Charlotte Caniggia es argentina
Es la hija de un futbolista, que ha disfrutado durante 20 años de una vida principesca, gracias a su gloria deportiva
Para nuestro asombro, aparece en las revistas la hija del "Pájaro" Caniggia, diciendo:
-Estoy muy bien en Buenos Aires, esta es la ciudad donde he decidido vivir. Si a mi madre no le gusta, allá ella. Que haga la suya, tirada al sol en Europa sin importarle nada de nada...
Hay una sombra de reproche en las palabras de esta linda muchacha de veinte años. Pero esto no nos interesa. En cambio, sí nos intriga su elección: Buenos Aires parece, a primera vista, un paradero menos atractivo que Marbella, donde los Caniggia poseen un verdadero palacio.
En el año 2012, los hijos de Caniggia aparecieron en Buenos Aires capitaneados por su mamá, Mariana Nannis. Una especialista en decir cosas incorrectas, sin filtro y sin anestesia. Y Charlotte hizo una entrada espectacular en ShowMatch , el programa de Marcelo Tinelli, sabiamente conducida por un experto como Marcelo, que "huele" el impacto popular.
¿Quién es Charlotte? Es la hija (muy mona) de una estrella del fútbol mundial, que ha disfrutado durante 20 años de una vida principesca, gracias a su gloria deportiva. Además, Caniggia y su mujer (Mariana Nannis, una chica de Olivos) ostentan un perfil mediático vistoso, y esto les ha elevado el cachet en los reportajes y fotografías.
Sus breves comentarios se refieren a lo rico que es el champán (pronúnciese shampein) en el Primer Mundo
Con esta historia de vida, Charlotte es una muchacha que prácticamente no conoce la Argentina: su vida transcurrió en Aberdeen, en Málaga, en Rusia, en Alemania, en Londres... en cualquier sitio menos Henderson, el pago chacarero donde aún reside su abuelo y donde nació su papá. Como resultado, no entiende muy bien lo que dicen los argentinos, o cómo piensan, o cuáles son sus intenciones. Este aire despistado de Charlotte es lo que más gusta a sus fans. Parece que viniera de otro planeta. Sus breves comentarios se refieren a lo rico que es el champán (pronúnciese shampein) en el Primer Mundo. Este toque de frivolidad, certeramente planeado para estimular la envidia de millones de televidentes, ubicados cómodamente en el sector C de la audiencia, es también uno de sus guiños habituales.
Hasta aquí el personaje Charlotte, que tuvo la fugacidad típica de los sucesos de la tele. Es decir: en un año pasó de moda. Su padre, Claudio Caniggia, hizo conocer ya el ultimátum desde algún lugar del mundo: "Que se ponga a trabajar o que vuelva a casa".
La respuesta de Charlotte ha sido frívola y desobediente: se operó los pechos, agregando silicona hasta totalizar 110 centímetros de busto, y anunció al mundo entero su nuevo domicilio: la Argentina.
¿Qué encuentra Charlotte en nuestra tierra? Esto sí que es misterioso. En este país, no llama la atención una chica atractiva: hay miles y miles. Además, ya hemos comprendido que su despiste de millonaria era un truco, para llamar la atención. En Argentina, Charlotte no tiene amigos ni se le conoce novio. Su padre viene poco y su madre, francamente, nos detesta cordialmente a todos.
Seguramente, Charlotte debe extrañar la seguridad y el sosiego del Primer Mundo, aunque se verifiquen malos tiempos económicos en España, Italia o Grecia. Allí no hay inflación. Y se disfruta, sin duda, de la vanguardia estética en materia de moda y diseño.
Algunos envidiosos ya han respondido a estas preguntas: en ningún país del mundo-dicen- se alimenta como aquí a vagos que sólo saben decir cuatro pavadas. Falso. Basta con echar un vistazo a las familias reales de aquellas grandes naciones.
Charlotte debe extrañar la seguridad y el sosiego del Primer Mundo, aunque se verifiquen malos tiempos económicos en España, Italia o Grecia
Charlotte tiene aquí todas las desventajas. Si pretende hacer carrera como vedette, corista, animadora o simple beauty , se encontrará con la competencia de un millón de chiquillas, ligeras de cuerpo y alma. Para actriz, ya es tarde. La fama de sus padres fue interesante, pero hace más de 15 años. Entonces: ¿Qué busca, cuando ni siquiera puede aferrarse a un buen novio –rico o pobre- o subirse a la cresta de la ola, que ya pasó?
No creemos en las nostalgias del terruño, porque Charlotte –prácticamente- no ha vivido aquí.
En cambio, conocemos a muchos ciudadanos de países ordenados como Bélgica, Suiza, Holanda, Alemania, Escocia, que encuentran en nuestro país un charme difícil de explicar. Los fascina el desorden feroz de los transportes, el imprevisto de la calle donde tanto puede producirse un tiroteo como un coito, un acampe como una manifestación, escraches, violaciones, gritos, accidentes, asesinatos, batifondos estrepitosos, la broma pícara de los varones, la belleza impactante de las mujeres. Ese caos bastante horrible que a nosotros nos tiene hartos, pero engancha a ciertos europeos. Por un tiempo.
Tal vez sea eso mismo lo que atrae a Charlotte. La seducción de lo imperfecto. Las paradojas de un país absurdo donde todas las mujeres son rubias (¿?) y se operan los pechos hasta parecer chicas de almanaque.
¿Será eso? ¿Le picó el bichito de la Argentina, o Charlotte nos está tomando el pelo, una vez más?