Celebraciones violentas: desafíos y urgencias en una sociedad carente de educación emocional
Casi cuatro años después del trágico asesinato de Fernando Báez Sosa, la sociedad se enfrenta nuevamente a un hecho conmovedor y preocupante: el reciente asesinato de Tomás Tello en Santa Teresita, que comparte características alarmantes con el caso anterior. Estos eventos subrayan la persistencia de patrones violentos en nuestras celebraciones y la necesidad urgente de abordar las raíces de la violencia en nuestra sociedad.
El hecho de que situaciones similares se repitan revela un problema más profundo que va más allá de eventos aislados. La falta de educación emocional en nuestro país juega un papel crucial en la creación de un entorno propicio para la violencia. La incapacidad de comprender y gestionar las emociones puede llevar a la explosión de situaciones conflictivas, especialmente en contextos festivos donde las tensiones y las expectativas sociales pueden ser elevadas.
Causas subyacentes de patrones violentos en celebraciones y eventos. Al analizar las causas de estos patrones violentos, es fundamental considerar diversos factores que pueden contribuir a este fenómeno. La desintegración familiar, la falta de figuras paternas positivas y la degradación de valores morales son elementos clave que podrían estar alimentando la violencia en celebraciones. La búsqueda de ejemplos a seguir, la influencia de las drogas y la falta de modelos positivos son también aspectos que podrían estar exacerbando este problema.
Factores culturales. Es esencial considerar cómo los patrones culturales influyen en la manifestación de la violencia en las celebraciones. En algunas culturas, la tolerancia hacia la agresividad o la falta de resolución pacífica de conflictos puede ser más pronunciada. Además, ciertos rituales o costumbres pueden fomentar comportamientos violentos, creando un ciclo que se perpetúa de generación en generación. Es necesario abordar estas influencias culturales y promover valores que fomenten la paz y la resolución constructiva de conflictos.
Crianza y figuras parentales. La desintegración familiar y la falta de figuras parentales positivas son factores críticos que contribuyen a la violencia en las celebraciones. Un entorno familiar estable, con modelos parentales que promuevan la empatía y la resolución pacífica de conflictos, es fundamental para el desarrollo emocional y social de los individuos. Aquí, la educación de los padres en estrategias de crianza positiva y la promoción de relaciones familiares saludables se convierten en elementos clave para contrarrestar la violencia.
Educación interrumpida. La interrupción en la educación, ya sea por falta de acceso o calidad, también desempeña un papel crucial. La educación no solo proporciona conocimientos académicos, sino que también modela comportamientos y valores. Recordemos que desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020 hasta 2021, más de un millón de chicas y chicos dejaron la escuela o tuvieron problemas para vincularse con los contenidos educativos debido a las dificultades que implicaba la virtualidad. La falta de oportunidades educativas puede limitar la capacidad de los individuos para desarrollar habilidades sociales y emocionales, creando un vacío que la violencia puede llenar. Es necesario abordar las brechas educativas y garantizar que todos tengan acceso a una educación completa y de calidad que incluya componentes de inteligencia emocional.
Influencia de las drogas y alcohol. La influencia de determinadas sustancias en las celebraciones también debe abordarse de manera integral. El consumo de sustancias puede exacerbar la falta de control emocional, llevando a situaciones conflictivas y violentas. Las estrategias de prevención y tratamiento de adicciones deben integrarse en los esfuerzos para reducir la violencia en contextos festivos, abordando tanto las causas subyacentes del consumo como sus consecuencias en el comportamiento social.
Educación integral. La educación debe abordar no solo el desarrollo emocional, sino también aspectos culturales, de crianza, la importancia de una educación continua y la lucha contra el consumo de sustancias. Incorporar programas educativos que promuevan valores positivos, resolución pacífica de conflictos y habilidades sociales desde la infancia hasta la edad adulta es crucial para transformar la sociedad y prevenir tragedias como la de Tomás Tello.
En conclusión, el impactante suceso en Santa Teresita y el último acontecimiento en el recital de La Renga, donde un asistente fue brutalmente golpeado, nos insta a una reflexión amplia y multifacética sobre los desafíos sociales que enfrentamos. Si bien la educación emocional emerge como un pilar crucial, no podemos pasar por alto la complejidad de los factores culturales, de crianza, la desintegración familiar, las brechas educativas, la influencia de las sustancias, etc. Abordar la violencia en las celebraciones y eventos requiere un enfoque integral que trascienda la educación emocional, involucrando cambios culturales, programas de apoyo familiar, acceso equitativo a la educación y estrategias efectivas contra el consumo de sustancias como drogas y alcohol. Solo a través de un compromiso holístico podremos aspirar a construir una sociedad más justa y compasiva, capaz de prevenir tragedias como la de Tomás Tello y promover un cambio duradero.
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