Carlos Melconian: “Para evitar contrarreformas, el consenso es necesario”
El economista, expresidente del Banco Nación durante la gestión de Cambiemos, asegura que el camino hacia una economía estable es posible, pero exige la construcción de consensos y el trabajo conjunto entre la política, los técnicos, los gremios y los empresarios
“En 2018 y 2019, el gobierno de Macri buscó el equilibrio fiscal, que alcanzó, pero no pudo cumplir con una tasa de inflación acorde a esa política monetaria eficaz porque se devaluaba permanentemente la moneda”, explica. “El gobierno de Macri terminó con equilibrio fiscal; sin embargo, había 54 por ciento de inflación”, plantea y analiza: “El tipo de cambio fue el fundamental que explica por qué no bajaba la inflación”, afirma. “Ahora se da exactamente lo contrario: aún antes de la escalada del dólar, veníamos con inflación como resultado de las políticas monetaria y fiscal laxas”, compara. “La inflación siempre es un fenómeno monetario fiscal”, sintetiza. “La herramientas para el tratamiento de la inflación es siempre la misma: la política monetaria y la política fiscal”, refuerza. “La inflación no es una enfermedad incurable”, se esperanza. “En promedio, la Argentina tiene una inflación de 70% anual en 70 años sobre 80″, precisa. “En el mundo, las políticas fiscales contracíclicas se hacen sólo cuando es necesario”, dice y agrega: “en la Argentina, el gasto público ha sido una forma de vivir”. “Sobre 180 países en el mundo, menos de 10 países tienen un problema de inflación como el argentino”, subraya. “Tener una inflación razonable o bajarla es posible”, asegura. “Una inflación del 60% anual nunca fue posible. Por eso, al acuerdo con el FMI, lo declaramos muerto antes de nacer”, sostiene. “El problema es el déficit financiado con emisión en una sociedad que no quiere más pesos”, destaca. “La sequía generó un impacto cambiario y recaudatorio, en la inflación y en el nivel de actividad”, describe. “En el mercado cambiario, se ha renovado y ampliado la expectativa de una devaluación en el tipo de cambio oficial”, advierte. “El gobierno no dispone ahora, por razones políticas, electorales y temporales, de las herramientas para bajar la inflación”, alerta. “Con Guzmán, el gobierno inventó una medicina mentirosa pero efectiva para sostenerse en un nivel de inflación del 5,5 o 6 por ciento”, cuestiona. “Los Bancos Centrales intervienen para morigerar volatilidades, no para cambiar tendencias”, planea y desarrolla: “Los Bancos Centrales no están para parar corridas cambiarias”.
“En 2018 y 2019, el gobierno de Macri buscó el equilibrio fiscal, que alcanzó, pero no pudo cumplir con una tasa de inflación acorde a esa política monetaria eficaz porque se devaluaba permanentemente la moneda”
“De 2008 a 2015, la Argentina entró en un descalabro infinanciable”, afirma y sigue: “El gobierno de Macri lo quiso arreglar y en 2019 en adelante se bardeó nuevamente”. “Paradójicamente, el período de mayor aumento en el volumen de las exportaciones se dio en los 90″, puntualiza y agrega: “En cambio, tanto en la década de los 2000 como en este último tramo, las exportaciones estuvieron ayudadas por precios”. “Si no retorna la lluvia, el año que viene, aunque venga Mandrake, estamos en un problema”. “No creemos que sea la política sola ni la economía sola el as de espada para salir de la crisis”, reflexiona y clarifica: “Menem sin Cavallo fue un problema y Cavallo sin Menem, terminó siendo un problema”. “La estabilidad en sí misma, si no tiene un complemento de cambio organizacional, no dura”, alerta. “En el primer round, el consenso sirve para volver a la normalidad; en el segundo, para evitar la reversibilidad de las reformas”.
El economista Carlos Melconian pasó por La Repregunta. Melconian es el presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), en la Fundación Mediterránea. Es socio fundador de la consultora M&S. Fue presidente del Banco Nación en la gestión de Cambiemos. Es economista por la Universidad de Buenos Aires y máster en Economía por la Universidad Torcuato Di Tella.
