Censo 2022 y la implosión demográfica de la Argentina
La Argentina se encuentra atravesando un conjunto de procesos regresivos en el campo económico, social, educacional y sanitario. La magnitud de estos problemas eclipsa ante la opinión publica la implosión demográfica que per se los reagrava. El envejecimiento poblacional es como una enfermedad silenciosa que comienza a expresarse clínicamente.
El Ministerio de Salud publicó las estadísticas vitales de 2020, que registraron un nuevo descenso de la natalidad con una caída abrupta de la tasa de fecundidad que alcanzó la cifra de 1,54, el valor más bajo de la historia, alejada de lo que se conoce como tasa de reemplazo, cuyo valor mínimo de 2,1 asegura la estabilidad demográfica.
El papa Francisco advirtió en su mensaje a los Estados Generales de la Natalidad: “no es inmediatamente perceptible, como otros problemas que ocupan las noticias (…) cada vez nacen menos niños y eso significa empobrecer el futuro de todos”.
Nacimientos truncados por abortos o inexistentes por políticas antinatalistas que promueven la anticoncepción están modificando la estructura demográfica de nuestra población. El envejecimiento poblacional aumentará la presión sobre el nivel de gasto en los sectores sociales. El sistema de jubilaciones demandará un mayor presupuesto por el incremento del número de adultos mayores; agravado por una reducción de los recursos contributivos por menor número de personas económicamente activas. El sistema de salud tendrá una mayor demanda cuali y cuantitativa por enfermedades crónicas propias de una población envejecida. La tasa de actividad total tenderá a decrecer en un país que parte de un nivel de ahorro interno bajo y una tasa de dependencia elevada. La cultura actual requiere de una población que no se distraiga del ciclo consumir-producir-consumir. En este contexto, un hijo por criar o un anciano por cuidar lo apartan de ese objetivo “impuesto” por un capitalismo salvaje y promovido por un progresismo ingenuo y cómplice. No solo es un tema económico, es la posibilidad de volver a ilusionarnos con la vida y la alegría de los niños.
Cuando la cultura de la anti-natalidad penetra en la sociedad, por más esfuerzos que se hagan para revertirla, el proceso de reproducción social hace que la implosión demográfica ya sea irreversible.
La falta de una política demográfica que defina tamaño, distribución y estructura de la población que necesita nuestro país es en realidad una forma de hacer política. El primer censo nacional ordenado por ley durante la presidencia de Bartolomé Mitre documentó que el país era un desierto que debía poblarse y educarse si se deseaba instalar una república y una democracia en toda su extensión.
¿Quién tomará decisiones demográficas cuando se conozcan los resultados del censo 2022?
Rector de la Universidad Católica Argentina (UCA)