El fin de la educación
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El fin específico de la educación es la perfección de las potencias humanas. El ser humano viene al mundo con increíbles capacidades que lo diferencian claramente del resto de los seres vivos. Puede comprender los misterios de la física, de organizarse en estructuras políticas, elegir libremente por medio de la voluntad. Es capaz de soñar y realizar grandes proyectos.
Pero para que esto suceda los niños y jóvenes deben recibir educación de calidad, que tenga al alumno como centro y le permita desarrollar plenamente sus potencialidades.
La educación solo se da en el ser humano y durante toda la vida, e implica transformación. Al producirse el acto educativo, el ser humano adquiere un conocimiento, una perfección que antes no tenía y que modifica su estado anterior.
Más allá de las modalidades y niveles, la educación es una sola y tiene la potencia de ser transformadora. Es el resultado de un proceso, que tiene como fin la plenitud del ser humano; plenitud plasmada en el logro de un proyecto de vida. Esto se relaciona con el liderazgo sobre sí mismo, con la capacidad de que los alumnos puedan ver sus fortalezas, debilidades, introyectar valores y lograr el autoconocimiento a través de procesos de introspección y gestión de las emociones.
Concordando con Grosso, los auténticos líderes son lo que hacen que otros se vuelvan líderes; no son aquellos que logran seguidores. Una educación que forme líderes. Alumnos capaces de diseñar y poner en marcha un proyecto de vida, formando la voluntad (generadora de hábitos), estimulando la creatividad para poder innovar y adaptarse a un mundo cambiante, alumnos con posibilidad de avanzar en el pensamiento crítico y que puedan ponerlo en práctica en la vida cotidiana. Alumnos capaces de actos heroicos, como dice Lowney, heroísmo entendido como pasión y búsqueda de la excelencia. Educación de calidad que conduzca y promueva.
El concepto de conducción se opone al concepto de despliegue espontáneo, porque la conducción le imprime una dirección al movimiento. Promover es orientar de un modo intencional y añade, al concepto de conducción, la idea de ascenso o elevación. Entonces, ¿hacia dónde conducimos a nuestros niños y jóvenes? ¿Realmente la educación actual persigue la promoción, la elevación a mejores modos de vida en los alumnos? ¿Qué lugar ocupa la educación en la agenda de las políticas públicas? ¿Es prioridad para los gobiernos de turno? ¿Contamos con un proyecto a largo plazo que esté por encima de lo político partidario?