¿Por qué la Argentina sigue en crisis inflacionaria y la mayoría de los países vecinos, no? ¿Qué salidas hay en el corto plazo frente a las PASO? ¿Y en el nuevo gobierno? Inflación, ¿un problema del déficit o del tipo de cambio? Melconian hizo su análisis.
Aquí, la entrevista completa.
¿Por qué los países vecinos salen de la inflación y la Argentina sigue atrapada?
-Teniendo en cuenta el problema estructural de la inflación pero, al mismo tiempo, atendiendo a la gravedad del problema coyuntural del tipo de cambio que afectó a la Argentina la semana pasada, es interesante ver cómo se ha comportado la inflación en los últimos meses comparado con el tipo de cambio. Y lo que se ve es que, en noviembre de 2022, la inflación era del 5 por ciento y en marzo llegó al 7,7. La crisis por la escalada del dólar sucedió la semana pasada. La pregunta es: ¿qué es lo que está generando la suba de la inflación en marzo, que se viene dando aún cuando el dólar no subía tanto porque ese pico en el precio del dólar no se había dado?
-Es un buen punto. Las dos distinciones que planteás, ésta y la distinción entre la inflación argentina y la de los otros países, son buenas distinciones. Primero, la distinción entre la lucha contra la inflación en el mundo comparada y en la Argentina. Hay una diferencia por magnitudes. Sin recurrir a la frase célebre del presidente Alberto Fernández, es cierto que la inflación en el mundo aumentó 300 por ciento: pasó de 2 a 7, a 8. Cuantitativamente hablando, una cosa es pasar de 2 a 8 y otra cosa, de 50 a 100 o más. Hay una diferenciación importante entre lo local y lo internacional. Y segundo, también, hay una diferencia en término de los remedios. Sacando el período ochentista de Jimmy Carter y Paul Volker, entre otros, en el plano internacional, llevan un formato de vida típico de las denominadas “economías estables”, las desarrolladas, las medio desarrolladas y aún las menos desarrolladas. El caso de la Argentina, es distinto, y no sólo por esta coyuntura. Si en la Argentina analizás 80 años de inflación promedio, excluyendo 1989 y 1990 para no desvirtuar ese promedio, la Argentina tiene una inflación de 70 por ciento anual en 70 años sobre 80. Entonces, en relación con la inflación, se puede distinguir economía local y economía internacional, ésta como un fenómeno que gatilló la pandemia, el uso de políticas fiscales y monetarias laxas.
-Durante la pandemia, esos países de macroeconomías estables, como usted señala, ¿se parecieron un poco a la Argentina porque aumentaron su gasto público?
-Aumentaron su gasto público y sus políticas fiscales laxas. En el mundo, las llaman políticas fiscales contracíclicas porque las hacen cuando lo necesitan. En la Argentina, el gasto público ha sido una forma de vivir. Hay similitudes y diferencias entre lo que pasa en el mundo y lo que pasa en la Argentina. En la Argentina, nunca hay que decir que bajar la inflación es fácil. Lo que sí hay que saber es que sobre 180 países en el mundo, menos de 10 tienen un problema como el argentino. Para no perder la fe, hay que decir que es posible tener una inflación razonable, o bajar la inflación. La inflación no es una enfermedad incurable. Es curable.
La herramienta para el tratamiento de la inflación es siempre la misma: la política monetaria y la política fiscal
La escalada del dólar blue. ¿Por qué no explica el aumento de la inflación?
-Volviendo a este presente y a la preocupación excesiva que tuvimos la semana pasada con el dólar. Queda pendiente el tema de cómo se comporta la inflación, con el indicador de marzo como dato, que sube despegada del dólar.
-Muy importante ese punto. No mucha gente hace esa distinción, que es correcta. Y hay un buen ejemplo para analizar esa cuestión. Lo contrario de lo que acabás de describir pasó en 2018 y 2019. Desde mediados de 2018 y todavía más con la plena ejecución de una política fiscal que intentó arreglar las cosas, la política fiscal y monetaria de ese momento se ciñó a una reducción inflacionaria a punto tal que el gobierno de (Mauricio) Macri terminó con equilibrio fiscal. Sin embargo, había 50 por ciento de inflación.
-Sí, 54 por ciento.
