Carlos Herrera y la bestialidad de las necesidades humanas
El artista rosarino desafía al espectador con su muestra en Ruth Benzacar
Cobre miseria mierda, la muestra del artista rosarino Carlos Herrera en la galería Ruth Benzacar, reúne el registro fotográfico de una performance y una serie de esculturas. Son obras sutiles, abiertas a la sensibilidad y las inquietudes del espectador. Aquí, algunas claves para recorrerla.
Una performance secreta
En la galería sin público, vestidos con prendas de cuero, el artista y Pablo Policastro realizaron una performance que incluyó acciones primarias.
“En estas imágenes se pueden ver los rituales más básicos de la vida cotidiana, aquellos que te permiten sobrevivir. La sexualidad está representada por el arnés de cuero”, dice Herrera. Durante la performance, el artista comió pollo, durmió enroscado en una frazada sobre el suelo, lavó los pies y manos de su acompañante y dejó que lo lavaran, orinó en el piso de la galería y defecó. El registro fotográfico de esas acciones, realizado por la artista Flavia Da Rin, se exhibe en gran tamaño y estilo publicitario.
Herrera buscó abordar temas “básicos y al mismo tiempo trascendentes”. “Quería –cuenta– dejar de manifiesto mis necesidades y mi estado de ánimo actual. Mostrar la bestialidad de algo tan sencillo como las necesidades humanas en el contexto de la galería”.
Para el artista, exhibir el registro de esa performance realizada a puertas cerradas –dentro del sistema legitimado y legitimador del arte– significa exponer su propia interioridad y sus debilidades.
Fragilidad
Cuando Herrera encontró un ratón en uno de sus cajones de ropa en su casa en el campo, en Rosario, decidió comenzar a indagar sobre la fragilidad. “Ese ratón decidió escapar para construir su hogar en un sitio que no le pertenecía: para mí, ese animal resguardándose en la casa de un hombre representa la orfandad extrema de un ser que está absolutamente solo”, cuenta el artista. “Todos en nuestro hogar –agrega– tenemos un espacio indigente en el cual nos refugiamos. Gracias a ese ratón pude ver cómo uno construye espacios de protección, incluso en la naturaleza”.
La serie escultórica exhibida incluye camas/puertas (pequeñas, de una plaza) que aluden al momento del nacimiento, la muerte y el sexo; hay también cajones para vivir y para morir con las dimensiones del cuerpo del artista.
Vanitas contemporánea
En la muestra hay guiños a la instalación Autorretrato sobre mi muerte, realizada en 2011, que incluyó una bolsa de nylon semi-transparente con un par de zapatos, medias, una remera y dos calamares en proceso de descomposición. La obra obra ganó el Premio arteBA-Petrobras y desató toda clase de polémicas. “No estaba acostumbrado a todas esas discusiones: mi intención no fue ésa”, comenta Herrera.
Rastros de los moradores
Dentro de las piezas escultóricas, el visitante descubrirá huellas de personajes ficticios que supuestamente habitaron o pasaron por esos sitios. Hay restos de pan y otros alimentos, una botella de vino, nidos reales. Dentro de elegantes recipientes rituales hay agua con jabón. Sobre dos telas, se extienden plumas y cruces. Junto a la pared, se observan coronas y extraños gorros realizados por el artista, además de ropa y accesorios de vestuario confeccionados por Luis Terán y Lorena Fernández. En Abre Villa Crespo, el sábado 5 de noviembre, un performer realizará una acción con esos elementos.
Objetos reconocibles
Tiempo, locura, sexo y muerte son los temas que aborda Herrera en su obra, a través de elementos encontrados y comprados que forman parte de la vida cotidiana. Son reconocibles por el espectador y tienen una fuerte carga simbólica. “No hay un gesto creador con las manos”, afirma Herrera.
El artista como protagonista
En 2009, Herrera expuso en el Centro Cultural Rojas una serie de fotografías de adolescentes tomadas durante una década. Les pidió a sus modelos objetos que pensaban desechar y luego los incluyó en una obra que presentó en la Bienal de Estambul, en 2011.
Desde hace unos diez años, el artista dejó de elegir como tema la vida de otras personas. Su obra se centra en su experiencia vital, en sus amigos, su familia y sus amores. Lo autorreferencial es clave en su producción.