Chaplin en fotos: un recorrido por su vida en un museo instalado en su casa
A cuatro meses de su apertura, la mansión suiza donde vivió el artista ya se convirtió en lugar de peregrinaje para los fanáticos de su gran creación: Carlitos
Chaplin’s World, el primer museo del mundo dedicado a la obra y la figura de Charles Chaplin, ocupa la gran mansión en la que el comediante vivió durante los últimos 25 años de su vida junto a su cuarta esposa, Oona O'Neill, en el valle Corsier-sur-Vevey, a orillas del lago de Ginebra, en Suiza. La construcción fue objeto de una amplia remodelación para convertirse en museo. Hoy alberga todo tipo de material audiovisual y referencias a su larga trayectoria artística.
A cuatro meses de su apertura al público, el museo recibió ya la visita de numerosos visitantes procedentes de más de 60 países, superando todas las expectativas de sus descendientes. La meticulosa planificación de este conjunto museístico tiene relación directa con la personalidad de Chaplin, conocido por repetir las tomas de sus películas incluso 400 o 500 veces hasta quedar satisfecho con el resultado.
El actor documentaba al detalle todas los elementos de las escenografías de sus películas, lo cual permitió recrear casi a la perfección escenas de sus principales films, como la pequeña construcción de madera en la que el actor se cobija de la nieve y saborea con arte un zapato en La quimera del oro (1925).
"Chaplin puede ahora reunirse con su público, que está redescubriendo su obra gracias a este nuevo espacio. Personas de todas las edades y de todo el mundo están visitándonos y disfrutando, no solo de la casa y de las reconstrucciones, sino también del gran parque con árboles centenarios que rodea a la mansión", cuentan los responsables del museo a LA NACIÓN.
El complejo consta de tres partes: la manoir (casona principal), donde se exponen los elementos más personales del actor, como mobiliario, cartas, retratos y fotografías; el citado parque, con vistas a los Alpes y al lago Leman, y los estudios de cine. En estos últimos, única parte nueva añadida a la finca, se recrearon los escenarios y las escenas de las películas más famosas del actor.
La visita a Chaplin's World comienza con una proyección introductoria de diez minutos, en la que se resume la vida del humorista y en la que se muestra cómo todo lo que él creaba era una reacción a su tiempo.
En los distintos rincones del complejo, figuras de cera imitan al comediante en sus gestos inolvidables y a algunas de las actrices y personajes que le acompañaron en sus producciones más emblemáticas. Lejos de concebirse como un museo con línea divisoria entre los objetos y el público, el conjunto fue construido y acondicionado para hacer protagonista al visitante en una sucesión de experiencias que le llevan a inmiscuirse en ese universo mágico.
Chaplin desfila por el museo en la forma de figuras de cera sujetando sutilmente una flor que le entrega una réplica de Virginia Cherrill en su papel de florista ciega en Luces de la Ciudad (1931), como vagabundo con su icónico sombrero y zapatones gastados, o, ya mayor, sentado junto a una sonriente Oona O'Neill en una habitación de la casa y rodeado de fotos de familia.
El objetivo es mostrar el arte de Chaplin, pero también su lado más íntimo, creando espacios que despierten el sentido del humor de los visitantes. El actor fue un personaje controvertido y que, pese a ser recordado principalmente por su personaje de Charlot, desarrolló múltiples facetas como comediante, director, músico, compositor, empresario y padre de familia.
Después de las visitas, "la gente termina comprando la biografía de Chaplin. Quiere saber más", señala el museo. "Varios miembros de su familia también nos honran con su visita de vez en cuando".
"Mi abuelo es mágico, atravesó países y culturas”
Fruto de sus cuatro matrimonios, Charles Chaplin tuvo varios hijos. Victoria Thierree Chaplin es una de ellos, nacida de su matrimonio con Oona O' Neill. Victoria, también actriz, trabajaba en un circo junto a su pareja, y su hija Aurelia (nieta de Chaplin) vivió ese ambiente desde chica. Aurelia es actriz performática y protagoniza actualmente dos shows: El oratorio de Aurelia y Murmullos. Comparte parte de sus proyectos artísticos con su madre y habló con LA NACIÓN acerca de su familia y del legado heredado de su abuelo.
–¿Vivió alguna vez en la antigua casa familiar que hoy es museo?
–No, nunca viví allí, pero la visitábamos durante las vacaciones, una vez al año. Mis padres tenían un circo en ese momento y vivíamos en un trailer. Íbamos hasta Suiza, mi hermano y yo sentados en el asiento de atrás y mi padre estacionaba el trailer frente a la casa de mi abuelo. Era mágico, como si la casa estuviese en otra dimensión, pero con mi familia, primos y tíos, todos juntos. Tengo muchos recuerdos de mi infancia: Santa Claus, mi abuelo, las películas, mi abuela. Yo estaba obsesionada con fantasmas y, aparentemente, en la casa había uno, una mujer que había muerto en las escaleras. Yo siempre evitaba el escalón en el que ella habría tropezado.
–¿Qué opina del resultado final?
–Si alguien me hubiera dicho que muchos años después yo iba a volver a la casa y que iba a estar abierta a todo el mundo, con gente desconocida aventurándose de habitación en habitación; que mis abuelos se convertirían en figuras de cera, sonrientes y sorprendidos; que la mayoría de sus contemporáneos también se convertirían en cera, y que la gente del futuro se sacaría fotos con ellos, yo lo hubiera creído, ya que el lugar siempre estuvo lleno de misterios.
–¿Pudo visitarlo?
–Fui al museo la noche en que se inauguró. Llegué después de tomarme un bus, el tren y, finalmente, un taxi. Había una larga cola frente a la propiedad. Caminé por el sendero de acceso a la casa, un camino que yo conocía bien, y me dejé llevar en medio de la multitud. La casa es la misma, con su sala de estar, su sala de televisión, su comedor: está viva de nuevo, pero de forma diferente. Siempre creí que Chaplin le perteneció a su audiencia. Pienso que es maravilloso que el museo pueda despertar la curiosidad del público más joven y que les motive a descubrir sus películas mientras disfrutan de un buen momento.
–¿Qué recuerdos conserva de su abuelo?
–No muchos, la verdad. Con el tiempo, lo he conocido mejor a través de sus películas.
–¿Cuáles son los films suyos que más admira?
–Amo Luces de la ciudad (1931), El pibe (1921) y El circo (1928), aunque, actualmente casi me gusta absolutamente todo lo que él hizo. Es muy difícil tener una película favorita suya.
–¿En qué cree que reside su arte magistral y, de cierto modo, universal, que hizo que fuera un personaje admirado en todo el mundo?
–Mi abuelo tenía un talento fuera de lo normal. Sus personajes atravesaron culturas y países y, aún a día de hoy, su trabajo y él despiertan curiosidad y la gente siente una conexión con sus películas. Es mágico.