-Exactamente. Más allá de la discusión filosófica, ideológica y hasta profesional de cuánto tardan las políticas monetarias y fiscales en hacer efecto, ese período destinado a buscar lo que encontró, el equilibrio fiscal, no pudo cumplir con una tasa de inflación acorde a la política monetaria eficaz porque se devaluaba permanentemente la moneda. O sea, en aquel momento, el tipo de cambio sí fue el “fundamental” que explica por qué no bajaba la tasa de inflación.
-A pesar de corregir el déficit, la inflación no bajó porque el tipo de cambio la afectaba.
-Dejando de lado el tema del timing, de los tiempos que tarda recoger los frutos de esa política fiscal. Ahora se da exactamente lo contrario: como vos planteabas, ¿no veníamos con inflación aún antes de la escalada del dólar? Veníamos con inflación como resultado de las políticas monetaria y fiscal laxas. No voy a mencionar, para quedar bien, el origen multicausal: éso es querer quedar bien con todos para mostrar que no estás ideológicamente contaminado. Al final del día, el problema de la tasa de inflación siempre es un fenómeno monetario fiscal. El 5,6 o el 6,6 seis pasa a 7 u 8.
“Sobre 180 países en el mundo, menos de 10 países tienen un problema de inflación como el argentino”
La lógica de la corrida cambiaria hoy. Escalada del dólar vs aumento de la inflación
-Cuando el dólar se venía comportando muy tranquilo.
-No diría tranquilo pero sí corría a la inflación de atrás. Una vez que se provocó la apreciación cambiaría del 2021, cuando la inflación local neta de la internacional sí se fue muy por arriba por motivos electorales del tipo de cambio, luego, el tipo de cambio de devaluación cotidiana llamado crawling peg, trató siempre de correr detrás de la inflación. Es como si alguien le dijera al tipo del cambio que es el culpable y el tipo de cambio dijera: “yo qué tengo que ver, trato de no atrasarme más”. Bueno, eso se rompió la semana pasada cuando se adecuó el tipo de cambio paralelo de 390 a 450 pesos en términos y alteró esa rutina acompañante que tenía en los últimos dos meses. Antes que preguntarse por qué fue a 450, la pregunta que hay que hacer es: ¿por qué el tipo de cambio estaba en 390? ¿Por qué había decidido tomarse un recreo en esa estación? Después, cuando llegó a 500, ya se pasó de rosca.
-¿Cuál es la respuesta?
-Es una respuesta política.
-¿Se refiere a la inestabilidad política, el rumor del desembarco de un plan económico que podía hacer una devaluación, disparado con la renuncia de Antonio Aracre?
-No es ninguna ciencia. Hemos seguido una regla básica que, empíricamente, se ha cumplido: éste es un modelo y un programa económico, por ser generoso, en el que, cuando la brecha en el tipo de cambios es de 80 por ciento, los tipos de cambio alternativos parecen baratos. Cuando es del 100 por ciento, no sabés si atesorar dólares o no. Y cuando la brecha es de 120 o 130 por ciento, mete en un esquema vertiginoso a la autoridad económica que dice “tengo que tomar decisiones porque si no, se me escapa”. Entonces, 80 de brecha es barato; 100, no sabés y 120 te mete en un lío. Esa es la regla básica. ¿Por qué estaba entre 390 y saltó a 450? No sé. Lo mejor para todos hubiera sido que ese acomodamiento se diera en escala hormiga, como ocurre con el tipo de cambio oficial, que decide el gobierno. Pero si el tipo de cambio alternativo está en 400 pesos y la inflación es 7, el solo hecho de no perderle el tranco a la inflación da 30 pesos.
-El dólar alternativo se comporta como cualquier otro precio que sigue también a la inflación.
-Si no subía 30 o 40 pesos, se estaba quedando atrás.
-¿Toda la conversación sobre tipo de cambio de la semana pasada, con las intervenciones del gobierno y del ministro de Economía Sergio Massa a partir de la decisión de usar las pocas reservas que hay para intervenir en mercado de tipos de cambio, en definitiva aquieta el dólar pero el problema de inflación persiste?
-Por supuesto.
“Si no retorna la lluvia, el año que viene, aunque venga Mandrake, estamos en un problema”
Inflación argentina, ¿en un nuevo escalón irreversible?
