Cartas de lectores: Pedido de moderación, Tomas e imposiciones, Rescate
- 6 minutos de lectura'
Pedido de moderación
Muchos analistas políticos coinciden en que, en el regreso de la democracia, la bravuconada de Herminio Iglesias prendiendo fuego un ataúd con las iniciales UCR inclinó los votos de los indecisos en favor de Raúl Alfonsín. Me permito traer este hecho de los años 80 al presente para que el presidente Javier Milei reflexione acerca de sus recientes expresiones públicas. Señor Presidente: un poco de moderación y un discurso menos confrontativo nos ayudarían a todos los argentinos a encauzarnos en una convivencia democrática más saludable y madura. Por favor, piense que es usted quien lleva la banda presidencial para todos los argentinos, incluso para quienes interpretan a su oposición política. Hace muchos años que los argentinos necesitamos un estadista que nos reconcilie y encauce en un futuro mejor, y seguramente no será transitando la senda de las divisiones y los odios entre compatriotas.
César Monicat
cesarmonicat@hotmail.com
Tomas e imposiciones
Quiero expresar mi preocupación por la situación en las universidades públicas argentinas, especialmente en el contexto del reciente veto a la ley de financiamiento universitario. La toma de universidades y la imposición de ciertas demandas por parte de los centros de estudiantes, muchas veces sin consultar al resto del alumnado, no solo afectan el normal funcionamiento académico, sino que también silencian a aquellos que no comparten las mismas posturas. La gratuidad de la educación y el financiamiento adecuado son necesarios, pero imponer una única forma de protesta es antidemocrático. Es esencial que los centros de estudiantes recuerden que su papel es representar los intereses de todos los estudiantes. Las universidades deben ser espacios libres donde todas las voces sean escuchadas, sin que se pretenda imponer una única visión del mundo. Más diálogo, menos confrontación y, sobre todo, más respeto por la diversidad de opiniones son fundamentales si queremos evitar que las instituciones académicas se conviertan en terrenos de disputa permanente.
Milagros Sarranz
DNI 47.131.194
Rescate
“¡Sabía que ibas a venir!”. Así termina el relato de aquel soldado que, desobedeciendo a su superior, fue a rescatar a su camarada, herido en el campo de batalla. Si bien el camarada no sobrevivió, su última imagen fue la de su amigo, el que había combatido junto a él, yendo a buscarlo. Murió con la sonrisa y la satisfacción de saber que no lo habían abandonado. Esta sensación, esta esperanza, me imagino que ronda la cabeza y los espíritus de aquellos hombres que combatieron al terrorismo que asoló a nuestra amada Patria en las décadas del sesenta y setenta, y que sufren injusta prisión. Abandonados por todos nosotros, que gozamos de nuestra libertad, gracias a que ellos sacrificaron la propia. Y qué decir de los que murieron sufriendo esta injusticia. Los veo como heridos en el campo de batalla, a quienes nadie intenta recuperar. Destacamos el nombre del capitán de fragata Astiz, ya que el enemigo lo usó como ícono de la “represión”. Jamás le perdonaron que se hubiera infiltrado exitosamente entre sus filas. Cumplió su misión, como buen soldado y hombre de bien que es. Me baso al escribir en los dichos de su hermana Lucrecia, en una nota que publicó oportunamente. Ahí describe la conducta del capitán, con un indiscutible conocimiento de causa, aun sabiendo que no cuenta con la aprobación de su hermano. ¡Pero es hora de decir basta! Dejen de mentir y de condenar a estos hombres, que en silencio aceptan ser ofrecidos en el altar del sacrifico que existe por el cobarde acuerdo que oportunamente firmaron Néstor Kirchner y Verbitsky. Pacto maldito, avalado por el silencio y la complicidad de todos los políticos que miraron y miran para otro lado. Y por los jueces y fiscales prevaricadores, que constituyen hoy la avanzada y el refugio del terrorismo. Este es el momento de rescatar a nuestros soldados. Es ahora cuando los jueces y fiscales probos deben hacerse valer. Es hora de que los políticos, los que tienen poder, usted, señor Presidente, ponga un punto final a tantos años de injusticia. Dios y la Patria se lo agradecerán.
Jorge H. Sánchez Sierra
DNI 8.513.977
Ricos
En los últimos años ha sido común referirse a los ricos de forma despectiva, como si fueran personas que han obtenido su riqueza sin esfuerzo y a costa de los pobres. Pues bien, me tomo la libertad de replicar una definición del escritor mexicano José Vasconcelos respecto de lo que la gente de bien considera que han sido los ricos a los que nos queremos referir: “Ricos son aquellos que en vez de consumir la riqueza o derrocharla, se dedican a crearla y a multiplicarla en empresas productivas, ricos que, sobre las arenas del desierto, improvisaron cultivos, construyeron casas y organizaron aldeas; ricos que inventaron instrumentos y arreglos que ponen a la naturaleza al servicio del hombre, ricos que, desdeñosos del fango que es el vicio y de los placeres malsanos que da la riqueza, se entregaron al amor de sus gentes, las auxiliaron en sus desventuras; ricos que son el amparo de los menores y de los débiles, de los desvalidos y de los incompetentes: ricos de esta contextura moral, son los pilares de la sociedad civilizada”.
Los otros, que no son así, entiendo que son gente con plata, pero no ricos ni personas íntegras siquiera...
Solo para aclarar.
Hernán Madero
14.621.747
La cría del jabalí
En relación con la nota sobre el jabalí y el ciervo publicada el 16 del actual, hay que decir que los chilenos, que en muchos aspectos son ejemplos a imitar, realizan cría de jabalí. Tanto el ciervo como el jabalí se consideran carne de gran valor proteico, y con ellos se confeccionan platos de alta cocina en Europa. Los chilenos tienen haciendas donde se los cría en libertad, al contrario que los cerdos, para asegurar la calidad de la carne para el consumo. También se hacen productos derivados que compran los buenos restaurantes del país. Hay que proteger al jabalí y al ciervo en tiempo de cría. En un país con un 50% de pobres causa hilaridad que se proponga exterminar una especie con la que se puede alimentar no solo en restaurantes caros, sino también en escuelas de niños carenciados.
Ana Acosta
anaacostaferrando@gmail.com
Los textos destinados a esta sección no deben exceder los 1000 caracteres con espacios. Debe constar el nombre del remitente, firma, domicilio, teléfono y número de documento. Por razones de espacio y de estilo, LA NACION podrá seleccionar el material y editarlo. Los mensajes deben enviarse a: cartas@lanacion.com.ar o a la dirección: Av. Del Libertador 101, Vicente López (B1638BEA)