hacer cuando terminés el colegio?
- ¿Terminar? ¿Y qué te hace pensar que voy a terminar el cole, Abu?
- Ya estás en tercer año. ¿No? Te falta poquito.
- Ah, cierto. No, pero cuando termine me quiero tomar un año sabático. Ir a Brasil, o a Miami, algo. No sé. Yo quiero gozar a full. Quiero vivirme todo a tope, Abu. Ahora me estoy bancando el cole, pero una vez que termine, quiero empezar a disfrutar. Qué se yo, esperar un año, dos, tres... unos años y después vemos...
- Claro, Mati. ¿Qué apuro hay?
- Uno tiene que encontrar su vocación, que es todo un tema, Abu.
- ¿Sabés una cosa, Mati? Cuando yo tenía tu edad, también quería buscar mi vocación. Me gustaba escribir poesías, cantar, incluso estudiar teatro. Pero mi viejo, que era de Asturias, me dijo: yo te diré cuál es tu vocación. Tu vocación es hacer cualquier cosa por la que te paguen a fin de mes. Esa es tu vocación. Y así empecé de empleado de correos.
- ¡Vos también con esa historia, Abu! Parecés mi viejo o mi vieja. Cuando yo tenía tu edad, cuando yo era como vos, cuando yo iba al cole... ¡Cómo bardean con esa onda!
- Está bien, Mati. Pero, digamos, una vez que termines con los años sabáticos... ¿Te vas a meter en un empleo o algo así? Algún negocio.
- ¡Eh, pará Abu, faltan como mil años! Mirá si me voy a meter en una oficina. Todos caretas que se levantan a las siete de la mañana... ¡Yo a esa hora estoy saliendo del boliche!
- Bueno, pero fijate que la vida va cambiando con los años. A lo mejor, en las próximas elecciones, el año que viene, tenés que votar.
- ¿Quién, yo?
- Es lo que están diciendo. El voto a los 16 años.
- Pero... ¡Ya nos hacen ir al colegio casi todos los días! ¿Encima tenemos que ir a votar? ¿A qué hora? Porque esas cosas de viejos las organizan a las ocho de la mañana y en domingo: yo a esa hora estoy medio dado vuelta... ¿Sabés, Abu? ¿Qué quieren, que vote?
- A lo mejor lo hacen optativo.
- Sí, mejor, y después lo vamos viendo. Si pinta, voto. Si no pinta, lo dejamos. ¿Te pagan algo si votás?
- ¡No! ¿Cómo te van a pagar, si es un derecho?
- Y bueno. ¿No ves? Los viejos te la complican y no te dan nada...
Mati lanzó un eructo limpio y sonoro.
El señor González pidió la cuenta, pagó y llevó a su nieto a casa.
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