-De aquí en adelante, para los meses que le queda a este gobierno, ¿qué debería hacer el gobierno para controlar la inflación, más allá del tipo de cambio y sus momentos críticos?
-¿Qué puede hacer el gobierno para administrar y contener la inflación en el 5,5 o 6,5% mensual en el que estaba, dadas algunas condiciones? Esas condiciones son: qué agujero fiscal tenés que financiar, cuánto usás de máquina imprimir billetes, cuánto es esa expansión monetaria que viene secuencialmente de hace mucho tiempo. A partir de ese modelo métrico, y no por ser mago, se puede determinar cuánto es más o menos la tasa de inflación. Y eso daba el 5,5 o 6,5 por ciento. Ese fue el motivo por el cual nunca creímos que la tasa de inflación algún día podía llegar a 3 por ciento mensual o 60 por ciento anual, como establecía el acuerdo con el FMI. Por eso, lo declaramos muerto antes de nacer. ¿Por qué? Dejame ver cómo te estás alimentando y te voy a decir cuánto podés pesar en la balanza: si vas a bajar o si creo que, al menos, vas a subir poco. Si te seguís alimentando como veo que lo hacés, vas a seguir en 100 anual. ¿Qué puedo hacer?, dirás vos. No te pases de ahí porque aunque no vas a bajar, por lo menos te vas a mantener.
-Usted se refiere al déficit y a la falta de decisión política de hacer lo necesario para bajarlo.
-El déficit financiado con emisión monetaria en una sociedad que no quiere más pesos. Tampoco es la tragedia de que se quiere rajar pero sí, por lo menos, no quiere más pesos que estos. Ahora, ¿qué ocurre? Vino un elemento violento que, aunque el gobierno hubiera estado haciendo las cosas medianamente bien, lo complicó todo: la sequía. La sequía generó un impacto no sólo cambiario sino también un impacto cambiario, recaudatorio y, marginal directo e indirecto, en la inflación, además de impacto en el nivel de actividad. En relación a tu primera pregunta, se podría preguntar si todo ese impacto ya se pronunció en la tasa de interés. Yo te diría que se va a ir pronunciando. Pero hay un rol de las expectativas. En el mercado cambiario, se ha renovado y ampliado la expectativa de una devaluación en el tipo de cambio oficial. ¿Cómo funciona eso en una Argentina bimonetaria? Eso ocurre y tiene impacto en los precios, en el llamado “path through”.
-¿Se refiere a una expectativa de devaluación decidida por el gobierno, no de este goteo que se da todos los meses?
-Al final, decidida. Lo que pasa es que el goteo, cuando aumenta la brecha, le pone presión al otro dólar. Segundo tema, el elemento recaudatorio está jugando en término del impuesto a la retención, porque si bajan las exportaciones, baja la recaudación. Si baja la recaudación, el agujero fiscal se agranda. Si yo creía que ibas a tener 100 de inflación con lo que venías alimentándote y usando la maquinita, aunque no lo hayas hecho a propósito, como subproducto de lo que acaba de ocurrir, vas a terminar con más emisión. También hay un impacto por la soja como alimento para animales.
-Como proteína.
-Ese movimiento del tipo de cambio pega en el chancho, el pollo, la vaca. Y cuando se extiende el dólar soja al girasol, pega en el aceite. Y luego se da el impacto en el nivel de actividad. La suma de todo eso nos metió en un nuevo escalón, aunque no es algo inatajable ni es una hiperinflación. Pero si la inflación venía siendo del orden del 5,5 o 6,5 por ciento, hay que hacerse a la idea de estar en un nuevo escalón inflacionario.
“El gobierno no dispone ahora, por razones políticas, electorales y temporales, de las herramientas para bajar la inflación”
Massa, en el laberinto de la escalada inflacionaria ¿Le queda alguna herramienta?
-¿Qué herramientas tiene el gobierno para encarar ese tema? Las variables son cada vez más complejas, de escala mayor y más enredadas.
-Se puso de moda la pregunta sobre qué herramientas tiene. Pero hay que preguntarse de qué herramienta dispone dentro de la caja de herramientas.
-Dentro de la batería de herramientas que hay, ¿cuáles conviene poner en juego en este contexto?
