Cartier-Bresson. El ojo del siglo XX
Muestra. En la Usina del Arte se exponen obras del fotógrafo francés que combinó técnica, poesía y registro en una mirada singular
Con su pequeña Leica en una mano –nunca colgada del cuello– para pasar desapercibido, Henri Cartier-Bresson (1908, Francia–2004, Francia) devino el ojo del siglo. Sigiloso testigo, cofundador de la agencia Magnum, retrató a personajes y acontecimientos históricos decisivos. Fue tomado prisionero de guerra en 1940. Tras fugarse en 1943, logró alinearse en las filas de la Resistencia. Influenciado por el surrealismo, comenzó como dibujante y pintor; volvió al arte cuando dejó la fotografía en los años setenta.
Organizada por la agencia Magnum Photos y la Fundación Cartier-Bresson, Henri Cartier-Bresson: Fotógrafo, en la Usina del Arte y en el Museo del Cine, reúne hasta el 2 de abril 133 imágenes suyas que incluyen su período surrealista, su trabajo documental en París y sus viajes. la nacion consultó a una serie de destacados fotógrafos y galeristas especializados en la disciplina para conocer cuáles son las claves para acercarse a la obra de Cartier-Bresson, el fotógrafo que marcó el siglo XX.
FACUNDO DE ZUVIRÍA. Un arquero zen
“Fue un arquero zen de la fotografía: capaz de esperar inmóvil el momento decisivo, aquel en el que se alineaban la mirada, la mente y el corazón. La suya es una estética del hallazgo: esperaba que algo lo sorprendiera. Buscó una comprensión profunda de los temas. Tomaba las fotos desde un ángulo donde no suelen estar los reporteros gráficos: a veces en sus imágenes se ve a los otros reporteros.”
MARCOS ZIMMERMANN. El registro de la historia
“Estuvo en todos los nudos políticos del siglo XX. Además de condensar un momento preciso, comprendió que la fotografía era un modo de contar historias sobre el mundo y, de este modo, contar una historia sobre sí mismo. Consideraba que la esencia de la fotografía era el registro, una cuestión fundamental que hoy muchos fotógrafos no tienen en cuenta.”
JUAN TRAVNIK. La luz ideal
“Priorizó una mirada lateral de los acontecimientos, como en las fotografías que tomó en la coronación del rey Jorge VI (1937). No le interesaba la foto protocolar sino ver qué pasaba en el entorno, incluso dejando afuera de la imagen el acontecimiento central. Nunca usó flash, ya que consideraba que era una falta de respeto a la realidad. Logró algo singular: en todas sus fotos la luz es ideal.”
DANI YAKO. Una nueva forma de mirar
“Se consideraba a sí mismo un ‘evadido’. Inventó una nueva forma de mirar: ante sus ojos el mundo adquiere una belleza que no tiene realmente. Su paso por el surrealismo se evidencia en su planteo formal: en sus fotos, todo es bello y plástico. Su modo de interpretar el mundo es maravilloso. Además, Magnum tuvo un rol central en la defensa de los derechos de los fotógrafos.”
SARA FACIO. Un humanista de la imagen
“Lo vi por primera vez en 1970, cuando estaba exponiendo en el Grand Palais. En otra oportunidad, cuando me lo presentaron me morí de placer. A pesar de que él nunca lo permitía, logré tomarle una foto. Tenía una mirada humanista: en sus fotografías, los sujetos no están para demostrar que son malos o pobres. La suya es una mirada amistosa con los retratados, de persona a persona. Y, al mismo tiempo, muy elaborada desde el punto de vista estético, con una composición armónica, muy especial. Puedo reconocer una foto suya entre miles.”
GABRIEL VALANSI. Ojo, alma y corazón
“Cartier-Bresson es quizás el último y más grande baluarte de aquello que la fotografía contemporánea parece haber dejado de lado: el sentido de la proeza. Aquélla necesaria para capturar en décimas de segundo el resultado de la alineación entre ‘el ojo, el alma y el corazón’. Su obra lleva a la cúspide su propio apostolado de la transparencia fotográfica: nunca reencuadrar la imagen capturada (sus imágenes incluyen la información total impresa en el negativo) y usar sólo luz ambiente (‘no utilizar flash, aunque sea por respeto a la luz’, decía).”
MARCOS LÓPEZ. El gesto delicado
“La fotografía digital es una batalla perdida. Lo sé porque le puse el cuerpo y el alma: la única posibilidad poética de la fotografía está en ese hombre-silueta a contraluz saltando un charco... En el niño con el pie cortado que camina orgullo con dos botellas de vino por la rue Mouffetard un domingo por la mañana. En el gesto de Jean-Paul Sartre entre la niebla. Escribir sobre Cartier-Bresson es escribir sobre la melancolía. La fotografía y la melancolía son la misma cosa. Y la única posibilidad creíble de recortar la realidad es en blanco y negro, con una Leica, y con el gesto delicado del maestro. Lo demás es cháchara. Cartón pintado.”
MARINA PELLEGRINI. Técnica y mirada
“Encuadraba y componía sus imágenes desde la cámara, no recortaba los negativos: esa técnica era muy suya. Una genialidad que pocos logran. Por ejemplo, en la Bauhaus, en los años 30, Walter Peterhans, profesor del departamento de fotografía, enseñaba a hacer el encuadre antes de disparar, pero no con el ojo en la mirilla y mucho menos un snapshot pensado en el instante. Cartier-Bresson comunicó ideas.”
FLORENCIA GIORDANA BRAUN. Un orden plástico
“Para Cartier-Bresson, el hombre y su vida –breve, frágil y amenazada– eran temas centrales. Buscó comprender la realidad, otorgando un orden plástico a todo lo que lo rodeaba. Al principio fue la geometría y eso mismo es lo que encontraba en la realidad: en todo ese caos, un orden. Ante sus obras, hay que leer la imagen para sentir el fondo, detenerse en cada fotografía para que no quede menoscabado en una simple impresión su perpetua interrogación del mundo.”