-Es que la batería de herramientas para el tratamiento de la inflación es siempre la misma: la política monetaria… El pañol de herramienta siempre incluye eso. Podríamos plantear distinguir las herramientas de las que dispondría un nuevo gobierno y las herramientas a las que puede recurrir este gobierno. Porque estoy por contestarte que, por razones políticas electorales y del tiempo que tiene por delante, este gobierno no dispone de margen para generar un uso intensivo de las herramientas para hacer algo. Una reconfiguración del acuerdo con el Fondo, un acuerdo político con la oposición, un acuerdo político con ellos mismos en el oficialismo, todas esas cosas son herramientas tradicionales. Pero si abrís la caja de herramientas, ¿están ahora dentro de esa caja? Andá a preguntarle al oficialismo si va a haber una mesa donde se sientan tres personas. No, pará la mano, van a decir.
-La idea sería anclar la confianza en un consenso político.
-Confianza te queda grande. Consenso…
-Pero esa herramienta por el momento no está disponible. Mi pregunta va a esto: si el déficit es la madre de todos los problemas, porque no tenemos cómo sostenerlo y cómo financiarlo, ¿este gobierno tiene alguna chance de tocar alguno de los puntos del presupuesto que generan dificultad para empezar a controlarlo de verdad?
-Con “de verdad”, me facilitaste la respuesta: de verdad, no. ¿Qué han hecho para mantenerse entre 5,5 y 6 por ciento de inflación al menos? Crearon una medicina tramposa pero efectiva: el gasto sube al 70 por ciento como lo dejó Guzmán, para poder decirle al Instituto Patria que no están ajustando, pero como la inflación está en el 100 por ciento, en términos reales, cualquiera se aviva y ve que si te doy 70 y te como 100, al final del día, te como. No te comí diciendo que te voy a bajar el sueldo o la jubilación o el plan, pero sí te como. El único rubro del gasto público que sufre los embates de esa política en lugar de salir beneficiado son los subsidios de las tarifas. Cuanto más mantenés ese comportamiento, las tarifas más sufren. Entonces, en el fondo, lo que sale como un corolario importante de esta conversación es que los problemas que tiene que encarar un plan de estabilización, que son muchas más cosas que esto, implica discutir estas cosas.
“La estabilidad en sí misma, si no tiene un complemento de cambio organizacional, no dura”
El Banco Central y su uso político. Massa y la pistola de cebita
-En relación a las herramientas que está usando el ministro de Economía Sergio Massa para contener el dólar, esta decisión de comprar bonos en dólares con dólares de reservas? ¿Esa medida implicó perdedores y ganadores? ¿Uno de los perdedores fue el Banco Central, es decir, el Estado y todos?
-Hay que entender que en determinados modelos y regímenes cambiarios, los Bancos Centrales intervienen para morigerar volatilidades, nunca tendencias. Las intervenciones de los Bancos Centrales razonables son del orden de más o menos 2 por ciento. Evitan que a la noche haga menos 20 grados y durante el día, más 40 porque no sabés usar remera o sobretodo y cuidado si te equivocás y te ponés remera a la noche y sobretodo durante el día. Los Bancos Centrales están para eso. Los Bancos Centrales no están para parar las corridas cambiarias. Están en el sentido de que han tenido que actuar en situaciones de emergencia, pero no en lo habitual: en la Argentina, en cambio, sí. Dicho eso, y si lo llevamos a un ejemplo que no es el ideal, pero para que se entienda: una cosa es tener una ametralladora que tira balas y otra cosa tener un revólver que tira cebita, como los que usaba yo cuando me disfrazaba de chico de el “Llanero solitario”.
-En este momento, el Banco Central es eso.
-Porque, al final del día, lo único que importa es si al que quiere dólares, le tirás dólares y le sacás pesos y amortiguás y tenés realmente poder de fuego. Este es un Banco Central que, si mirás la constitución de sus activos, tiene un revólver a cebita. No me quiero meter en camisa de once varas pero imaginate un Banco Central que tiene un revólver a cebita y simultáneamente, en la vereda de enfrente, se discute la dolarización. ¿Entendés el disparate? En el revólver a cebita, esta venta y compra de bonos genera una discusión en torno a si está mal vender bonos, si es aumentar la deuda, si colocan bonos al 40 de rendimiento, es un disparate: es el revólver con cebita. Es un one shot que genera susto por un ratito y baja el dólar. Y cuando te das cuenta de que el revolver es a cebita, sube. En el fondo, lo único que importa para la balanza es tu alimentación: si se está haciendo o no la dieta para bajar de peso.
Más exportaciones, ¿más gasto público? El problema del déficit y la voracidad fiscal
-Desde los 2000, la Argentina duplicó su gasto público. Al mismo tiempo, el agro y otros sectores estuvieron generando exportaciones por miles de millones de dólares cada año por crecimiento en volumen, en los mejores momentos, o por aumento de los valores por mejores precios internacionales. Si no hubiera sequía y la Argentina recibiera esos 20 mil millones de dólares de la cosecha, ¿ese ingreso de divisas no seguirá alentando un manejo muy perjudicial del gasto público? ¿Sigue alimentando la voracidad por el déficit?
-Me estás preguntando si por las malas te podés disciplinar porque por las buenas, no te restringís. Primero, una delicatessen: el gasto subió mucho pero no se duplicó, aunque tiene que retornar a parámetros financiables. El gasto subió mucho desde 2008. A los años 2001 y 2002, no se los puede incluir para hacer un análisis serio, con objetividad profesional, porque el tipo de cambio es cualquier cosa. Muchas veces, esto te lo enseña el paso de los años, las personas, no digo de qué camiseta, buscan años que no corresponde para forzar lo que quieren demostrar. Cuando mirás el gasto público entre 2003 y 2008, porque si vas antes de 2003 era más bajo todavía, y lo comparás con el nivel de gasto actual, el gasto no se duplicó. La Argentina sí entró en un descalabro infinanciable entre 2008 y 2015. El gobierno de (Mauricio) Macri, al que nunca le regalé nada, lo quiso arreglar. Desde 2019 en adelante, el gasto se bardeó nuevamente. Más allá de esta delicatessen pasa lo que decís en materia gasto público, que no hay contención. Tu pregunta incluye las exportaciones. Ese es el área dólar. Ahí están los 20 mil millones de dólares que la sequía impacta hoy. Paradójicamente, el período de mayor aumento de volumen de exportaciones se da en los ́ 90s. Digo “paradójicamente” porque el tipo de cambios no fue el factor que generó el milagro de los volúmenes. Estuvo muy ayudado por precios más que por volumen, En cambio, tanto en la década de los 2000 como en este último tramo, las exportaciones estuvieron ayudadas por precios, sacando el período de guerra con Ucrania que te juega en contra en los precios del gas pero a favor en granos. Tanto para el área peso y déficit fiscal como para el área dólar, reservas y pérdidas y el atesoramiento en dólares de los Argentinos, es decir, la bimonetariedad, el ejercicio es plantearse cómo disciplinarse en el gasto. ¿Vas a esperar que te ayude la buena? Lo planteo al revés: si no retorna la lluvia, el año que viene estamos en un problema aunque venga Mandrake. En lugar de decir “dame los 20 mil de nuevo para despilfarralos”, yo planteo que necesito ese ingreso porque si no, no hay con qué sobrevivir. Me querés hacer comer un bife y no me das ni tenedor ni cuchillo. Vos me dirías: si te he dado otras vece el tenedor y cuchillo y los tiraste por ahí. O es como si me dijeras: “me he dado cuenta de que para estar en línea y cumplir la dieta, me tenés que dejar la heladera vacía”. Eso es anormal. Lo que tengo que lograr con el tiempo es tener la heladera llena y que decidas qué comer ahora, que dejar para el viernes…
-Autorregularse.
-¿Es pedir lo imposible? Por eso se distinguen los países, los políticos, la gente. ¿Qué decían los alemanes en la crisis europea cuando los griegos, en su indisciplina y en su uso de los subsidios europeos, seguían con “living la vida loca”? Los famosos carpinteros y plomeros alemanes planteaban por qué tenían que pagar todo eso. La respuesta política era porque somos Alemania y hemos armado todo esto. ¿Y qué le decía su sociedad? Sí, pero hacé que los griegos también colaboren.
Argentina vs Perú. ¿Cómo reformar y evitar un futuro de contrarreformas?
-Volviendo a la comparación de la Argentina y sus crisis con países como Perú, por ejemplo, que en los ‘80s también tuvo problemas hiperinflacionarios y, sin embargo, entró en la vía del crecimiento y de una macroeconomía muy estable.
-Brasil es otro ejemplo.
-La economía peruana nos parece más precaria y sin embargo, Perú salió de la crisis y dejó la escala inflacionaria. La Fundación Mediterránea, desde el IERAL que usted preside, tiene pensado un plan económico para 2024, que comparte con candidatos presidenciales de distinta extracción política. ¿Cuánto de ese plan se sostiene dado el cambio y el agravamiento de las condiciones de este 2023? ¿Y cuánto se parece ese plan a las salidas de la inflación que han tenido países como Perú u otros países de la región?
-Para no agrandarnos, aclaro que “ya pensado” corre por parte tuya. Es decir, el plan económico se está pensando, elaborando, corrigiendo, se tiró un borrador, aparece otro. Porque la integralidad con la que lo estamos pensando es de una gran complejidad. Nosotros no creemos que el as de espada de todo esto sea la política sola ni la economía sola. Los votos son de los políticos y, en ese punto, manda la política pero la política tiene que tener contenido y respetar la profesionalidad del contenido. Al mismo tiempo, los que pueden poner profesionalmente arriba de la mesa un contenido tienen que entender que el paraguas político es insustituible para un programa. Los modelos Menem-Cavallo, por un lado, y de la Rúa-Cavallo, por el otro, enseñan mucho.
-La autoridad política junto con la autoridad técnica.
-Menem sin Cavallo fue un problema y Cavallo sin Menem terminó siendo un problema. Quiero ir a otra cosa muy importante. En el caso peruano, se dan dos cosas. Primero, la hiper y su solución, cosa que ocurrió también en la Argentina. Segundo, tema muy importante, el complemento de reforma estructural y organizacional porque la estabilidad en sí misma, si no tiene un complemento de cambio organizacional, no dura. En los ‘90s, ese complemento existió en ambas economías, la argentina y la peruana, casi simultáneamente. Y acá hay otro tema muy importante a posteriori: cuando a priori parece que hubieras logrado el objetivo, la cuestión central es la irreversibilidad de las reformas cuando fueron en el buen sentido. Agrego el caso chileno, y sabiendo que allá partieron de una dictadura: lo que vino después de la dictadura, en democracia, que estaba estrictamente en la vereda de enfrente como corresponde, durante 20 años no modificó los pilares de la reforma organizacional. El Perú termina con cinco presidentes presos, suicidios, etcétera pero no aparece la contrarreforma. Pero en la Argentina en 2003, no en 2008, y a lo largo de todo un proceso que culmina en 2015 y se reabre en 2019, todo eso es la contrarreforma. Y encima es una contrarreforma hecha por el mismo partido. Un menemista diría que lo que vino después no fue peronismo y un kirchnerista diría que aquello no era peronismo, era neoliberalismo. Lo que vos quieras, pero vino la contrarreforma. Entonces, ¿qué hacemos nosotros cuando presentamos este programa? Planteamos que vamos a trabajar en el contenido, en la integralidad, en el pilar de la estabilidad macroeconómica, de la reforma del Estado y de la desobstrucción al sector privado. Pero aclaramos que necesitamos la política. Y necesitamos a los gremios y a los empresarios. Todo eso. Voy a seguir insistiendo que lo necesitamos y de ninguna manera voy a aceptar que ese es un modelo corporativo. ¿Por qué? Porque, de nuevo, qué culpa tengo de tu indisciplina y de tu corporativismo. Cambialos y dame el consenso. En el primer round, el consenso sirve para volver a la normalidad y en el segundo, y en forma permanente, para evitar la reversibilidad de las reformas.
-Complejísimo.
-Vos decís “complejísimo”. Cuando a una sociedad que hace 12 años que está estancada y que lleva 70 años discutiendo, le decís que tiene que esperar 20 años para ver resultados, la matás pero tanto Uruguay como Perú tardaron 20 años en llegar a donde están.
-Alguna vez hay que empezar.
-Es un proceso acumulativo y tendencial. Si empieza a cambiar, ni te das cuenta de los 20 años.